Ir al contenido principal

Entradas

La huella de Camarón

(Foto de José Lamarca. Camarón y Paco de Lucía)  En agosto de 1992, apenas un mes después de la muerte de Camarón , se presentó en la Isla de León un número extraordinario de la revista "Sevilla Flamenca" dedicado a su figura. Fue un esfuerzo récord el que hicieron los hombres y las pocas mujeres que la gestionaban y escribían, hecho con el objetivo de estar presentes sin demora en el duelo del artista. Allí, en el transcurso del acto, se dirimieron dos posturas que, sin saberlo quizá sus protagonistas, han sido las referentes en el discurso intelectual del flamenco de las últimas décadas. Camarón o Mairena.   Enrique Montiel , biógrafo que sería poco después de Camarón en su libro "Camarón. Vida y Muerte del Cante", y Luis Caballero , cantaor, escritor y especialista máximo en este arte, tenían visiones diferentes de cómo la posteridad los trataría, no solamente a ellos, Camarón y Mairena , sino a sus discípulos. Sostenía Luis Caballero el carácte

Hay historias que no interesan a nadie

  La fotógrafa de Life Nina Leen posa con su cámara Rolleiflex en 1949  Los llamo escritos y también historias. Las vengo escribiendo desde muy pequeña. Están en hojas sueltas que se guardan en carpetas, en libretas y cuadernos, en el ordenador, en mi blog. Una especie de prosa poética, cosas imaginadas que se mezclan con cosas vividas o que debieron vivirse, anécdotas, pensamientos, acontecimientos que fueron y vinieron, un poco de todo. En muchos de ellos está la familia, están amigos y amores, en otros gente anónima, en otros gente desconocida. Las ordené por temática y por época y están organizadas, tituladas, solo a la espera de que se publiquen. Tienen títulos atrayentes y son emocionantes, tienen calidez y cuentan cosas que pudieron suceder e, incluso, sucedieron. Historias. Memorialistas y poéticas. Diaristas y llenas de sal y con agua fría en ocasiones y en otras un chorro de sol para compensar. Amor, desamor, engaño, espera, duelo, amistad, tiempo, pasado, esperanzas, vida...

Tamara de Lempicka: frío glamour

  Tan espectacular en sus posados fotográficos como en su obra Tamara de Lempicka es una de esas artistas que se reconocen sin ser un experto en arte. Su estilo es, lo que se llama, inconfundible. El art-déco pasado por un diálogo con el color que nos trae vigorosos verdes, azules, rojos y anaranjados, puestos al servicio de la sensualidad femenina y de espectaculares puestas en escena. La mayoría de sus cuadros tiene a las mujeres como protagonista y ella misma aparece en extraordinarias poses captadas por eminentes fotógrafos.  Aunque no fue fácil que su pintura tuviera reconocimiento, cuando lo logró ella fue muy consciente: “Fui la primera mujer que hizo pinturas claras y evidentes; y ese fue el secreto del éxito de mi arte. Entre cien cuadros, es posible distinguir los míos. Y las galerías comenzaron a ponerme en sus mejores salas, siempre en el centro, porque mi arte atraía al público”.  Su biografía es tan exótica como sus cuadros. Ella ocultó datos sobre su lugar y fecha de nac

"Hypnos en la ventana" de María Sanz

  Hay novelas mediocres, regulares y malas que incluso pueden leerse con cierta benevolencia y  te entretienen. La novela admite muchos grados y no siempre la calidad se corresponde con el número de ventas o con los premios. Pero la poesía es otra cosa. La poesía mala no es poesía. La poesía no resiste la podredumbre, no resiste los juegos malabares ni resiste el error. Un mal poema, un mal libro de poemas, no es poesía y se deshará como un azucarillo en el agua por mucho que se pretenda detener su caída arrojándole un salvavidas.  Tampoco admite modas. La buena poesía se escribe con tinta indeleble, con sentimientos elaborados y construidos desde hace mucho, prácticamente tanto tiempo que ya no se puede recordar. No confundir con la emoción, por favor, que el sentimiento requiere trabajo, asentamiento, lucha y forma, mientras que la emoción se basta sola para lanzarse al vacío. Las emociones son tuits y los sentimientos, tratados.  Si no hay error, este es el número treinta de los lib

Austen entre amigos

  La idea fue de la sevillana Librería Palas, que a mí me parece que es austenita confesa y en la que he comprado muchísimas veces. Durante un tiempo fui vecina, los años que viví en Los Remedios, que a mí es un barrio que me encanta y al que siempre vuelvo con la emoción de lo que te trae felicidad. He paseado por la calle Asunción mis penas y mis alegrías, siempre en charla animada con amigas, que han escuchado mis cuitas igual que yo las suyas. La calle Asunción, ahora y antes, es un antídoto contra todo. Lo llamábamos de esa forma: la medicina Asunción. Las amigas, Luz, Gabriela, Alma, Dulce, Lorena, Patri, Ana, Gema, la pandilla de estudiantes de arte y de historia de américa, las amigas...Y los amores, esos amores contrariados, esos amores perdidos, esos amores renovados, esos amores no vistos, esos amores que nos llevaban muchos años, esos amores que nos invitaban a un martini seco, esos amores... Así que Palas no podría tener mejor ubicación, mejor lugar para mostrarnos un para

"La herencia de los Ferramonti" de Gaetano Carlo Chelli

  Pues ya tenemos aquí el caso de un hombre olvidado, de un escritor que en su día publicó y tuvo buena acogida pero que recorrió el territorio del olvido durante años. Exactamente igual que le sucede a muchas mujeres que escriben. Gaetano Carlo Chelli es otro de esos ejemplos en los que alguien redescubre una obra y con ella a un autor. Veamos:  En 1976 Mauro Bolognini rodó la adaptación cinematográfica de "La herencia de los Ferramonti" . Está protagonizada por Anthony Quinn, Dominique Sanda y Fabio Testi en los principales papeles. En España se estrenó un año después con el título "La herencia Ferramonti".  La historia que se narra en el libro es sencilla. Una familia de la pequeña burguesía romana vive una guerra interna que no parece tener final entre el padre y los hijos. Lo peor de cada uno sale en esta contienda de las emociones que tiene una grandísima relación con el cálculo y el interés, porque el cabeza de familia ha conseguido hacer una fortuna con su

Tiempo de ropa tendida

  (Foto: Alfileres de la ropa. C.L.B.) Mi madre y sus amigas, vecinas de mi calle de la infancia, tenían una curiosa forma de prevenir la escucha por parte de las niñas de sus comentarios subidos de tono o subidos de sabe Dios qué. Cuando se sentaban en la cocina y aparecíamos alguna de nosotras siempre surgía quien avisaba con rapidez de que "hay ropa tendida". En ese momento cambiaba el tono de la conversación, hacían como si estuvieran hablando del tiempo o se reían sin venir a cuento. Una maniobra de distracción que quizá diera sus frutos en algunos momentos pero que en otros no servía para nada. Yo, al menos, enhebraba palabras sueltas y comentarios oídos al trasluz para componer una historia que, seguramente, ni siquiera era verdad pero merecía serlo.  Yo envidiaba aquellas conversaciones, aquellas charlas improvisadas en que ellas estaban en su salsa y disfrutaban de un contenido que nos estaba vetado a los niños. A las niñas, en realidad, porque los niños no asomaban

Había un jazminero junto a la casa

  (Foto: C.L.B.) El jazminero había decidido escaparse. La casa de al lado lo había perdido y se encaramaba en la nuestra, como un visitante inesperado que hubiera encontrado su sitio. Buscaba el aliento de las plantas de nuestro huerto aromático, el perfume de la dama de noche, el sonido de las estrellas al reflejarse en las rosas. Había rosas de todos los colores, colores densos y colores abiertos, rosas de las de siempre y rosas con formas nuevas. Todo el jardín se mostraba como una enorme pintura que alguien hubiera compuesto inspirándose quién sabe en qué. Pero era el jazminero el que supo completar la mayor osadía y se asomaba sin aviso por ese jardín en el que se sentaban, al caer la tarde, en la hora indecisa del crepúsculo, las damas de provincia que tenían a bien conversar sobre los asuntos del día. Todas ellas eran infelices y todas ellas habían sufrido de amores. Pero el paso del tiempo las convirtió en serenas poseedoras de la sabiduría y rompió el hechizo que las condenab

Los ojos de Jane

  (Pintura de Eugene de Blaas) Si hay alguna dolencia recurrente en la biografía de Jane Austen esa es la que afecta a los ojos. Padecía una conjuntivitis crónica que le duraba semanas y le impedía leer y escribir. Ella misma afirmaba que tenía los "ojos débiles" y que se le ponían mucho peor con el polvo de los salones de baile. En numerosas ocasiones hace alusión a ello sobre todo para quejarse de que le impide realizar la actividad que más le gustaba, la lectura y, además, la escritura. "Mis ojos han estado muy deteriorados desde la última carta, pero ahora mejoran de nuevo" dice en la carta número 18 escrita entre el 21 y el 23 de enero de 1799. No se trata de una dolencia sobrevenida sino que la tuvo desde siempre prácticamente.  Esto le proporcionaba molestias que a ella le afectaban enormemente porque no la dejaba leer ni tampoco escribir. La lectura era su mayor placer y siempre se quejaba de que leía menos de lo que debía, aunque sabemos que era visitante a

Lo que comía Jane Austen

  Cesto con frutas, de Caravaggio, 1596, Pinacoteca Ambrosiana de Milán Se sabe que a Jane Austen le gustaba beberse una buena copita de vino con las comidas y que durante los años en que vivió en Chawton era ella precisamente la encargada de controlar la llave de la bodega. En esos años escribió tanto y durante tantas horas que su madre y su hermana le permitieron librarse un poco de otras faenas que ocupaban más tiempo, pero nunca dejó de colaborar en el mantenimiento doméstico de la casa.  Una de los aspectos más destacados de la asistencia a bailes o cenas en aquel momento era, precisamente, poder degustar manjares menos habituales de los que se comían en la casa. Una buena provisión de verduras y de animales de granja estaba asegurada en la vicaría de Steventon y desconocemos cómo se organizaban las compras en los años de Bath. Pero sí hay noticia en algunas de sus cartas de esos manjares especiales que merecían por ello ser detallados  en sus misivas.  Algunos de esos alimentos e

"El despertar" de Kate Chopin

  Kate Chopin es una casi desconocida escritora, que cultivó la novela y el relato. Para captar la esencia de su obra hay que remitirse a su biografía, inusual y llena de peripecias que merece la pena conocer.  Katherine O'Flaherty Faris  (1850-1904) era su nombre real y nos evoca ascendientes irlandeses. Así era por parte de padre. La historia del padre es bastante desgraciada porque murió cuando ella tenía tan solo cinco años.  Thomas O'Flaherty  fue uno de los fundadores del tren del Pacífico, y estaba a bordo del tren en su viaje inaugural cuando un puente sobre el río Gasconade se desplomó. La familia vivía en el estado de  Missouri , en concreto en San Louis, donde había nacido  Kate . La madre era una criolla francesa, muy asentada en la comunidad y ello permitió que también la niña tuviera una interesante vida social en  San Louis . Entre esta ciudad y Nueva Orleáns transcurrió su vida. Asimismo, estuvo escolarizada y adquirió cierta formación, importante para el tiempo

"Ventisca" de Marie Vingtras

  Ventisca Marie Vingtras NORDICAlibros. Colección Otras Latitudes Traducción de María Teresa Gallego y Amaya García Gallego Imagen de cubierta: Alaska. Fairbanks. December 2006. Autor: Mark Power. Magnum Photos.  Primera edición: marzo de 2023 Título original: Blizzard                                              ¿Qué nos cuenta este libro? Un pequeño pueblo de Alaska. La naturaleza está revuelta. La tormenta de nieve está afectando a la vida de los habitantes. Una enorme ventisca. Entonces desaparece un niño. Iba de la mano de Bess y, en un momento, mientras ella se ata los cordones de los zapatos, el niño se suelta de su mano y ya no está. Hay entonces un revuelo, porque hay que encontrar al niño cuanto antes.  ¿Cómo se cuenta la historia? La historia se cuenta a varias voces. Bess, Freeman, Cole, Benedict, se alternan en la narración. Cada uno de ellos cuenta lo que está pasando y deja traslucir lo que son. Es, por tanto, una doble visión, hacia dentro y hacia fuera.  ¿Qué hay que

No me cuentes si te vas

Si acaso alguna noche, cuando estés lejos de mí, decides ir en busca del amor no me lo cuentes no me cuentes si te vas a la caza de algo que yo no tengo no me digas si en las noches hallaste esplendor o decepción no me expliques tus dudas ante la belleza de las mujeres o ante su estupidez no me lo cuentes.  Si acaso alguna noche, después de enviarme una sonrisa en forma de dinosaurio alado, decides salir al mundo en pos de un abrazo que no es el mío no me lo cuentes no me cuentes si la noche fue fructífera, si te decepcionó, no me digas si alguien te miró de un modo especial no me expliques tu desazón ni tu desesperanza ante la gente extraña no me lo cuentes. Deja que el silencio se aposente entre nosotros cuando no haya besos que compartir. 

Si te regalan rosas

Si te regalan rosas que no sea por agradecimiento. Que no sea para decirte que eres buena persona, para recordarte que fuiste generosa en un momento. Si te regalan rosas, que no signifiquen que tienen pena de observar tu mirada asustada, que se compadecen de tu cuerpo desnudo de abrazos, que tienen consideración por tus amargas lágrimas. Si te regalan rosas que no sea porque hiciste algún favor, porque te asomaste el abismo solo por alguien, porque guardaste tu corazón debajo de un zapato. Si te regalan rosas, que no sea por rutina. Que no sean por un día señalado. Que no sean por costumbre. Que no sean por obligación. Si te regalan rosas que no sean para expresar que tienen miedo de perderte, que no sean para retenerte si no quieres estar, que no sean para evitar que compartas tus sueños. Si te regalan rosas, que no sean por orgullo, que no sean por desidia, que no sean por desdén, que no sean por costumbre, que no sean porque quieren engañarte con un perfume inexistente. 

Presentación de "Las mujeres en Austen" en Sevilla