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"La historia del doctor Gully" de Elizabeth Jenkins

La editorial Alba ha rescatado otro de los libros de la escritora Elizabeth Jenkins (1905-2010). Curioso el gran número de escritoras que en estos últimos años están saliendo de la oscuridad merced a la traducción de sus libros en España. Stella Gibbons, Penélope Fitzgerald, Elizabeth Gaskell, Eudora Welty, Edna O´Brien...Todas ellas tienen una mirada propia, un altísimo nivel literario y cosas nuevas que decir. Todas ellas escriben en inglés y tienen en común el ser pioneras a la hora de vivir una vida no circunscrita a lo que se suponía era lo lógico para mujeres de su tiempo. Curiosamente han sido muy longevas y eso ha permitido entender y comparar su evolución estilística. Elizabeth Jenkins frecuentó el Círculo de Blomsbury y, según cuentan, no era demasiado partidaria de Virginia Wolf, la estrella rutilante del grupo. Decididamente opuesta en su forma de pensar y de escribir, sí fue una austeniana confesa que fundó la "Jane Austen Society". Antes que este libro

"Diarios" de Iñaki Uriarte

Una de esas extrañas perlas que se encuentran a veces en las redes sociales, en forma de amigo, me puso en el camino de Iñaki Uriarte y sus Diarios. La forma en la que una descubre los libros es harto compleja. Tienen tantas maneras de aparecerse que podría escribirse un opúsculo sobre eso, un texto breve y entrañable en la que se contara de qué manera llega a tu vida un libro o un autor. Es casi tan emocionante que relatar el encuentro con esa persona especial a la que quieres sin remedio. A la causa entera de tu perdición.  Pero, sigamos. Mi amigo me contó sus impresiones y yo compré los libros, los leí y los coloqué en esa zona cercana en la que están los textos a los que de vez en cuando acudes. Son libros nunca terminados, referencias, motivos.  Ahora, repasando Internet, he visto que ha salido el tercer volumen y yo me he quedado atrás a la hora de comprarlo, seguramente porque mi amigo, el recomendador, se ha enamorado y no frecuenta nuestra salita de estar del Twitte

Los nuevos ricos

  Mi madre siempre me gastaba bromas con este tema: se imaginaba que compraba una lotería que nunca compraba y que le tocaba el premio gordo. Entonces nos hacíamos súper millonarios. No cuantificaba la cantidad sino que era "muchísimo dinero". Una pasta gansa, dirían Mortadelo y Filemón, que son dos pero como si fueran uno solo. Tela de dinero, dinerísimo. Ella fantaseaba entonces lo que haría con todos esos billetes y cuánto gastaría en esto y en aquello, de modo que aquella fantasía era alimenticia del espíritu y muy satisfactoria porque te permitía convertirte, incluso, en empresaria, mecenas o en benefactora de casi todos.  Invariablemente la cosa terminaba preguntando qué me parecía todo aquello y mi respuesta siempre era la misma y con la misma sinceridad siempre: no quiero ser una "nueva rica", qué vergüenza. Y lo decía en serio y no por hablar sino porque pensaba que era bochornoso aparecer de pronto convertida en alguien que no eras y todo porque los billet

Los Brontë, las Brontë

  La vida familiar de los Brontë me resulta mucho más atractiva que sus propias novelas. Quitando el extraño embrujo de "Cumbres borrascosas" o la asombrosa modernidad de "La inquilina de Wildfell Hall", todo ese otro universo de institutrices desgraciadas me resulta cansado. Cuando hablo de ellos siempre uso el artículo Los y no Las por una razón muy sencilla: incluye en ese ámbito familiar y literario también al hermano Branwell y diría que hay que añadir al padre, cuya biografía es tan curiosa que merece la pena contextualizar al grupo a partir de ella.  Creo que su historia, la de todos ellos, daría para un buen libro, un novelón de casi mil páginas, con idas y venidas, discusiones, enfermedades, muertes, amores tardíos, amores contrariados, amores prohibidos, sufrimiento, extraños edificios, personajes inenarrables, muchachas transidas por los versos, y, sobre todo, un artefacto literario de difícil explicación, el mundo de Gondal. Se escriben libros sobre ello

"Tormenta en Cape May" de Chip Cheek

Chip Cheek es un desconocido y esta es su primera novela. Los protagonistas son Henry y Effie, una pareja muy joven que acaba de casarse y que decide, en su viaje de novios, pasar unos días en la vieja casa familiar de la chica, allá por Cape May, junto al mar, un mar otoñal, de gaviotas varadas, de tormentas y de lugares vacíos.  Los sitios de veraneo son inhóspitos cuando acaba la temporada. Resultan tristes y patéticos. La humedad se cuela por las puertas sin que haya forma de luchar contra ella y el suelo está pegajoso, como si el sol hubiera decidido hacer huelga hasta la próxima temporada. Los sitios de veraneo de playa están hechos para una temperatura tórrida, para vestidos de tirantes, bañadores atrevidos y paseos descalzos. Pero la pareja llega cuando apenas queda nadie y tiene que construirse una luna de miel con lo que hay, algún colmado, algún bar, poca cosa.  Y Clara Strauss. En una de las casas de la calle de al lado, una casa grande, con piscina, jardín y a

D. H. Lawrence y Nina Leen: Lo efímero y lo perdurable.

Úrsula y Gudrun son hermanas e infelices. Ninguna de las dos ha alcanzado en la vida aquello que desea. Han nacido en una familia de mineros, pobre y sin cultura, pero eso es algo que a las dos las atormenta. Son diferentes en su interior, se sienten diferentes. Odian lo negro de las minas, el hedor de la tierra cuando cae la noche y los pozos se despueblan, el aire cansado de las mujeres de los mineros, la suciedad, el polvo. Observan con admiración a los otros, los ricos, los que lo poseen casi todo, los que se rodean de un ambiente de música, de luces, de belleza. Ellas son muchachas pobres en un universo que las atrapa. Hubieran querido ir a la universidad y moverse de un lado a otro con indiferencia, como si nada fuera necesario, amar sin compromiso y conocer a la gente que disfruta de todo lo que ellas no tienen. Pero nadie elige dónde nace y elige a sus padres o a su familia. Eso las llena de un sentimiento de injusticia que ocultan al exterior pero que existe.  Úrs

La señora Dalloway y yo misma

(Foto: Nina Leen) "La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores. Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y luego !qué mañana! pensó Clarissa Dalloway: tan fresca como para regalarla a los niños en una playa. ¡Qué placer! ¡Qué zambullida! " El despertar de Clarissa Dalloway es una buena nueva. Antes de saltar de la cama ya tiene en la cabeza algunos encargos, algunos detalles, todos ellos para la fiesta que tiene previsto celebrar. Las reuniones son para Clarissa la columbra vertebral de su vida, aunque a veces nota cierto cansancio. Puede haber visitas inesperadas que sean complicadas de manejar y a ella le gusta tenerlo todo controlado. Incluso lo que otros puedan pensar o decir. Incluso lo que otros puedan sentir. Pero, antes de eso, puede echar un vistazo al día, a su horizonte, y sentirse satisfecha. Salir a la calle en busca de los adornos que van a compleme

Lillian Bassman: La mujer oblicua

Lillian Bassman convierte en poesía sus imágenes. Es imposible no sentirse arrebatada por esta alternancia lírica de negros y blancos, de luces y sombras. Las mujeres de Bassman vuelan, están suspendidas en el aire, se alejan de nosotros para encerrarse en una cápsula de misterio que no podemos asir. Sus ojos semicerrados, sus manos ocultas, su gesto incontrolable, su postura lanzada hacia el exterior, desprendida, desequilibrada, rompen los espacios y los conmueven, generando tanta admiración como duda. Por qué estas mujeres solo muestran una parte de sí mismas, es la pregunta que nos hacemos.  El resto de los personajes son solo atrezzo, accesorio sin mayor valor, gente sin importancia. Ni siquiera parecen completos, sino a trozos, una mano, un rostro, una copa, una mesa, un teléfono. Todos los objetos y las personas que las rodean están al servicio de esas mujeres, como también lo están sus atuendos, sus mágicos sombreros, sus extrañas envolturas a modo de telas estructu

15 años de Una Isla de Papel

  Una vez construí una biblioteca. Era blanca y borgiana, redonda, con las mesas azules, las rampas dispuestas para cualquier encuentro, los libros libres en las estanterías ovaladas. Construí una biblioteca y la llené de libros. Los libros llegaban en cajas de cartón y era una delicia abrirlas y esparcir esos libros por las mesas, por los estantes, por las cristaleras. Todo olía a papel recién inventado. Los niños recitaban poemas y algunos escribieron cuentos con nombres extraños y sonoros. Las fotos recogían las caras extrañadas de los niños cuando sus cuentos se leían en voz alta y ellos se convertían en escritores. Los autores pasaban por allí admirados porque los niños querían escucharlos y leerlos.  Un día llegó una princesa y saludó a todos con una sonrisa única y muy especial. La princesa vestía de blanco y todos sabíamos que un día sería reina, como así ha sucedido. Fue la princesa la que recibió los poemas de los niños y en la biblioteca se oyó recitar a los antiguos, a los

Cómo sobrevivir a un matrimonio aburrido

  Este post podría llamarse también "Las triquiñuelas de Charlotte Lucas" porque a ella y a sus manejos va dedicado. Elizabeth Bennet se llevó un buen disgusto cuando su íntima amiga y vecina le comunicó que iba a casarse con el señor Collins, precisamente el señor Collins ridículo y untuoso que Elizabeth había rechazado. El señor Collins, por cierto, que va a heredar la mansión de Longbourn,  las tierras y todo lo que ellas conllevan, cuando fallezca el señor Bennet. De modo que Charlotte Lucas, la amiga, será la señora de todo en un momento dado. Gracias a Jane Austen no vemos ese momento y, además, antes ya se han situado bien en la esfera social y matrimonial, que viene a ser lo mismo, nada menos que nos hijas Bennet, pues Elizabeth se casará con Darcy y Jane, la mayor, hará lo propio con Bingley, que tiene la mitad de renta que Darcy pero que es un partido muy adecuado. Dos hijas bien casadas, de cinco, es una buena cosa, y puede hacer olvidar un poco, no demasiado, que

Un baile en Uzès

  Nos gustaba acudir al mercado. Resplandecían las flores. Toda la plaza olía al unísono y nosotros contemplábamos ese estallido de color como si nunca antes hubiéramos conocido el rosa, el verde, el rojo, el anaranjado, novatos en los sentidos, desprevenidos, sin esperar que nos asaltara tanta belleza, tanto bullicio. Las frutas emergían en un costado y los dulces, y el pan, en hogazas, en círculos sobre una mesa de madera. Y los hortelanos exhibían con orgullo sus productos y nos miraban con la condescendencia de quien está seguro de saber más que tú. La plaza se cubría de todos ellos las mañanas de los jueves y de los domingos. Pero algunas noches, inopinadamente, sin saber nosotros el motivo o sin entenderlo quizá, la plaza se llenaba de farolillos de colores, como si fuera un cuadro de Vettriano, y entonces las figuras de los danzarines comenzaban a moverse sin avaricia. Las mesitas se situaban en torno al centro de la plaza, los camareros se movían con soltura llevando en las ban

"El juego del amor" de Elizabeth Taylor

  Elizabeth Taylor (1912-1975) sabía mucho de triángulos amorosos. Durante quince años, estando ya casada, Elizabeth mantuvo correspondencia con un hombre desconocido. Se cruzaron miles de cartas en las que le cuenta todo, lo que hace, dice, piensa o escribe. A ella le gustaba escribir cartas y así se demuestra con su correspondencia con gente como Virginia Woolf, Kingsley Amis (de cuya esposa, Elizabeth Jane Howard era muy amiga) o Dorothy Parker, pero su modestia y discreción eran tales que pidió a sus familiares que destruyeran sus documentos personales cuando ella muriera. No sabemos qué destruyeron los deudos de Taylor pero sí que en la biografía que se publica en 2009 (una vez fallecido su marido, Kendall Taylor y ojo al dato), escrita por Nicole Bauman ("The Other Elizabeth Taylor") , se da noticia de esa extraña relación epistolar que le ocupó muchísimo tiempo y esfuerzo, a tenor del número de misivas. Quién era ese hombre, cómo lo conoció, qué relación tenían…

"El castillo de arena" de Seicho Matsumoto

  Seicho Matsumoto (1909-1992) es un excelente escritor japonés de novela negra. Creo que van cuatro las que he reseñado aquí. Me gusta muchísimo su estilo, la minuciosidad con que revela detalles y la forma en que hay elementos que adquieren una gran importancia en el relato. La editorial Libros del Asteroide está publicando sus obras en español y esta es la última que  ha salido, publicada en su primera edición en 2023. Con las novelas de Matsumoto no solo te distraes, aprendes un montón de la vida japonesa, de sus ritos, comidas, formas de pensar, sus costumbres. Es muy didáctico pero sin resultar pesado. Es un narrador que no deja cabo suelto y que te atrapa desde el principio. Repito, me encanta Matsumoto.  En esta novela tiene mucha importancia el ferrocarril. Las estaciones, las paradas, los empleados, las lineas, la jerga propia de los trenes. El protagonista es un obstinado inspector de policía, el señor Imanishi, al que toca descifrar el misterio de un cadáver desfigurado que

Austen: lo que dice Lewis

  En el volumen "Ensayos literarios selectos" (Rialp, 2023) me llama la atención el dedicado a Jane Austen. Sobre él quisiera escribir esta entrada después de saludar en otra de ellas la buena noticia de la aparición de este libro que cuenta con la traducción de David Cerdá, un consumado austenita, lo que significa que estamos en buenas manos a la hora de traer al español el sentido de un texto que parece, a primera vista, importante, dentro de los que se han dedicado y se dedican a la escritora.  Con cierto aire de humildad Lewis lo titula "Una nota sobre Jane Austen" y para su exposición parte de cuatro textos extraídos de sus novelas. Esa selección será decisiva a la hora de expresar su pensamiento al respecto. De los cuatro pasajes, el primero corresponde a "La abadía de Northanger" y es el momento en que Catherine Morland, la heroína, se da cuenta de que ha estado metiendo la pata considerablemente a la hora de juzgar a los Tilney. Su novelería l

"Expiación" de Elizabeth von Arnim

  Expiación. Elizabeth von Arnim Editado por Trota Libros, 2023 Traducción de Raquel G. Rojas Publicación original: 1929 El escritor británico Ian McEwan tiene publicado desde 2001 un libro con el mismo título que también fue llevado al cine. Un novelón potente y lleno de fuerza, con personajes inolvidables. La adaptación cinematográfica fue muy notable y ha pasado a la historia del vestuario el traje verde de Keira Knightley. De Elizabeth von Arnim he escrito ya en este blog.    Elizabeth von Arnim era, en realidad, Mary Annette Beauchamp y nació en Sidney (Australia) en 1866. Era pariente de la también escritora Katherine Mansfield. Tuvo una educación inglesa y se casó a los 24 años con el barón von Arnim, un tipo adusto, colérico y poco amable, de quien tomó su apellido y con quien se fue a vivir a la región de Pomerania, en Alemania. Su vida conyugal no fue nada agradable ni, en general, sus relaciones amorosas. Así que se vengó de la forma más elegante posible, a través de sus l