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Edna O'Brien: Una lectura doméstica

Una vez descubrí que uno de mis apellidos maternos procede del condado de Clare, en Irlanda, el mismo en que nació Edna O'Brien . Quizá de ahí viene mi querencia por esta tierra y por sus escritores. Nadie sabe nunca lo que esconde la historia ni el legado que dejan los antepasados. Puede que ese O'Galbean que aparece en nuestro árbol genealógico fuera también escritor o, al menos, entendiera de nubes y de pájaros.  En la portada de "Las sillitas rojas" , la muchacha de rebeca roja parece despedirse de aquello o quizá tiene la intención de retroceder sobre sus pasos y volver a su tierra. Edna O'Brien no volvió a su tierra para quedarse y yo tampoco. El condado de Clare tendrá que pasar sin ella, aunque intentó comprarse allí una granja parecida a la de su infancia, sin lograrlo. El sabor a tierra te queda en las manos a pesar del tiempo , piensa ella. Eso y los vientos, esa circunstancia peculiar que define los territorios. Los escarpados acantilados sobre el ma

¿Por qué hay que leer a Edna O´Brien?

Edna O´Brien (1930, Tuamgraney, condado de Clare, Irlanda) es la autora viva más imprescindible de leer en estos momentos. Su obra publicada en castellano constituye un conjunto de libros que, bien organizados en su itinerario lógico, suponen no solo una fuente de placer lector, sino también un modo de comprender la evolución de las mujeres en entornos claustrofóbicos de costumbres y relaciones, así como una mirada única e irrepetible acerca del universo femenino, sin fronteras de tiempos, edades y clases. Por eso es la autora que más y mejor puede ponernos en contacto con la realidad de una sociedad que ha ido modificando su conducta general desde los años cincuenta del siglo XX hasta ahora. Edna O´Brien es, también, la prueba palpable de cómo la literatura puede salvar al individuo. Una salvación que abarca múltiples aspectos. Desde conocerse a sí misma y saber qué se desea y cómo puede lograrse, hasta saltar por encima de convenciones ampliamente asumidas, superar el rechazo

"Crónica de un silencio" de Lidia Chukóvskaia

  A veces tiene uno que vivir en primera persona las experiencias más duras para entender algunas cosas. No es ningún consuelo, desde luego, al contrario, revela la dureza de la vida, cómo te zarandea, te cambia la mentalidad y te convierte en alguien que no eres. O que no pensabas que eras. Sin embargo, esa vivencia te convierte en un observador privilegiado a la hora de transmitir determinados hechos relevantes y también, en una víctima de los mismos. Esa doble condición está en Lidia Chukóvskaia , de la que nos quedan algunos testimonios escritos de indudable interés.  Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907- Moscú, 1996) y su segundo marido, el físico teórico, Matvéi Bronstein, eran del Partido. Pertenecían a familias bien ubicadas dentro del engranaje y ellos también eran personas integradas, con unas trayectorias llenas de éxito y de reconocimiento. Ella era una escritora que abarcaba géneros muy diversos: poesía, memorias, crítica literaria y narrativa. Ambos creían que sus po

"Diario de un ama de casa desquiciada" de Sue Kaufman

Sue Kaufman (Nueva York, 1926-1977) publicó este libro en 1967 pero no sé yo si lo que cuenta ha perdido vigencia o, por el contrario, sigue de plena actualidad. La búsqueda del sentido de la vida cuando aparentemente lo tienes todo. Hay muchas formas de abordarlo, desde luego, pero esta especie de diario irónico y escéptico es una de las más eficaces, porque si no le echas un poco de humor la cosa chirría más de la cuenta.  Tina Balser es una mujer afortunada. Tiene un marido abogado que está bien relacionado y que la trata bien. Dos hijas bonísimas, Liz y Sylvie. Una mascota, Folly, a la que sacar a pasear. Una asistenta, Lottie, que le soluciona mil cuestiones domésticas. Y tiene cierta dosis de cultura, encanto y posibilidades. Y pastillas tranquilizantes. Lo único que le falta es aquello que no se puede improvisar ni comprar: ilusión. Qué hago aquí, por qué, adónde voy, qué he hecho yo para merecer esto...etcétera.  La redención de Tina Balser va a surgir como una intui

"La flor" de Mary Karr

  Este es un libro que necesita su tiempo. No es de esos fulminantes que tienes que leerlos en una tarde y que te despiertan para acabar su lectura. Requiere madurar lo que se cuenta y darle un poco la vuelta, mirarte al espejo. Vas avanzando y observas que, aunque las circunstancias son distintas, tú también tuviste doce y trece años, y luego dieciséis, y te subiste al coche de aquellos dos amigos que te llevaban de paseo por la ciudad y una noche te escapaste en moto para ver a Serrat en una playa y te largaste de camping con otro muchacho que también iba en moto y así muchas otras cosas. Te das cuenta de que Mary Karr podría haber situado su historia en otro sur o en otro norte. Porque lo que importa es lo de dentro. Le quitas la cáscara y ahí está la mirada del padre preguntándose por qué te vas. Y ves a tu madre, agobiada sin duda por la carga de la familia, que te dice que hagas lo que quieras, que es tu vida y que debes vivirla. No como yo, añade. Las madres siempre tienen un di

"Insolación" de Emilia Pardo Bazán

  Alianza Editorial conmemora el centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán con esta edición ilustrada de "Insolación", que ofrece esta sensacional portada y que es una oportunidad para quienes no conozcan la obra de Doña Emilia, si es que hay lectores avanzados en esta circunstancia. El original se publicó en 1889, envuelto en una nube de escándalo incluso entre sus colegas escritores. Pero el libro está ahí como prueba de la evolución formal de la Pardo Bazán, desde el naturalismo al retrato psicológico y también de su apuesta por una visión femenina alejada de vaivenes románticos y centrada en el derecho de la mujer a vivir su propia sexualidad y a expresar sus sentimientos.  La historia tiene formato clásico: una joven viuda que ha estado casada con un marqués (el de Andrade) bastante más mayor, abandona su vida ordenada y vacía cuando conoce a un atractivo mujeriego del que se queda enamorada perdidamente. Hay otro pretendiente ( Gabriel Pardo ) que se queda con do

Descalza por el parque

No recuerdo quién me hizo la foto, pero sí el sitio, el Parque de María Luisa de Sevilla, mañana de verano, a punto de que estallara el calor y nos obligara a volvernos a casa. Quién sería, me pregunto. No me suena ningún amante a tiempo parcial, ningún enamorado a tiempo completo. No me suenan los nombres y tengo duda pero sé que ese día era feliz. La sonrisa es de ser feliz y los ojos entornados también. Solo cuando uno es feliz puede entornar los ojos de esa forma. Recuerdo con detalle el vestido. Era una tela de esas que llaman denim, aunque negra y no azul. Llevaba delante unos pequeños bordados, como puede verse. Y la parte de abajo hacía un volante discreto. Las zapatillas apenas se ven, pero las había comprado en Madrid, en la calle del Carmen, en una zapatería a la última moda, y se ataban con cintas. Fui la primera que llevó estas zapatillas a mi pueblo, a mi ciudad, más bien, y todas las amigas y las enemigas querían llevarlas. Y llevaba un pequeño collar al cuello. De é

Aquellas escaleras ¿las recuerdas?

  (Foto: Esteve Munné. Barcelona) Durante algunos años recorrimos el mundo. El mundo que queríamos, la circunvalación de nuestros sueños, el perímetro del amor, un camino de Santiago vestido de nostalgias. Las dos, indiferentes al miedo de los padres, a la preocupación, al susto, viajamos solas y aprendimos sin ayuda de nadie que hay un tiempo para cada cosa y que el tiempo de la aventura lleva trenzas y un vestido de rayas.  De ese modo, asaltando la noche en los trenes de largo recorrido, visitando los parques de atracciones, disfrutando de alguna transgresión cuando era necesaria, supimos bebernos la juventud sin tasa, sin método, ni medios, ni mentiras, blanca esperanza solamente, luz blanca únicamente, nosotras, las dos, sin otra túnica que el apetito cierto de vivir.  Recuerdo el mediodía con el sol en lo alto, el vestido de rayas, la sonrisa cuajada de preguntas, nosotras, en una gran ciudad, rodeada de misterios, de encuentros fortuitos, de llamadas anónimas, de quejas y de ris

Desayuno con algunos diamantes

 Un calor asfixiante rodeaba la subida a Cazorla. Sudaban las hojas de los árboles, sudaba el suelo, sudábamos. En una ocasión hubo que pararse, todo palpitaba al mismo tiempo que el sol caía sin ninguna piedad sobre nosotros. Así eran las excursiones y así era el tiempo del verano que vivíamos hasta la extenuación. En el pueblo no era distinto. Las charlas del mediodía, el camino a la casa desde el bar, la siesta, el sueño y el sopor que la rodeaban, solo podían compensarse con los baños a medianoche o al amanecer en la piscina. Esa clase de verano en que un vestido naranja podía convertirse en el camino más seguro a la feria. Los chicos tenían ingenio, inventaban tretas para que pudiéramos dejar la casa a una hora intempestiva y, sobre todo, para que el árbol que estaba delante del balcón nos convirtiera en julietas sin romeos, en anhelantes hadas, todo lo que los primeros amores traen consigo. El mío era más guapo y más joven, más moreno y de ojos más oscuros, más tierno y más amabl

"La historia de amor del señor Gilfil" de George Eliot

En "La historia de amor del señor Gilfil" la autora cuenta la historia de Caterina Sarti , una niña italiana que es huérfana y acoge una aristocrática familia que la cría en Inglaterra. Dos jóvenes muy distintos aparecen en la vida de la muchacha, uno de buenos sentimientos y otro que va a jugar con ella y a engañarla. Es una historia, por tanto, de desesperanza y de salvación, porque la tristeza ocasionada por uno va a ser paliada por la ayuda del otro. Una historia cotidiana, si nos fijamos, y que la autora cuenta con su particular estilo directo y realista, más allá de exageraciones y adornos, dando primacía al carácter de los personajes y a aspectos como la educación del carácter o las conveniencias sociales.  La historia de amor del señor Gilfil George Eliot Traducción de Ricardo Bestué Editorial Belvedere Primera edición: noviembre de 2023 Mary Ann Evans había nacido en las Midlands, esa zona del Reino Unido de la que habla en sus libros D. H. Lawrence, el escritor qu

"Las dos señoras Grenville" de Dominick Dunne

Dominick Dunne (1925-2009) fue católico, de origen irlandés, cineasta y escritor. Y, además, comentarista de sociedad en Vanity Fair, publicación con la que mantuvo una larga relación salpicada de escándalos. En todo caso, Dunne conocía muy bien el modo de vida americano y sus dos polos de atracción: Nueva York y Los Ángeles.  Esa dedicación al cotilleo puede tener que ver con el gusto por los detalles que desliza en su estilo literario. Descripciones que te trasladan al lugar de los hechos, podíamos decir, de los que no solo observamos su aspecto, sino también su olor y su sabor. Miradas de interior. Pequeñas cuestiones cotidianas que pasarían desapercibidas a un observador menos atento.  Esta novela, publicada en 1985, con sesenta años cumplidos, fue su primer éxito como escritor. En ella se narra cómo Billy Grenville (William Grenville Junior) conoce a una corista, llamada Ann Arden (antes Urse Mertens) y se enamora perdidamente de ella. La madre de Billy, Alice Grenville,

"Mi vida con Alberti" de María Asunción Mateo

  María Asunción Mateo (Valencia, 1944) era una joven profesora de Literatura cuando conoció a Rafael Alberti (El Puerto de Santa María 1902-1999). Ese primer encuentro, que no tuvo demasiada importancia dentro de la avalancha de conocimientos que el poeta hacía en España tras su vuelta del exilio, tuvo lugar en Baeza, en el transcurso de un homenaje a Antonio Machado. Las anécdotas de ese día las cuenta María Asunción en el arranque del libro, escrito en 2021, a los veintidós años de la muerte de Alberti y publicado  dos años después en el sello Berenice de la editorial Almuzara, con sede en Córdoba. El deslumbramiento de la profesora por el famoso escritor aparece plasmado ampliamente en sus páginas y también los encuentros clandestinos, los detalles pequeños de un tiempo de conocimiento entre una pareja que, por otra parte, no era una pareja "normal" en ningún sentido y ambos lo sabían. Por un lado, la personalidad de él y por otro lado la siempre inevitable referencia a l

Clint y Edna

  Los dos nacieron el mismo año. Fue en 1930. En mayo el actor, en diciembre la escritora. Ambos, por lo tanto, han cumplido o cumplen en 2023 los 93 años. Qué cifra...Él nació en San Francisco y ella en Tuamgraney, Irlanda. No es una circunstancia nimia. Mientras él se educó en libertad y sin ataduras, ella tuvo que sortear imposiciones y un rígido sistema educativo y familiar. Creo que no se han conocido. Al menos ella no lo cita en sus Memorias, donde sí nombra a otros actores con los que ha coincidido alguna vez en fiestas londinenses. Clint y Edna, a pesar de sus paralelismos, no se han encontrado nunca. O todavía.  A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, cuando Clint hacía un papel secundario en una serie de televisión, Edna comenzaba en el mundo de la literatura. Con esfuerzo, porque apenas tenía tiempo para ello, logró terminar y publicar su primera novela, la más autobiográfica de todas las suyas, y que iniciaba su trilogía Las chicas de campo. El mundo de la t

Montmartre, por favor

Nadie está solo si se sienta en Montmartre y abre un libro. En cualquiera de sus cafés de color rosa puede encontrarse el motivo para descubrirse. Estoy aquí, he venido y sé que ahora esta paz me rebosa. Todas las mesas se llenan de libros y personas. Y las ventanas verdes de madera se abren por tiempo indefinido. Nadie sabe cuándo se cerrarán, nadie lo sabe. No hay fechas, ni anuncios, ni aviones que sobrevuelan, ni huelga de pilotos. El suelo está hecho a base de paciencia. Legiones romanas cruzaron las calles y colgaron de cada casa un refrán. Están todos convertidos en sentencias imposibles.  Acuérdate de aquellos días. Era septiembre. Un septiembre más crepuscular, con horas más tardías y sueños más tempranos. Ese vestido a rayas y ese sombrero gris, con el tono de la perla natural que solo se encuentra en las islas más griegas. Acuérdate de las miradas. Tersas miradas sin ocultaciones. Miradas que esbozaban sonrisas. Gente que nos miraba. Nos mirábamos. Recuérdalo. Era se

Ritos

  Los ritos son esas pulsiones emocionales que nos llevan a la nostalgia. Aún así los necesitamos. Ordenan el calendario, clarifican las secuencias de los días y las noches, establecen la prioridad de nuestros afectos y, sobre todo, abren las ventanas de la memoria. Si a principios de diciembre colocas en tu casa esa sinfonía de luces, de ramas y de todos esos pequeños habitantes de la caja de navidad, entonces estás conjurando a quienes antes que tú hicieron esa misma operación y te enseñaron a hacerla. Los ritos de la navidad son, quizá, los que más recuerdos producen. Los días previos, los dulces que tu madre hacía, las compras que a tu padre le gustaba encargar, productos que solo se veían en esas fechas señaladas y la casa convertida en otra cosa. La caja de navidad que se abre y de ahí salen cosas año tras año y esa fisonomía dura un tiempo tan largo que da tiempo a que llegue el otro año, el año nuevo. Cosas nuevas y cosas viejas, la lámpara de Aladino, la necesidad de sacudirse