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"El cine según Hitchcock" de François Truffaut

 La larguísima entrevista que da lugar al libro sería imposible de mantener si ambos (Truffaut y Hitchcock) no fueran expertos cineastas. Los lectores asistimos de forma privilegiada a esta charla que entra a fondo en la obra de un director a quien Truffaut y los suyos de la nouvelle vague califican como un "autor". A quien nosotros, los espectadores, llamamos genio.  Lo que hace Hitchcock (de aquí en adelante H.) es responder con sinceridad y elegancia, es decir, sin hacer sangre, ni exagerar lo que le molesta o le preocupa. Pero tampoco se calla nada porque, en otro caso, la entrevista (más de cincuenta horas de conversación) sería un paseo, un bluff. Se habla, siguiendo un orden cronológico, de la vida y del trabajo de H., y se repasan sus películas, una por una, haciendo hincapié en lo más interesante, las condiciones de trabajo, de dónde surge el guión, qué pasa con los actores, cuáles son los aspectos técnicos más interesantes, qué acogida tuvieron sus películas, qué

Domingo de Ramos, domingo de nardos

  El Domingo de Ramos me recuerda al nardo, su olor penetrante y su extraña forma curva. Llevé flores de nardo en una de mis bodas, en el ramo y en la cabeza, y creo que el olor se expandía por todo el juzgado, por todo el salón donde almorzamos, en medio de caras desconocidas y risas amigables. El Domingo de Ramos era, hasta hace unos años, la rutina del paseo y el desencanto de no poder tomarte ni siquiera una cerveza: todo estaba lleno y no se nos había ocurrido hacer una reserva. Entrábamos en la iglesia de la O si había suerte y, si no, nos asomábamos a la puerta para vislumbrar siquiera al Cristo y a la Virgen. El Cachorro siempre tenía cola, era imposible verlo ese día y yo me preguntaba qué pasaba con el resto del tiempo, por qué el resto del año todo aquello vivía en la soledad. Por la calle Castilla seguíamos hasta San Jacinto y allí nos acercábamos a la Estrella. No hace falta entrar porque las puertas de la capilla siempre están abiertas y, es tan pequeña, que, desde fuera,

"Días de una cámara" de Néstor Almendros

Si eres un aficionado al cine, este libro no deberías perdértelo. El director de fotografía Néstor Almendros (Barcelona, 1930-Nueva York, 1992)  hace un repaso de sus películas de una forma magistral. No solo nos cuenta detalles del rodaje, los directores o actores, la forma en que llega a hacerla, sino también muchos aspectos técnicos que son de gran interés. Y, antes de eso, un repaso por su vida, llena de peripecias, desde su nacimiento en Barcelona, su llegada a Cuba, y sus vaivenes, entre Francia, Estados Unidos, Italia, Cuba y, de nuevo, Estados Unidos. Una vida viajera atada a una cámara . Una mirada al cine llena de amor y de comprensión.  (El pequeño salvaje, de François Truffaut) Los padres de Néstor Almendros se dedicaban a la educación, ambos fueron inspectores. Herminio Almendros llevó el método de Freinet a Cuba, después de que se marchara a ese país en 1939, cuando acabó la guerra. Su madre, María Cuyás, quedó en España con los tres hijos del matrimonio y fue deportada a

Zola y el Cuarto Poder

  Henri Fantin-Latour, Un atelier aux Batignolles, 1870. Musée d'Orsay, París. Expuesto en el Salón de 1870. Zola (cuarto desde la derecha) se une a una reunión de impresionistas bien vestidos, entre ellos Edouard Manet en el caballete, el sombrero de Pierre Auguste Renoir y Claude Monet a la derecha. Esta pintura disfrutó del sobrenombre de Jesucristo y sus apóstoles. Los pintores impresionistas, que en sus inicios fueron tantas veces expulsados del mundo del arte oficial de París, siempre contaron con el apoyo y la benevolencia de Émile Zola, amigo desde la infancia de un pintor como Paul Cézanne. Precisamente, uno de los retratos más fidedignos de Zola en su plenitud se la hizo el fotógrafo Nadar, en cuyo estudio se celebró la famosa exposición de los rechazados (Les Refussés), tras haber sido rechazados sus cuadros en el Salón Oficial.  (Fotografía de Émile Zola, Nadar) Aparece Zola en su lugar de trabajo, un sitio noble, con mesa labrada, pluma, estanterías cubiertas de libros

"El conde de Montecristo" de Alexandre Dumas

  Esta sí es una novela por la que el tiempo no pasa. Es una aventura tan fantástica, tan interesante, que por mucho que los años pasen nunca deja de tener su atractivo. Puedes leerla en cualquier momento, siempre te llegará un relato en el que están las principales emociones del ser humano, el amor, el odio, la venganza, la envidia, la justicia, el poder, la ambición...y también algunos personajes inmortales, como ese Edmund Dantés apresado injustamente, condenado sin juicio; o ese Abate Faría, un hombre que es, a la vez, sabio y práctico. O los malos, Danglars, Fernando Mondego, Caderouse, Villefort, auxiliados en sus acciones por otros que hacen de comparsa de la injusticia. También hay personajes buenos, como el padre del protagonista, el armador Morrel, la bella Mercedes Herrera que es su prometida, Alberto que es hijo de Mercedes... Todo comienza con la llegada a Marsella del bergantín "El Faraón", cuyo armador es Morrel. Edmund Dantés, como segundo oficial a bordo, se

"Una familia en Bruselas" de Chantal Akerman

  Título: Una familia en Bruselas Título original: Une famille à Bruxelles Autora: Chantal Akerman Traducción: Regina López Muñoz Acompañado del texto «Sólo nos queda el cuerpo», de la cineasta y montadora Diana Toucedo Enero de 2021, Tránsito Editorial (Directora: Sol Salama), 92 páginas La alarmante falta de comas en el texto puede hacer difícil su lectura, acostumbrados como estamos a que puntuar bien sea un requisito para la comprensión. No sé por qué la autora ha elegido ponernos las cosas más complicadas pero es así y, al fin y al cabo, es su elección escribirlo de esta manera y luego está nuestra propia elección, la de leerlo. Merece la pena hacer el intento porque hay emociones que son potentes y están aquí expresadas y están en nosotros mismos. Podría saltarme las comas al escribir que esto es así y se seguiría entendiendo igual. Al fin y al cabo, desde que Juan Ramón decidió crear su ortografía, todo lo que es "forma" parece entrar en el terreno de la duda. Esto es

Sir Walter Scott: el best-seller del XIX

  Aprecio a Walter Scott bastante más de lo que cabría esperar, habida cuenta de que no me gustan las novelas históricas . Pero ese aprecio, como sucede tantas veces, no es casual y tiene, por el contrario, raíces profundas. Durante varios años, siendo adolescente, su novela "Ivanhoe" era invariablemente el libro que me regalaban en un montón de ocasiones. Todo el mundo debía pensar que me iban ese tipo de libros. Desde luego que las ediciones iban variando, desde una sencilla y resumida (creo que también ilustrada) hasta la última que recibí, con pastas de piel roja y unas hojas finitas como las Biblias. Más tarde, hace algunos años, encontré otra edición de encuadernación muy noble que me compré yo misma y fue una gozada descubrir que todo aquello me parecía un volver a casa. No es que haya releído el libro, es que, casi, me lo sé de memoria. De modo que puedo hablar con conocimiento de causa de Ivanhoe, los sajones y los normandos, Lady Rowena, la judía Rebecca y su padr

Los libros de marzo

Entre las lecturas algunos libros maravillosos,  Objeto de amor , colección de cuentos de Edna O'Brien, l una auténtica maravilla, que voy leyendo poco a poco porque siempre encuentras cuentos que te interesan. Relatos son también los que contienen los libros memorialísticos de José Cenizo Jiménez ( Tipos de interés ) y Víctor Colden ( Veinticinco de hace veinticinco ).  Algunas lecturas no han sido novedades literarias, sino libros que tenía aparcados desde hacía algún tiempo:  "Protege a tus hijas" de Diana Tutton. Es un libro extrañísimo, yo diría que casi terrorífico, porque cuenta una historia desmesurada, una historia que bien podría valer para un guión de serie negra. Otro clásico es el que escribieron al limón Charles Dickens y su gran amigo Wilkie Collins, Los perezosos.   Además, algunas reediciones novedosas, como Insolación  de Emilia Pardo Bazán, con motivo de su efemérides.  A Pardo Bazán la están descubriendo ahora muchos lectores y este libro de Alianza E

"Algo temporal" de Hilary Leichter

  Esta es la primera novela de Hilary Leichter y el tema es muy original. También es muy actual. Lo que pasa cuando uno no tiene un empleo fijo y tiene que ir dando tumbos de un lado para otro. Claro que hay que saber contarlo. No basta con tener la experiencia, hay que fijarse bien y narrarlo. No sabemos cuál ha sido la experiencia laboral de Leichter pero sí que ha escogido un tema con el que mucha gente ha de verse identificada. Son los nuevos mitos de la sociedad del siglo XXI. Nada de largos años al servicio de una misma empresa (que, cuando se le ponen las cosas mal te larga a la calle sin contemplaciones), sino pequeños empleos, cortos, desapasionados, un poco de todo, que engordan el curriculum . He visto algunos de estos currícula de gente sin demasiada suerte que va atrapando de aquí y allá. Y es desalentador. No tener trabajo debe ser lo peor, o una de las peores cosas, que puede pasarle a una persona. Es una especie de anulación civil. Todo el mundo te pregunta qué eres

Efímero aroma

Lo que llaman las vísperas suena en forma de música de banda. La Semana Santa es música y cada uno tiene su propia melodía. La mía es La Isla y son momentos. Y un tiempo que me perteneció completamente. Imagen del Nazareno en la Plaza de la Iglesia: mi padre y yo esperando la salida. Las dos de la madrugada del Viernes Santo. Quién sabe si levante o si poniente. De noche, todos los vientos son pardos. Mi padre y yo apoyados en la pared de enfrente de la Iglesia Mayor, la gente a pie de calle. Mi padre y yo en silencio. Sale el paso. Es un Señor que carga con la Cruz y va sobre un montículo de amapolas y espigas, o quizás otro año sea de claveles rojos. El Nazareno tiene la piel oscura y, justo en el lado izquierdo, luce un moratón junto al pómulo, en recuerdo de cuando la cruz se desprendió de su eje y lo hirió sin mayor consecuencia. La gente peregrinaba para verle la cara y comprobar aquello. Yo también.   Suena la música y hay una banda militar, algo que ya es imposible ver. Miro a

"Los perezosos" de Charles Dickens y Wilkie Collins

De modo que estos dos, Charles y Wilkie , se ponen de acuerdo (es un decir) para escribir un libro "a cuatro manos". ¿Qué saldrá del empeño? Una novela descacharrante, divertida, llena de gags, de ironía y de escenas rocambolescas. Empiezas a leerlo y caes en su trampa. Intentas adivinar qué parte escribió cada uno de los dos amigos, con doce años de diferencia y una gran complicidad entre ellos. Pero, al final, te rindes y haces lo que se espera de ti: reírte a carcajadas.  La amistad de Dickens (1812-1870)  y Collins (1824-1889) comenzó en 1851 y duró hasta la muerte del primero. Ambos autores, que se conocieron por mediación del pintor Augustus Egg, llegaron a compartir escena actuando en una obra titulada Not So Bad As We Seem y escrita por Edward Bulwer-Lytton. Dickens era un escritor consagrado y Collins comenzaba su carrera, pero esto no fue obstáculo para que se entendieran de inmediato. Collins le prestaba grandes servicios a la hora de proporcionarle una coartad

"La pobre señorita Finch" de Wilkie Collins

  La editorial Alba ha editado varios libros de Wilkie Collins (Londres, 1824-1889). Este es un autor interesante, entre otras razones porque "creó" una novela psicológica, con suspense y misterio añadidos, que luego ha ido prosperando en otros autores y que hoy tiene mucho éxito. Algo gótico pero con toques de modernidad y vida cotidiana. Lo extraordinario en lo corriente, podríamos decir. También se dedicó, con menos aceptación, a la crítica social. Y fue un escritor tan prolífico que abarcó la novela, el relato corto, la obra de teatro y la no ficción, entre otras cosas biografías y libros de viajes. La biografía de su padre, el renombrado pintor de género y paisajista Williams Collins (Londres, 1788-1847) inauguró su carrera como escritor, después de haber estudiado Derecho y trabajado en una empresa dedicada al comercio del té. Williams Collins fue un pintor notable. En el Museo del Prado hay una obra atribuida a su mano, aunque con dudas. Se trata del Retrato de Fern