Hay libros que se te resisten. Con ellos no hay amor a primera vista, ni flechazo, ni entendimiento. Los abres y los dejas. Vuelves a acercarte a ellos y te rechazan. Los buscas y no quieren que los halles. También ocurre con las personas, pero, en este caso, no hay solución. Las personas no pueden conquistarse, ni cambiarse, ni engañarse. Pero con los libros puede uno tener paciencia. Esperar tranquilamente a que el viento cambie. Ahora sur, ahora oeste. Esperar y volver a la carga. Tener esa actitud voluntariosa de los estudiantes cuando una asignatura se les atraviesa. Nunca he sido una estudiante voluntariosa y por eso en esta ocasión "La hoguera de las vanidades" ha sido un reto para mí. Un reto que he logrado vencer. Y por eso, desde ahora, será uno de "mis libros". Esa vertiginosa sensación de que estás entrando en un mundo que no controlas, que tiene sus propias reglas y que tú no las conoces. Esos adjetivos malsonantes. Esos personajes atrabilia
¡Cumplimos 15 años! 2009-2024