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"La hoguera de las vanidades" de Tom Wolfe

Hay libros que se te resisten. Con ellos no hay amor a primera vista, ni flechazo, ni entendimiento. Los abres y los dejas. Vuelves a acercarte a ellos y te rechazan. Los buscas y no quieren que los halles. También ocurre con las personas, pero, en este caso, no hay solución. Las personas no pueden conquistarse, ni cambiarse, ni engañarse. Pero con los libros puede uno tener paciencia. Esperar tranquilamente a que el viento cambie. Ahora sur, ahora oeste. Esperar y volver a la carga. Tener esa actitud voluntariosa de los estudiantes cuando una asignatura se les atraviesa. Nunca he sido una estudiante voluntariosa y por eso en esta ocasión "La hoguera de las vanidades" ha sido un reto para mí. Un reto que he logrado vencer. Y por eso, desde ahora, será uno de "mis libros".  Esa vertiginosa sensación de que estás entrando en un mundo que no controlas, que tiene sus propias reglas y que tú no las conoces. Esos adjetivos malsonantes. Esos personajes atrabilia

"La librería encantada" de Christopher Morley

"La librería encantada" es la segunda entrega de las aventuras de Roger y Helen. La primera aparece en el encantador "La librería ambulante". Ambos títulos son definitorios de su contenido pero, para disfrutar de ellos, hay que zambullirse de plano en sus pormenores. En el primero de ellos nos encontramos al librero Roger Mifflin que decide vender su librería con ruedas, su yegua y su perro a la inquieta Helen McGill, cansada de una vida rutinaria que pretende cambiar de un plumazo. Ahora, en este segundo tomo, algunas cosas han cambiado, aunque no el espíritu romántico y cotidiano con el que se mira a los libros y a la lectura.  La Librería Encantada está en Brooklyn y ha terminado así el periplo viajero de ambos con sus libros a cuestas. Un sueño se ha cumplido, el sueño de tener, en ese espacio precisamente, en ese barrio multicolor y cosmopolita, un sitio donde los libros reinen. Y con ellos, la ilusión y la imaginación plenas. Esas recomendaciones atin

Tardes de copla y trajín

(George Owen Wynne Apperley. Pintura) Entre versos del poeta de Orihuela, letras de cantautores, cine clásico, emergía la copla. Historias desgarradas que, en su voz de caramelo, parecían más livianas, más leves y sencillas. Mujeres imposibles, romances engañosos, vida petrificada en una emoción única, sueños incumplidos, quereres, entrañas, hijos desesperados, voces junto a las cunas, hombres terribles, mentiras, la copla.  Las tardes tenían el suave movimiento de un trajín acompasado que carecía ya de la rapidez de la mañana y se tendía sobre la hora de la siesta y sobre el atardecer como si esperara el arrullo de las olas. Las voces tenían un toque de tragedia a veces. Quién no ansiaba un amor como aquellos que rondaba los oídos de las niñas. Ellas eran las espectadores indecisas de un paraíso anunciado en el que habría galantes caballeros y esperanzas correspondidas. La copla.  Así esa mujer de blanca piel, ojos oscuros y manos llenas de veladas primaveras, desgrana

"El manantial" de Catherine Chanter

Siempre saludo con alegría el nacimiento de un nuevo escritor. En este caso, este es el primer libro de Catherine Chanter (West Country, Inglaterra, 1959) que, antes de esta novela, solo había escrito guiones. La crítica ha considerado que se trata de un libro adictivo, sorprendente y que entusiasma. La trama tiene tanto de indagación psicológica como de misterio o suspense. Es un híbrido, como ocurre con tanta literatura, difícil de encasillar pero que resulta interesante de leer, que distrae, entretiene y engancha.  Un aire de utopía lo cruza. Los protagonistas, la pareja formada por Mark y Ruth Ardingly , así como su pequeño nieto Lucien , llevan a cabo un éxodo anunciado por los profetas del cambio climático y abandonan Londres para instalarse en un paraje aparentemente idílico y lleno de promesas de bienestar. El lugar elegido está presidido por una fuente innegable de vida, un manantial, que da título a la obra y que representa el logro de las aspiraciones de esta par

El viento teje rosas

(El nacimiento de Venus. Botticelli. 1482-84) Simonetta Vespucci convertida en la diosa del Amor recibe el soplo de los dioses alados y así, desde una venera que pisa con delicadeza de ángel, surge a la vida, mientras una ninfa aguarda para cubrirla con un manto floral. He aquí la escena que ahora rememoro mientras el viento sur, el que trae la lluvia, golpea los cristales de mi ventana y lanza un silbido contundente. Estoy aquí, parece decir sin otro motivo que asustarme. Estoy aquí y ahora tengo en mis manos el poder de lograr que ese hombre se arrebuje en su abrigo, que esos niños abandonen la plaza y que aquella anciana de gesto triste acelere el paso para llegar cuanto antes a su refugio.  Abandoné mi tierra y sus vientos hace años, el tiempo en que esperaba que la vida escribiera capítulos de fuego y de esperanzas. La dejé atrás y con ella el conocido olor de las salinas cuando el levante hacía su aparición triunfal en los días de la feria y la humedad sagrada de la

"Viaje a Virgenia" de Armen Melikian

Para que luego digan que no existe la Tercera Cultura. Que la mezcla, la unión, la simbiosis, entre Ciencias y Letras no es una realidad. Basta conocer el itinerario profesional del autor de este libro, de "Viaje a Virgenia", con cuyo título hay que tener cuidado, porque el ordenador se empeña en escribir "Virginia" y el buscador te remite a Virginia Wolff, cómo no.  Armen Melikian (1963) se dedicaba arduamente a las ciencias exactas, en concreto a las matemáticas, la geometría analítica, la física matemática y la topología, cuando decidió subvertir su tarea y adentrarse en el proceloso mundo de la literatura. Desde Los Ángeles (California, USA) donde vive, ha lanzado este libro que, hasta este momento, ya ha obtenido un buen número de reconocimientos y premios.  De título original "Journey to Virginland" el libro, que ha traducido al castellano para la editorial Armaenia Elia Maqueda López, es una auténtica rareza. Como todas las rarezas te p

Manual de abrazos para tipos difíciles

(Quentin Bell reading. Vanessa Bell) Ella se había quedado anonadada por esa manera extrañar de mirar que él usaba. No tenía miedo, pero sí una prevención absurda. Desde que lo conoció supo que ese hombre la haría sufrir. Un cierto aire de desvalimiento y una sonrisa casi infantil fueron las cartas de presentación que él puso sobre la mesa en una reunión social cuyo objetivo ni siquiera recuerda. A estas alturas, en pocas ocasiones le es dado disfrutar de la experiencia de verse rodeada de gente interesante. Pero ese tipo no tenía ninguna pretensión ni se hacía notar. Más bien estaba en ese discreto segundo plano que tanto puede significar aburrimiento que fastidio. O ambas cosas, pensó ella entonces. El caso es que se unieron y que, desde entonces, ella está cursando una difícil asignatura que el día en que él la besó se convirtió en un bonito reto. Escribe así una letanía de instrucciones para que él entienda que, por mucho que los aires del pasado lo azoten, por mucho que lo

El vuelo de Cervantes

(Foto: Europa Press) Una compañía aeronáutica de Noruega ha homenajeado a Miguel de Cervantes en este su año recordatorio con la impresión de su imagen en la cola de sus aviones. Es una iniciativa que ya ha puesto en práctica esta compañía con otros personajes de la historia y que expresa la universalidad del genio español y su consideración a escala planetaria. Esto sí es una conjunción de astros, la coincidencia de las celebraciones por la efemérides de las muertes de Cervantes y de Shakespeare.  Los expertos se están dedicando, con este motivo, a escribir sobre ello. Cervantistas y afines desmenuzan detalles de su vida y su obra, quizá no con el despliegue que merecería y, sobre todo, da la impresión de que se sigue ahondando poco en su biografía, oculta casi por la inmensidad del personaje que creó. He dicho muchas veces que El Quijote ha engullido a Cervantes. Que la fuerza literaria y evocadora del manchego ha trascendido las páginas del libro y ha saltado a la reali

"La dulce envenenadora" de Arto Paasilinna

¿Existe el humor escandinavo? Arto Paasilinna parece empeñado en demostrar que sí. Desde "Arsénico por compasión" el Capra de 1947 con Cary Grant y un arsenal de inocentes viejecitas, la asociación anciana-transgresión es un recurso humorístico de primera, aunque no siempre bien explotado. En este caso tenemos a la octogenaria Linnea Ravaska que, harta de que unos desaprensivos se queden impunemente con su pensión, se convierte en una señora de armas tomar, armas de mujer, diría la mismísima Melanie Griffith, bastante antes de banderizarse en "Two Much" y en la vida real.  Lo peor de todo es que Kauko, su nieto, anda metido en el berenjenal. Y aún más desasosegante es que Linnea haya de abandonar la quieta campiña helsinkiana para mudarse a la capital, Helsinki, a formar gresca. Desnaturalizada situación que le sirve al autor para criticar todo lo criticable, la sociedad, sus estereotipos, la marginación de la juventud, el abandono de la vejez, temas de sie

"Huérfanos de Dios" de Marc Biancarelli

La portada  y la contraportada del libro es un fragmento de un cuadro de Eugene Delacroix, pintado hacia el año 1824 y titulado "Jeune orpheline au cimetière". La imagen acierta al retratar a una joven en asombroso estado de contemplación de algo que no nos es dado conocer. Extrañeza y asombro que se reflejan en sus ojos oscuros, en la boca entreabierta, en la postura de su cuello, vuelta hacia un lado.  Esta es la carta externa de presentación de "Huérfanos de Dios", el libro de Marc Biancarelli que acaba de publicar la editorial Armaenia, con una traducción de Antonio Roales Ruiz.  Tendríamos que empezar acercándonos a la figura del autor, el profesor de corso Marc Biancarelli, cosecha de 1968, que ha desarrollado una amplia obra literaria en la que hay poesía, cuentos, obras de teatro, novelas y también crítica literaria, ese territorio difícilmente acotable en el que uno cuenta lo que lee y lo que significa esa lectura. La obra de Biancarelli está esc

"Muerte de un hombre feliz" de Giorgio Fontana

A veces es precisa la esperanza. Un concepto tan común y tan difícil. Esperanza individual en forma de proyectos, de ilusiones, de metas. Esperanza colectiva, la que surge de la limpieza moral y del cumplimiento ético. Valores, que se dice.  Vivimos una época difícil. Este siglo y el pasado y el otro. Con las crisis sociales ocurre lo que con las crisis en las artes. Siempre parecen existir. Un momento rectifica al anterior y no hay consuelo en pensar en que todo es cíclico. Te toca vivir solo una parte concreta del tiempo de la historia y eso te condiciona para siempre. Mucho más de lo que tú mismo puedes llegar a creerte. "Muerte de un hombre feliz" se desarrolla en 1981 y en Milán. Espacio físico y cronológico que determina la acción y el contenido. Los "años de plomo", los asesinatos, el terrorismo, la acción y la reacción. En tiempos como esos todas las virtudes afloran. Y todas las maldades. El protagonista es Giacomo Colnaghi, un fiscal que está inve

Tus lazos son mi libertad

(Pintura. Mary Jane Ansell) Hay días azules de frialdad indiferente. Días más oscuros aún, de silencios incomprendidos. Hay días rojos flagrantemente inútiles. Y hay días dorados, con un aviso previo de felicidad compartida. En esos días, el lazo que nos une se estrecha y se convierte en una cinta perfumada, de tonalidad cambiante, pero siempre cálida. Cálida es tu voz al otro lado del teléfono y cálido tu verbo cuando escribes que mis manos son tu mejor refugio. Tú mismo expresas esa calidez a través de una sonrisa escasa pero tierna. Y un aire casi tórrido nos envuelve, como un perfume intenso y lleno de esencias florales, cuando el abrazo reina entre nosotros.  Así los días tienen tu compás. Es tu presencia la que los colorea o los oscurece. Por eso no tengo sino el reflejo de tus ojos. Por eso camino a la par que tus pasos dibujan en el pavimento ejércitos de rosas. El trasiego diario de la vida está lleno de señales luminosas, semáforos de la emoción, luces que anunc

Revelación

Ella releyó sus cartas y tuvo una revelación: Aquello era absurdo. Definitivamente absurdo. Y rompió las cartas una a una, de forma delicada pero certera. Al momento dejó de existir. Un montoncito informe de papeles en el suelo era todo lo que quedaba de él. ( Leyendo una carta. Pintura de Thomas Benjamin Kennington)

No sientas pena por mí

Es verdad que las noches son un territorio desierto. Que hay una oquedad que no se cubre, una mancha invisible y permanente. Es cierto que los días de sol son más oscuros y que el nublado es un presagio de la infelicidad. Es una realidad que todo se reduce a un papel en blanco, a un tic-tac imposible o una fórmula vacía... Todo eso es innegable ¿cómo podría mentir? Ella sabe que una fina gasa la convierte en humo, que nunca florecerá como antaño, que nada hará de ella una luz a punto de encenderse, que las horas del reloj marcarán un tiempo incierto... Es verdad que las calles aparecen hostiles, que recorrerlas es una obligación. Que nunca, ningún sol, por mucho que amanezca, será capaz de limpiar con sus rayos la huella de la pena. Es innegable que ya no hay salida, que todo se termina sin apenas notarlo. Es cierto que está sola. Es cierto que lo oculta. Es cierto que lo teme.  Pero entre los sonidos ajados de un tiempo no vivido, de una playa de aristas, su voz descubr

Dime que no fue un sueño

(Mujer durmiendo. Tamara de Lempicka. 1935) Toda la pesadumbre en su postura. La hilera de personas sentadas lo precedía. Al final, su figura se hundía como si no pudiera erguirse, de tanto pesar como soportaba. Llevaba un traje oscuro y, al acercarse ella, la tomó para sí, la abrazó fuertemente. El abrazo duró muchos minutos. Ella tenía su mano derecha en el cabello del hombre, un pelo reconocible y denso. Oscuro y mezclado con hebras plateadas, hermoso, sencillo, acogedor. La otra mano oscilaba en su espalda queriendo decirle, quizá, estoy aquí, o, tal vez, simplemente, te quiero.  Tan fuerte fue el abrazo, tanto tiempo duró que, por momentos, parecía realidad. Podía sentir su presión en la espalda, podía notar su olor, su respirar cansado, su tristeza. Era una tristeza con nombre, con sonido y con una espesa nube a su alrededor. Él no podía evitarlo, aunque lo había intentado mucho tiempo. Pero en el abrazo de ella encontró la forma de descansar, de depositar, siquiera