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Cada día

Como si Bridget Jones cruzara una ciudad plagada de asfalto, con aguas que apenas crean surtidores, sin tiempo para la esperanza ni huella de otros hombres que antes la vivieron, la vemos caminar cada día con ese gesto único de no saber si quiere estar allí o lanzarse a una aventura incierta. Su vestido impecable, la espalda recta, el bolso al hombro como si no pesara, el sombrero que quiere cubrir parte del rostro, un rictus en la boca, un gesto de las manos.... Todo parece estar medido en ella, a modo de cuadrícula, una línea trazada a escuadra y cartabón, una estructura anclada en el espacio, una obra arquitectónica, aunque efímera. La vemos avanzar sin preguntas. Seguro que tampoco hay respuestas. Es el silencio pleno y absoluto. Una imagen que no quiere decirnos las cosas que ha guardado tan dentro desde siempre.  (Imagen de Jack Vettriano)

Cucarachas

(Fotografía de Bruce Davidson) Una vez tuve una cita la mar de interesante. Tenía todos los condimentos para resultar uno de esos encuentros sobre los que una escribe en su diario, con letras cursivas y con muchas exclamaciones. Muchos oh, ah y guauuuu. Era bastante lejos pero me tomé mi tiempo y mi tren. Me puse un vestido rojo que solamente llevo en ocasiones especiales (esta lo era) e incluso unas sandalias muy altas. Tuve la tentación de guardar las sandalias en una mochila y ponérmelas al llegar, pero me pareció horroroso, porque no encajaban mi vestido elegante y mi cluch color champán con una mochila de Adidas. Así que aguanté todo el tiempo las sandalias, que eran de una de esas marcas que se anuncian en Internet con unas chicas de pies perfectos que parecen volar. Cuando te las colocas, observas que el dedo gordo empieza a quejarse y cuando te las quitas todos los dedos cantan al unísono una canción que no podrás olvidar: Ay, ay, ay, quítame esto de encima para siempre

"El misterio de la casa roja" de A. A. Milne

Resulta muy tierna la historia de este hombre, Alan Alexander Milne (Londres, 1882-Sussex, 1956). Podíamos decir que su amor por la familia le jugó malas pasadas. Y su literatura siguió caminos irregulares, quizá intentando formatos que no eran los suyos y dejando de lado lo que mejor se le daba. Es un personaje extraño, del que hay pocos datos en castellano y que merecería, quizá, una investigación más a fondo. Uno de esos autores que pasan a la historia de la literatura por algo que ellos mismos no imaginaban que trascendiera.  A. A. Milne (como firmaba su obra) tuvo un único hijo, Christopher Robin y quiso dedicarle una serie de cuentos y poemas en las que el niño era un personaje más. En esos cuentos estaba acompañado por sus propios juguetes, sus peluches. Así nació la serie de "Winnie the Pooh" , que alcanzó una enorme fama y que recibe todavía culto en Inglaterra. El oso, el niño, sus amiguitos, eran, en apariencia, una forma de expresar amor de padre, pero pa

La última coca-cola del desierto

  El balance de la mañana es una tertulia improvisada entre colegas, todas madres, todas profesoras, todas con experiencia de la vida y de la enseñanza. Hace calor pero aquí, en esta esquina de la plaza, una ligera brisa azota los soportales y parece que en lugar de estar a la intemperie hay una especie de resguardo que nos alivia. Somos muy distintas y cada una de nosotras tiene su afán y tiene su porqué. Nuestras palabras tienen el aval de lo que hemos vivido y de lo que conocemos muy bien, pero también cierta ingenuidad porque nos enseñaron a esperar lo imposible, a luchar por conseguirlo. Nuestros hijos parecen haber aprendido esa misma letanía porque todos ellos suman un buen número de chavales de esos que la sociedad debería mimar y debería convertir en el mayor y mejor resultado de cualquier civilización. Son trabajadores, respetuosos, estudiosos, sencillos, y están muy formados. Todos tuvieron en casa un ejemplo muy parecido. Padres que leen libros, que visitan museos, que ven

Quien no tiene padrinos...

  (Foto Vivian Maier) La sabia madre de una querida amiga tenía este refrán entre los suyos: "Quién no tiene padrinos, no se bautiza". Como todas las madres, grandes verdades estaban siempre en sus frontispicios y sabían manejarlas con la suprema elegancia de quienes no se quejan sino que muestran una evidencia.  Cuando eres una niña de barrio todo te cuesta más. Todo se consigue a base de esfuerzo, de trabajo, de voluntad, de estudio y de lucha. Tu familia, en el mejor de los casos, empuja a tu lado, pero el resto del mundo es una abrupta montaña que no se va a dejar conquistar así como así. Si no eres la hija de..., o la nieta de..., o la esposa de...no lo vas a tener nada fácil. Las niñas de barrio, por muy inteligentes que seamos, y a veces lo somos, hay techos que no vas a alcanzar.  Se habla mucho de ese "techo de cristal" que impide a las mujeres lograr las más altas cotas de poder o de influencia. Pero yo hablo de un techo mucho más evidente y oculto a la ve

Una destrucción

  Escribo mucho de mi plaza porque es (mejor dicho, era) un oasis de verde en el asfalto. Sus dos setos centrales, de forma cuadrangular, eran una sinfonía del verde. Sobre ella, los naranjos, siempre a punto para realizar su trabajo. Verde, verde, verde. Mirar por las ventanas o por los balcones era un ejercicio de verdor, de encuentro con la naturaleza. Era. En pasado.  Hace algún tiempo observé que lo verde se estaba convirtiendo en sequedad y que desaparecía el seto, las hojas, los pequeños arbustos, todo, sustituido por un manto terrero y por hojas secas, achicharradas, muertas. Hablé con un responsable de aquello y me dijo que el sistema de riego no funcionaba.  No he comprendido por qué algo tan evidente como que un trozo de verde, el único que hay por aquí, se va quemando por falta de riego, no enciende las alarmas y obliga a algo tan fácil como revisar el sistema de riego. La burocracia y el trabajo mal hecho matan las plantas, matan las esperanzas de la naturaleza, destruyen

Una cuestión de afectos

  ("Migrant Mother" fotografía en B/N de Dorothea Lange , tomada en Nipomo, California, 1936) Alguien debería explicarnos, desde muy jóvenes, desde que tengamos eso que se llama tan cuerdamente "uso de razón" que hay una asignatura que no se enseña en ningún sitio y sin la cual moverse por la vida es un camino cuesta arriba. Tan cuesta arriba que la mayoría de la gente se queda en un recodo de esa cuesta, sin avanzar, sin moverse, sin lograr atisbar el horizonte último, el que se contempla desde arriba. Puede que se piense, ingenuamente, que la democracia garantiza que todas las personas sean iguales y que, sobre todo, tengan las mismas oportunidades. No es así. Existen unos impedimentos que tienen que ver con dónde naces, por ejemplo, y no me refiero solo a la localización, que también influye, sino a la familia. Tienen que ver con cómo eres y tienen que ver con tu capacidad de crear afectos, de tejer contactos.  Si naces en una familia pudiente, con buenos contact

Crecepelos

(Foto de William Eggleston)  Primero fue la Historia. El auge de las novelas "históricas" produjo un boom editorial y, a su calor, miles de personas consideraron que eso que se contaba ahí era la historia de verdad. Los historiadores se replegaron y los escritores de "historia" ocuparon los púlpitos, los escaños del Congreso y las librerías. Ahora mismo la gente conoce determinados acontecimientos históricos, o cree conocerlos, a la luz de esas novelas y no de los libros de Historia, relegados al saber académico.  Después fue la Psicología. La vida moderna produce un sinfín de nuevas patologías y nada mejor que alguien que te conduzca, que te diga, sin compromiso y sin prospecto, qué has de hacer para vivir mejor, para superar un desamor, para recuperarte de un duelo, sea este el que sea. Los coach y el coaching desterraron a los psicólogos a sus consultas y ocuparon los programas de televisión y de radio además de, otra vez, las librerías. Si existen psicólogos de

Los nuevos ricos

  Mi madre siempre me gastaba bromas con este tema: se imaginaba que compraba una lotería que nunca compraba y que le tocaba el premio gordo. Entonces nos hacíamos súper millonarios. No cuantificaba la cantidad sino que era "muchísimo dinero". Una pasta gansa, dirían Mortadelo y Filemón, que son dos pero como si fueran uno solo. Tela de dinero, dinerísimo. Ella fantaseaba entonces lo que haría con todos esos billetes y cuánto gastaría en esto y en aquello, de modo que aquella fantasía era alimenticia del espíritu y muy satisfactoria porque te permitía convertirte, incluso, en empresaria, mecenas o en benefactora de casi todos.  Invariablemente la cosa terminaba preguntando qué me parecía todo aquello y mi respuesta siempre era la misma y con la misma sinceridad siempre: no quiero ser una "nueva rica", qué vergüenza. Y lo decía en serio y no por hablar sino porque pensaba que era bochornoso aparecer de pronto convertida en alguien que no eras y todo porque los billet

Crónica de la vida

  Esta es la imagen que vale más que mil palabras. Las portadas de esta revista son una especie de crónica diaria de lo que nos va sucediendo. En este caso, tan reconocible. La mesa llena todavía de los cacharros de la cena. Una familia numerosa, quién sabe si con algún invitado además. Un montón de gente. Cada uno a lo suyo. Cada uno enfrascado en su móvil, las pantallas brillando, las personas de todas las edades absortas en su propio juego, separados, distintos, alejados.  Me ha hecho recordar, por lo exótico, nuestras sobremesas de infancia. Mucha gente en la mesa, los platos todavía sin recoger, el postre a medias, la charla. La charla, la conversación, el intercambio, las miradas. Si todo eso se ha sustituido por una brillante pantalla que parece acercarte al mundo, entonces es que el apocalipsis no es una broma de Billy Wilder. 

Para ellos no hay medallas

  En muchos pueblos y ciudades, en barrios, en calles concretas, en barriadas, en pedanías, en aldeas, siempre hay alguien que levanta la voz. Suele ser alguien que ha nacido allí o que tiene un interés especial por conservar, cuidar, proteger, aquello que conoce bien y que no quiere que se pierda. Da igual que sean especies arbóreas, terrenos, edificios antiguos, puentes, acueductos, calzadas, conventos, iglesias, casas, azoteas, remates, patios de vecinos, cualquier cosa que tenga interés histórico o artístico y que merezca cuidarse, que merezca dar la cara por ella. Estas personas son insustituibles. Escriben en periódicos para exponer sus quejas, lanzan cartas a la autoridad, ahora usan las redes sociales. Van con sus cámaras de fotos y nos muestran el pasado, el problema y una posible solución. Sobre todo, denuncian. No parece que a la gente le importe mucho pero ellos son incombustibles, prosiguen con su tarea sin recompensa alguna, no son conocidos ni reconocidos, pero sí impres

Libros bellamente ilustrados

 ¡Qué extraña sensación producen las novelas inacabadas! Puede una hacerse todas las conjeturas posibles y seguramente no dará con el clavo, con la razón exacta para que ese manuscrito se quedara en un cajón, a la espera de la nada, a medio escribir, con unos personajes sin evolucionar, con una trama inconclusa y, lo que es peor de todo, sin final. Una historia que no tiene final te deja el mismo vacío que eso que llaman en el cine "final abierto". No queremos imaginarnos que el chico fue a buscar a la chica a otro país, sino que aparezca el The End sobre un fondo de besos.  No sabemos la causa por la que esta novela, Los Watson, quedó sin terminar. Como era costumbre en Jane Austen, al principio se muestran prácticamente todos los personajes y se esboza el sentido de la trama. Podemos adivinar más de lo que dice si tenemos cierta costumbre de leerla. En una conversación pueden extraerse muchos datos interesantes. Da la impresión de que somos unas vecinas cotillas que estamos

El periodista que se enfrentó a McCarthy

"Buenas noches y buena suerte" es una película mágica. Su elegante fotografía en blanco y negro, el ambiente de la redacción, el vestuario, el casting, la interacción entre sus protagonistas, el uso del documental para darle veracidad a la historia...todo contribuye a un gran acierto cinematográfico. George Clooney, aquí actor, director y coguionista, es Fred Friendly, el productor del programa de noticias de la CBS cuya estrella fue Edward R. Murrow, un periodista de convicciones firmes y decidido a que el periodismo cumpla su función esencial de informar y educar, las dos premisas que reivindica en el discurso inicial de la película, que es el momento que articula la historia.  Además de Friendly y Murrow, en la redacción de las noticias de la CBS está el matrimonio formado por Shirley y Joseph Wershba, interpretados por Patricia Clarkson (una actriz deliciosa, dulce y estilosa) y el gran Robert Downey Jr,, una de mis debilidades. Ambos forman una pareja clandesti

Elegantes

  He encontrado esta foto en una red social. Me ha hecho pensar, recordar, escribir. Aparentemente solo son personas que están tomando algo en una calle de Londres, en una terraza de mesas verdes y sillas que parecen bastante incómodas. Aquí en primer plano un señor mayor. En segunda fila una pareja que está comiendo algo. Más allá otro señor. El señor mayor tiene un libro en la mano, está leyendo. En la silla de al lado hay más libros y lo que parece ser otra bolsa también llena de libros. No hay nada en la mesa, acaba de llegar o no ha pedido nada. Está absorto en la lectura. Lleva gafas de montura negra. Está concentrado absolutamente en lo que lee. La distancia nos impide ver de qué libro se trata.  El hombre mayor va muy bien vestido. Pantalón gris de raya bien planchada, una camisa clara, una chaqueta azul. Lleva calcetines azules y unos mocasines negros bien limpios. Es un hombre elegante y su elegancia no es afectada, no es cursi, no es presuntuosa, sino natural. Es elegante la

Cármenes

  Manuel de Falla, el músico gaditano, vivió un tiempo en un carmen de Granada. Quietud y olor a jazmín en una casa que dibujó con detalle Hermenegildo Lanz cuando el músico se marchó a cierta clase de exilio. En La Isla, la Virgen del Carmen procesiona entre esteros, con el fondo azul de la bahía y sones de banda de música. Las bandas de música tenían todas un aire militar y había una especie de rumor de fondo que se componía de marchas y que daba un aire solemne al paseo. Hay una pequeña pedanía entre olivos, Monte Lope Álvarez, que tiene por patrona a esta Virgen. No tienen mar, ni océano, a no ser que consideremos un océano ese mar de olivos sin final. Allí la gente parece entregada a otros afanes distintos a los nuestros, quizá porque el campo conoce lo esencial desde siempre. Cuando llegué a Triana, mi primera amiga se llamaba Carmen y tenía mucha gracia. Poseía un punto de vista original sobre todas las cosas y frases y palabras propias, de esas que nadie más usaba. Dejamos de v