Hoy he recorrido dos librerías. Una de ellas, pequeña y de pueblo. La otra, una grande y en el barrio más comercial de la ciudad. Que fue mi barrio durante un tiempo y la calle que paseaba arriba y abajo con mis amigas de entonces. Recorrer una librería tiene el encanto de lo imprevisto. No sabes qué vas a encontrar y qué te va a llamar la atención. En la librería grande había un expositor para llevárselo entero. Títulos y títulos desconocidos, algunos de editoriales fuertes, otros de editoriales casi desconocidas. Libros de serie A y de serie B, pero todos ellos apetecibles, con portadas maravillosas y títulos atrayentes. Un expositor lleno de libros que no has leído es el espectáculo más extraordinario. Cuando no tenía dinero para comprar libros ya recorría las librerías de mi pueblo-ciudad: La librería Bozano, la librería Piorno...o aquellas otras de Cádiz, que estaban cerca de la Escuela de Magisterio o del Colegio Universitario y que tenían novedades que solamente podíamos
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