La verdad es que la vida de los Brontë (todos ellos, incluidos los padres y la tía Elizabeth) resulta más apasionante que los libros que han dejado escritos. Al menos, que las novelas más famosas, una de Charlotte ("Jane Eyre"), una de Emily ("Cumbres Borrascosas") y dos de Anne ("Agnes Grey" y "La inquilina de Wildfell Hall"), porque aunque estos son los títulos que asociamos siempre a su arte, escribieron tanto y tan intensamente que resulta imposible tener una idea general de esa obra, a veces dispersa, mezclada y confusa. Al público no ha llegado ningún libro de Branwell, el único hermano en un mar de chicas, al que todas mimaban y cuya educación fue la brújula primordial de la acción de su padre, el reverendo Patrick Brontë. Poca gente conoce que ese apellido, tan universalmente conocido, ni siquiera existió como tal, sino que constituye una invención megalomanía del propio Patrick, irlandés pobre trasplantado a la universidad de C
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