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Mostrando las entradas etiquetadas como Edna O´Brien

"Las chicas de campo" de Edna O´Brien

   "Las chicas de campo" es el primer libro de una trilogía que convirtió a Edna O´Brien (Tuamgraney, Irlanda, condado de Clare, 1930) en una escritora. Supongo que escribir es un don del cielo y que, en un momento dado, una decide que va a dar un paso adelante y convierte los recuerdos o la imaginación, o ambas cosas, en un libro. En este caso, su publicación, en 1960, vino precedida de horas de trabajo en una editorial y de una invitación a escribir algo por parte de los editores. Y la consecuencia fue un anatema en su pueblo, en su país y el reconocimiento de los lectores y críticos. La cara y la cruz de una misma moneda.      Caithleen es Edna y Baba es Edna . Son, ellas mismas, la muchacha que fue y la que quiso ser. Lo ha confesado la autora, afortunadamente todavía en activo a sus ochenta y siete años. Sabemos cómo son ambas chicas porque, aunque no existen descripciones pormenorizadas, al igual que en los libros de Jane Austen, sí hay alusiones y, por alusion

Escribir libros, escribir de libros

(Silvia Plath en uno de sus retratos de juventud) (Primer plano de Virginia Woolf en su retrato clásico) (Una de las muchas fotografías que pueden encontrarse de Edna O`Brien) La vieja tensión entre los críticos  y los creadores. Entre los profesores y los creadores. Entre los críticos profesionales y los amateurs. Todos ellos, críticos, profesores y amateurs, intermediarios entre la obra y el lector. Entre el autor y el lector. Meros intermediarios. Intermediarios, nada más y nada menos.  ¿Es el crítico literario un escritor frustrado? Al fin y al cabo, incluso si la obra es deleznable, alguien ha logrado inventar una historia, crear unos personajes, completar una trama...La creación está en un escalón superior al que ocupa el reseñista. El escritor parte de la nada y pone sobre la mesa una cosa nueva, un producto (bueno o malo), que admite juicio, precisamente porque es original. Y también admite controversia.  Incluso las más altas cumbres admiten la

No tan felices

Luke Kelly, Edna O'Brien & John Minihan at Minihan's 1972 exhibition in Royal Court Theatre, Camden El tercer libro de la trilogía "Las chicas de campo" es el más pesimista, el más decadente, el más angustioso. Ella lo explica así: “La novela “Chicas felizmente casadas” gestada en aquel período de frenesí, marcó para algunos una ruptura con respecto al tono lírico y centelleante de mis anteriores trabajos” Y su título expresa una irónica postura ante la vida, el reclamo de la desolación. Las conclusiones que Edna O´Brien ofrece no son agradables. En el fondo, viene a decir, nunca vamos a encontrar la felicidad, esta no existe, todo lo más un engaño tras otro. Quizá sea interesante dejar claro que en estos años ella misma estaba divorciándose de su marido y que ese divorcio fue complicado. La custodia de los hijos estaba en juego. Y, desde ese momento, ella tuvo que formarse una nueva vida. Da la sensación de que con la trilogía cierra un capítulo no solo

Edna O'Brien: del campo a la ciudad

              Conocemos escasos datos de la familia de Edna O´Brien. Y ello no deja de ser algo curioso si se tiene en cuenta que escribió sus Memorias. Tuvo dos hermanas y un hermano, los tres mayores que ella. Pero los menciona apenas y se refiere con bastante más detalle a sus perros, al jardín de su casa, a los campos que la rodeaban y al chico que ayudaba en las faenas. Las referencias a su padre oscilan entre la compasión por la miserable vida que llevó y el terror por su alcoholismo, que convertía en un infierno la convivencia familiar y a su madre en una víctima. “Su madre era muy religiosa y mojigata, como tantas irlandesas de la época”  Más que mojigata, que es un adjetivo simpático y suave, era una mujer fanática, obsesionada con el pecado, a la que la religión tenía en una especie de cárcel interior.  La vida en la granja era muy difícil como la de todos los campesinos de la época y la zona. Dedicarse a leer libros y emborronar cuartillas estaba considerado casi

"Agosto es un mes diabólico" y "Noche" de Edna O´Brien

Este es un librito de unas trescientas páginas que contiene dos historias escritas por Edna O´Brien con un denominador común: el erotismo. No deja de ser extraordinario que una persona con la educación estricta que recibió en su Irlanda natal sea capaz de expresar de una manera tan certera, tan abundante de detalles, tan potente y vívida, la relación erótica entre los hombres y las mujeres. Podría una preguntarse cómo es esto posible y habría que recurrir a una respuesta ya conocida: la Verdad, por un lado; la Imaginación, por otro, conforman una estructura capaz de reflejarlo todo si se tiene talento para ello. La vida de Edna O´Brien tuvo tanto de represión como de libertad y esa conjunción de elementos juega a su favor. A eso se une la capacidad de recrear emociones, sentimientos, deseos, pasiones y situaciones concretas que debe a su indudable y poderoso talento literario. Por eso en toda su obra las escenas eróticas tienen, a la vez, delicadeza y estremecimiento. Es muy d

"Manhattan Medley" de Edna O´Brien

(Edna O´Brien fotografiada en 1964 por Sandra Lousada) Para Louella, Maria Pilar y Carmela Una ciudad, un encuentro, una aventura. Dos personas, hombre y mujer. Unos instantes, un abrazo. Un adiós o un comienzo, esto no se puede dilucidar en el breve espacio de un cuento. He aquí el breve resumen de lo que significa "Manhattan Medley" en el libro de relatos "Objeto de amor". Apenas veinte páginas que logran resumir mucho de lo que Edna O’Brien sentía y expresaba con respecto a las relaciones entre los seres humanos y la continua lucha que esto conlleva. Desconocemos casi todo de él, su nombre, su edad, su ocupación. Solo sabemos que alguien celebraba una fiesta en su honor, que está casado y que huyó de la fiesta en compañía de "ella", la narradora, quien quiera que sea. Así comienza esta aventura amorosa, en plena ciudad, un lugar mucho más adecuado, según escribe, que un bosque, el mar o la arena. El hallazgo del hombre la perturba y tamb

Una carretera azul

Raoul Dufy podía haber nacido en Cádiz. Sus azules hubieran sido tan turgentes y vivos como pueden apreciarse en sus cuadros. La obra de Dufy es para mí el santo y seña del mar, la auténtica viveza del tiempo de los encuentros, las olas en su navegar hacia la orilla. El océano rodeado de la pequeña y multicolor marea de gente que apenas entiende algo más que ese bienestar irrepetible de su brisa. Mi mar, mi océano, está en los cuadros de Dufy.  El marido de Edna O´Brien aborrecía que ella escribiera. Y tuvieron sus más y sus menos. Diferencias irreconciliables lo llamaría un abogado de divorcios. Yo lo llamo incapacidad para amar y para ser generoso con uno mismo. Envidiar el talento del otro es pecado. Envidiar el talento de alguien a quien deberías querer es mediocridad. Y ser mediocre es peor que ser un pecador.  Cuando Ernest descubrió el borrador en el que ella describía una carretera azul en un paisaje que su cabeza había recreado a partir de las ondas azules del ma