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Mostrando las entradas etiquetadas como Edith Wharton

Un paseo con Edith Wharton

Edith Newbold Jones (de los Newbold Jones de toda la vida), o, lo que es lo mismo, Edith Wharton (Nueva York, 1862- Saint-Brie-sous-Fôret, 1937), reaparece cada vez que vuelvo a buscar en la estantería de los libros amados. Allí está “La edad de la inocencia” . Están “La solterona”, “Santuario”, La renuncia, Estío , Las hermanas Bunner  y algunos más, incluidas sus memorias. Está también una rareza, “La soñada aventura” , en una publicación de la editorial Juventud de 1925, aunque el ejemplar que manejo, de la Colección Universal, es de 1994.  Sin Edith Wharton no hubiéramos podido conocer las interioridades de las familias ricas del Nueva York de  finales del XIX y  principios del siglo XX. Ella, que era considerada en su círculo una excéntrica por dedicarse a escribir, tuvo la suerte de tener abiertas las puertas de los salones y, a través de una observación minuciosa y una descripción detallada, mostrarnos una sociedad que, aunque estaba decayendo a ojos vista, todavía que

"Estío" de Edith Wharton

Todos los veranos, durante nuestra estancia en El Puerto de Santa María, vamos a Jerez, al Corte Inglés que hay en esta ciudad. Y, aunque parezca raro, existe en ese gran almacén una librería interesante. Puedes llegar y pedir libros no demasiado usuales, no solamente los best-sellers que se presentan en los carteles anunciadores o en los expositores de la entrada. En esta ocasión buscaba yo un libro de Impedimenta, del que ya os he hablado, La bailarina. He aquí que el señor que me atendió en la librería me condujo, con cara de satisfacción, a un estante donde estaban, no solamente este libro, sino muchos de los publicados por Impedimenta. También aparecían allí otras editoriales menos usuales, entre ellas, Acantilado, que tiene cosas muy interesantes. Y, revolviendo por el estante, encontré algo que no buscaba y que ni siquiera sabía que existía pero que tuve que llevarme como quien se lleva un tesoro. Se trata de un libro de la editorial Veintisiete letras, escrito por mi

"La renuncia" de Edith Wharton

Edith Wharton (1862-1937) es una de mis escritoras de cabecera. Su sutileza elegante, su frialdad cósmica  y sosegada, esa mezcla de corazón y pensamiento firme, sus descripciones, su análisis irónico de las clases sociales, sus personajes plenos de fondo y forma en un duelo perfecto...todo lo que ella escribe me emociona.  "La edad de la inocencia" de 1920, ganadora del Pulitzer, es el buque-insignia que la representa. Pero escribió otras muchas cosas, entre ellas deliciosos libros de viajes. Siento especial debilidad por otros dos libros suyos: "Estío", con ese maravilloso arranque (algún día podría escribir un libro con los inicios más encantadores de la literatura que me gusta) y "La solterona", agridulce novelita que tiene tanto guardado a pesar de que sus páginas son escasas.  Aquí al lado tengo "La renuncia", una joya entre las suyas, que, en esta ocasión y en esta edición contiene un pequeño pero interesante regalo: la introduc

"La solterona" de Edith Wharton

La personalidad de Edith Wharton (1862-1937), su estilo luminoso, lleno de detalles pero sin resultar prolijo ni cansado, llenan esta nouvelle de un aire peculiar, inconfundible. En el conjunto de sus obras es un acercamiento más a la clase alta neoyorkina, que tan bien conoció y de la que acabó desconfiando y huyendo.  Estamos en 1850, en ese Nueva York que tiene varias caras. La mejor de ellas, la que brilla, es la de las grandes familias hegemónicas, que se casan entre ellos en una endogamia que quiere perpetuar su poder y que consigue, sobre todo, acentuar su diletantismo y su falta de vigor. Los Lovell y los Ralston son los amos de la ópera, de los bailes, de los salones y tertulias. El personaje más influyente de los Ralston es Delia, que ve con muy buenos ojos la boda que va a celebrarse entre Charlotte Lovell y Joe Ralston. Ese es el inicio de la trama. Una boda siempre es una buena noticia así que resulta poco conveniente (ay, las conveniencias, ese gran velo de oculta

Paseo entre libros en una mañana de verano

Una de las cosas que más me satisfacen es ir "de librerías". Pasear por esas calles comerciales en las que hay dos o tres establecimientos en los que sabes que vas a encontrar los libros con que has estado soñando desde hace días, algunos de los cuales te han interesado por su título, por sus autores, por la historia que cuentan o por una especia de intuición inexplicable. Así que esta mañana he tenido ocasión de recorrer la calle Asunción y, dentro de ella, visitar la librería Beta, que es un sitio encantador en el que hay tantos libros nuevos como de toda la vida. Mi hijo y yo nos hemos separado al entrar allí. Él, en esta ocasión, no se ha decantado por libros de filosofía, economía, historia o clásicos griegos y romanos. En esta ocasión ha ido a buscar obras de un autor que le gusta muchísimo y que a mí también me gusta: Dashiell Hammet . Dos libros de Dash se ha comprado y ha estado a punto de comprar un tercero, pero le advertí entonces que no lo hiciera, porque

Las hermanas Bunner

He leído este libro de un tirón. "Las hermanas Bunner", editado por Contraseña Editorial y escrito por Edith Wharton, una escritora a la que sigo desde hace muchos años. Su libro más famoso "La edad de la inocencia", seguramente lo conozcáis. Pero este otro libro, una novela corta que ha traducido magníficamente Ismael Attrache, es otra cosa. Las traducciones no representan a veces el espíritu de los autores. Aunque no sepamos el idioma, sí entendemos que las frases no corresponden a los narradores cuando la traducción no está bien ajustada. Esta editorial, como algunas otras "pequeñas" y artesanales (como Impedimenta, Funambulista o Periférica) cuida las traducciones casi tanto como la selección de títulos. "Las hermanas Bunner" es un título inédito en nuestro idioma y es también una rareza en la trayectoria literaria de Wharton. Los ambientes refinados de Nueva York, las cien familias originarias y aristócratas que tan bien conocía ella,

Inocente Edith

"La edad de la inocencia" es un libro apasionante. Porque retrata caracteres humanos de gran fuerza y rotundidad. Ahí está, en sus páginas, Ellen Olenska, la condesa, que, al volver a su ciudad de origen, Nueva York, después de una vida convulsa, es capaz de poner en pie los cimientos de una sociedad que, aunque intenta mantenerse, está a punto de desaparecer para siempre, absorbida por los nuevos usos y costumbres y por los ricos emergentes. Para los europeos quizá resulte extraño pensar que en los Estados Unidos existe también el concepto de "nobleza" pero es así y está encarnado en una serie de "familias patricias" descendientes de los fundadores que se asentaron allí en primer lugar y que detentan el poder político y económico. En los años finales del siglo XIX, en los que se ambienta esta obra, esa circunstancia era patente. El arribismo de los nuevos ricos, de los advenedizos, amenaza con terminar con la existencia idílica de estas familias, que em