La editorial dÉpoca está llevando a cabo un rescate meritorio de obras literarias olvidadas. Obras que, en la mayoría de los casos, tuvieron enorme éxito en su momento pero que el paso del tiempo ha borrado de la memoria y de los anaqueles de los lectores. En el caso de esta obra que comentamos hay que destacar una circunstancia. Su autor, periodista y novelista, contemporáneo de Zola y del naturalismo, tuvo que convivir con el amor de los públicos y la hostilidad de los críticos, que rechazaron su obra porque la consideraban anacrónica. Esto de la crítica daría para mucho. En cuántas ocasiones esa crítica aniquila la labor literaria, o, al menos, la oculta, la ningunea. Para nuestro autor eso tuvo que ser difícil. En todo caso no le impidió gozar al menos veinte años del favor de los lectores y de su fidelidad, así como dedicarse en serio, de manera profesional, sistemática, al oficio de escritor. Bueno será, por tanto, dedicar esta entrada a la memoria de quién ha estado sepult
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