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La construcción del relato en la ruptura amorosa

(Los amantes. Pablo Picasso) Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaj

Sigue libre tu camino

Buscaba yo la forma de contar algo y en esa búsqueda me surge una frase en forma de amiga que está ahí aunque no se vea. Y es la frase la que da lugar al título y es el resumen, la glosa, todo. Sigue libre tu camino. Puede parecerte una exageración pero tienes que construirte un relato del fracaso. No puedes fracasar sin explicarte, sin explicarlo. Las interrogaciones tienen que cerrarse y convertirse en alguna clase de certeza, no demasiada, pero alguna, ligera, liviana, abierta, dulce. Una certeza sobre ti y lo que te rodea. Por qué me dejé engañar. Por qué permití que me utilizara. Por qué creí sus mentiras. Por qué pensé que yo era la culpable. Todos los porqués se condensan en una única pregunta que tienes desesperadamente que responder. Por qué a mí.  Así, primero llegará la decepción y luego el desengaño, un escalón más. Luego las preguntas que abren las heridas. Después el llanto inmenso. Te hundirás en una ciénaga de sentimientos informes y tu cuerpo dejará de ser par

"Golpéate el corazón" de Amélie Nothomb

Acaba de salir la última novela de Amélie Nothomb (Bruselas, 1967), publicada como las anteriores por la editorial Anagrama en su colección Panorama de narrativas. Se trata de una escritora inquietante, correosa a veces, limpia en muchas ocasiones, diversa, curiosa, extraña, quieta, certera. He leído algunos de sus libros y penetrado un poco en su mundo literario pero siempre hay sorpresas y este libro es una de ellas.  El tema central es la relación entre madres e hijas. He de decir que es una cuestión tan difícil de analizar sin caer en la mentira o en la ocultación que cada una de nosotras, las lectoras de este blog, podríamos escribir nuestra pequeña historia personal. Las madres y las hijas habitan en un mismo espacio pero tienen diferentes sentimientos, ven las cosas de distinta forma y son, en suma, seres opuestos que pueden o no llegar a encontrarse alguna vez. Conozco muchos casos de madres e hijas que se odian, otras que se adoran, otras que se soportan, algunas que

El hilo dorado

("Tristeza", Ramón Casas) Miró hacia atrás y no halló nada. Tenía sesenta y seis años, nueve hijos y acababa de quedarse viuda. Miró a su alrededor y no halló nada. La casa tenía un aire espectral, el mismo que adquirió cuando todos supieron que él iba a morirse. Nadie advirtió los síntomas, nadie supo que algo le pasaba, salvo por una leve tristeza y un cansancio nuevo. Ni ella lo supo y era la mujer con la que había convivido más de cuarenta años. La enfermedad cayó como una losa porque ese hombre generaba a su alrededor todas las unanimidades, era la fuerza que hacía brotar los días y el aire que movía las hojas. Las hijas lloraban a escondidas, los hijos se asustaron. Eran los más jóvenes y tenían poca experiencia de la vida. Un parasol de dicha los había cubierto hasta entonces. Ella supo que todo se acababa un día que encontró al hombre desnudo, sin poderse mover, mientras dos de sus hijas lo aseaban. Aquello le rompió el corazón. Siempre había sido tan pudoros

Rosalía

Otra vez. De nuevo. ¿Qué es esto? ¿Flamenco?  La historia del flamenco está llena de estas preguntas, de estos momentos que tambalean, aunque sea en apariencia, sus cimientos. El flamenco es una música (por encima de todo, una música) que lleva más de doscientos años curada de espantos. Los flamencos llevan el mismo tiempo haciendo “cositas” que espantan a unos y enardecen a otros. De modo que estamos otra vez ante el rito del desconcierto, de la división de opiniones y de las cátedras que se tambalean.  Primera conclusión: lo de Rosalía no es nada nuevo. Es otra vez algo nuevo, cosa muy distinta. ¿Qué significa nuevo? ¿Hay algo nuevo en el arte a estas alturas? ¿Van de nuevas los arquitectos que hacen gigantescas torres circulares u ovaladas queriendo tocar el cielo, cubiertas de ventanas, forradas de aluminio? Lo nuevo y lo viejo. Lo bello y lo feo. Lo sublime y lo falso. Y para más inri: el flamenco y lo aflamencado. O, aún peor, el flamenquito. Pamplinas de la Plaza Mi

La literatura de viajes y lo andaluz

La literatura de viajes es una fuente obligada para adentrarnos en el estudio de las ciudades y los países a lo largo del siglo XIX. Además de todo lo concerniente a rutas turísticas, monumentos o paisajes, es importante tener en cuenta que en esos libros se hallan valiosas referencias a los tipos, las costumbres y la cultura de los países. Por ello, a la hora de encontrar datos que nos ilustren sobre Triana y el flamenco, tenemos que comenzar nuestro recorrido por estos escritores.  Aunque, desde antiguo, existen relatos que narran las peripecias de los que llegan a un lugar extraño, es en el siglo XIX cuando los libros de viajes se convierten en un género, por su abundancia y por el interés que despiertan en los lectores. Son libros que se publican por entregas en revistas y  periódicos, reflejando mundos ajenos con una mirada que no los reconoce como propios y que, por ello mismo, repara en lo que los paisanos no tienen como importante.  En el caso que nos ocupa, po

Elefantes, martinis y canciones de amor

(Claudine Longet, la chica dulce del guateque) Imagino la cara que debió quedársele a Hrundi V. Bakski cuando, después de ser expulsado del rodaje de una película que supuestamente tenía lugar en el desierto  (que es un sitio lejano, con mucha arena, donde no se usan relojes de pulsera), recibe una invitación del productor de la misma para un party en su mansión de las afueras de Hollywood. No lo he hecho tan mal, pensaría. Al fin y al cabo, cualquier puede cometer un error…o dos. En este caso el error era la voladura anticipada de los estudios donde se rodaba la película en cuestión. Miles de dólares gastados en humo. Los estudios son, por supuesto, los de la Warner Bros. la productora de la película que se está rodando y la de “The Party”, que es la película de la que escribo. Cine dentro del cine, como se dice. Cine cómico dentro de cine histórico.  El caso es que Bakski, con un enorme parecido a Peter Sellers pero con el rostro maquillado en el tono más oscuro que L´Or

¿Por qué escribo reseñas de libros?

(Fotografía para Life de Nina Leen) La pregunta no es ¿por qué leo libros? sino ¿por qué, después de leer un libro, escribo sobre él? Me guardo mucho de llamarlo "crítica". Más que nada porque si un libro no me gusta lo olvido de inmediato, incluso dejo de leerlo en cuanto percibo que aquello no marcha. No soy una lectora sacrificada de esas que empiezan un libro y se imponen la penitencia de leerlo. Si en las primeras páginas, mejor aún, en las primeras líneas, no detecto esa conexión, ese algo que me atrapa, suelto el libro y me olvido de él.  Hay, sin embargo, algunas "segundas oportunidades". Me ocurrió con "La librería" de Penelope Fitzgerald. En un primer momento lo leí casi arrastrándome y ni siquiera le presté atención porque me olvidé del argumento enseguida y no era capaz de encontrar los cabos sueltos. Cuando pasó algún tiempo y se rodó la película sobre el libro, que dirigió Isabel Coixet, me sentí imbuida en su espíritu y, después

Demasiado blando para ser sheriff

Lo que más me llama la atención de esta película es Sylvester Stallone en su papel del sheriff Freddy Heflin. Pero no un sheriff usual, de esos que entendemos como normales en los Estados Unidos. Además de sheriff, o quizá por eso, es un buen hombre, pacífico, sin ganas de gresca y muy enamorado de una mujer que se ha casado con otro y por la que perdió la audición de un oído. Esto le ha imposibilitado ser un verdadero policía, que era su gran deseo. Así que aquí está, en el pueblo de Garrison, creado exprofeso para que vivan lo más tranquilos posibles muchos policías que trabajan en la zona de Nueva York.  Tampoco Robert De Niro hace uno de sus papeles usuales de capo de la mafia, de matón o de jefe de lo que sea. Este Teniente Moe Tilden, de Asuntos Internos, implicado hasta el fondo en un asunto raro que quiere descifrar caiga quien caiga, ofrece una cara menos estereotipada del actor, que no ha debido engordar ni adelgazar ni simular otro acento. Su físico es el de él mismo.

"El ladrón de orquídeas" de Susan Orlean

"El ladrón de orquídeas" es el libro más conocido y admirado de Susan Dorlean (Cleveland, Ohio, 1955). Esta periodista y escritora lleva escribiendo en la maravillosa revista The New Yorker desde el año 1982. Como tantos americanos, procede de una familia de emigrantes judíos de Europa del Este y tiene una importante formación inicial, en historia, literatura y periodismo. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine y con gran éxito. La editorial Anagrama acaba de re-publicar el libro, en su colección Compactos, veintiún años después de su publicación original en 1998 y diecisiete años más tarde de la primera publicación en la editorial, en 2001, con la traducción de Txaro Santoro y Cecilia Ceriani. Orlean utiliza registros muy variados en su escritura, tanto reportajes, como libros de viaje, artículos, ensayos y crítica literaria, al tiempo que ficción.  "El ladrón de orquídeas" tiene un extraño tema. Presenta a un personaje curioso y estrambótico, el cu

No es amor el amor que muda a cada instante...

Marianne Dashwood sale de la casa, de la pequeña casa en que ahora vive con su madre y hermanas. Se dirige andando por el bosque sin árboles, por una extensión verde sin aristas, a la loma desde que la que se divisa la casa de Willoughby. La mira con los ojos llorosos y entonces la lluvia comienza a caer con enorme fuerza. Es una lluvia densa de nostalgias. Una lluvia que arrasa, que hipnotiza, es la lluvia que le trae otros recuerdos, el tiempo de las risas y los besos, otro tiempo.  Se queda hipnotizada recitando por dentro los versos que leyeron juntos en esos días en los que compartían una forma distinta de contemplar las cosas. Recita los versos y el soneto se convierte en la banda sonora de sus sueños perdidos. Lo ha dejado atrás todo. Ya no tiene alegría. El vestido se ondula con el viento, la capa se estremece. Un lazo en el escote se ha vuelto una finísima tira chorreante. Nada le importa. Ella es la juventud y quizá por eso no entiende que su amor se haya convertido

"La dependienta" de Sayaka Murata

(Pintura de Kano Eino) Una vez, hace algún tiempo, escribí la historia de una chica japonesa que tenía una tienda de flores. La chica, que se llamaba Keiko, tuvo que cerrar la tienda porque algunos competidores malvados no la dejaban vivir. Así que se marchó de su casa y se acomodó entre telas allá en el barrio de los pobres. Una muestra de dignidad oriental que nos puede resultar, incluso, dudosa. La historia se llamaba, se llama, El tiempo de los cerezos en flor. Desconozco el motivo por el que me atrae tanto la literatura japonesa, esa mezcla de exhibicionismo y misterio; de ocultación y evidencia. Las novelas negras de los autores japoneses siempre parecen temer que se saque a la luz demasiado y que se esconda lo relevante. Los nuevos autores tienen la intención aparente de conservar ese halo de originalidad dentro de unas temáticas nuevas que se ponen en colisión con la forma de vida occidental y la conmueven.  La dependienta de Sayaka Murata se llama también

Una historia por entregas: "Querido Humphrey Bogart" (y 3)

(Fotografía de Nina Leen) CAPÍTULO 3 ..."Esas frases “Tengo que hablarte. De algo. En fin…” me pusieron extremadamente nerviosa. No le pregunté. Simplemente le sugerí que me lo contara por teléfono, pero él se negó, ya lo he dicho, así que tuve que esperar a vernos. Y no era fácil. Su vida está montada alrededor de una agenda muy cargada y, además, dedica mucho tiempo a estar encerrado escribiendo. Eso es lo básico en su vida. Sus libros. Los demás solemos estar de relleno, como un decorado que uno cambia de vez en cuando. A veces los decorados se llenaban de gente y yo no tenía sitio. En ocasiones, me caía fuera de las bambalinas… Una semana después nos citamos en un restaurante de platos grandes y cuadrados. Era un mediodía muy caluroso del mes de abril. Abril es mi mes favorito. No solo porque cumplo años, sino porque significa el final del invierno y la llegada de un tiempo más alegre. La ropa cambia, la luz cambia, todo se convierte en otra cosa. Me encan