El espacio dorado de la playa, el sol poniente, la sombrilla, la falda airosa, la blusa que se mueve con el viento. Los ojos llorosos que se llenan de un deseo insatisfecho. Un juego prohibido que termina mal. Unas manos que ansían la caricia que no es posible obtener sin perderlo todo. Una traición, quizá. Una búsqueda. Un sentimiento que no cabe en el corazón, que va más allá. El miedo, ese compañero molesto e invisible. El deber. La lucha. La conquista. Todo. La hija de Ryan es la historia de una elección. Se colocan en dos recipientes de cristal los ingredientes. En uno de ellos, la tranquila serenidad de un esposo maduro, la protección del hogar, la aquiescencia con las mentes biempensantes y el respeto a la tradición de tu propio pueblo. En el otro, un recipiente quizá más tumultuoso, más movido, en el que afloran las contradicciones y el asombro, está la pasión no vivida, el fervoroso abrazo de los cuerpos, la vida que se escapa, el amor en su cumbre más alta, la afir
¡Cumplimos 15 años! 2009-2024