Abro la estantería y me la encuentro. Rodeada de libros, como ella. Con el gesto tranquilo, como ella. Sobre la cálida madera, con aire coqueto, con el pelo alborotado y rubio. Tiene un vestido en tonos azules, los calcetines rojos a juego con la pequeña bufanda. Tiene un sombrerito blanco. Está hecha de retazos. Trozos de tela, restos de lanas, agujas enhebradas, imaginación y sueño a raudales. Es la última muñeca que ella inventó. Sus manos usaron por última vez, antes de que el olvido hiciera que todo fuera tan difícil, las tijeras, el hilo, la aguja y el dedal. Se le ocurrió en un momento de tranquilidad, un instante de esos en los que no hay nada que hacer. Imaginó cómo sería su cara y una línea roja es su boca y unas líneas negras son sus ojos. Está seria, como ella en sus últimos años, porque la desmemoria también impide reír. La muñeca está aquí, junto a Jane Austen, Ferrante y Helen Fielding. Este sitio le gustaría. En su estantería blanca, allá en ese lugar donde
¡Cumplimos 15 años! 2009-2024