La educación de Jane Austen


El colegio Reading School es un colegio estatal con internado perteneciente a los colegios “Academy” situado en el condado de Berkshire, y perteneciente a la localidad de Reading, una ciudad de aproximadamente 145.700 habitantes, situada en el Sureste de Inglaterra (página web del colegio)

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 ”Ella le mostró al mundo que podía existir una mirada y una escritura alternativa a la del canon establecido. No tenía educación ni “permiso” para hacerlo, fue altamente denostada por sus contemporáneos (y por los que le siguieron) y sin embargo continuó, con enorme sentido del humor y poder de observación, e instaló una forma nueva de narrar que no hace más que crecer con el tiempo”. 

(Marcela Serrano, Santiago de Chile, 1951, escritora)

Marcela Serrano es una escritora que ama profundamente a Jane Austen y sus libros. En ocasiones ha recomendado la lectura de "Orgullo y prejuicio", por ejemplo. Sin embargo, la frase que antecede este texto, dicha por ella y recogida en numerosos medios, creo que no encierra toda la verdad y que contiene una notable injusticia. Esta injusticia es común, sin embargo, a muchos textos sobre Austen. Trataré de ampliar mi opinión sobre esto. 

Es cierto que se salió del canon, aunque no creo que lo hiciera de forma premeditada sino porque, tal y como ella afirma, no podía escribir de otro modo ni de otras cosas. Tenía su propio camino y lo siguió sin dudarlo, aunque supusiera menos fama y menos apoyo. También es cierto que poseía un gran sentido del humor (basta con leerla para entenderlo) y un poder de observación desarrollado desde siempre y que responde a una personalidad dotada con ingenio, inteligencia e interés por el mundo. Y, por supuesto, su narrativa nueva, su mirada, están a la orden del día en la estimación de los lectores, aunque, realmente, tengo algunas dudas sobre que ese interés sea tan general como los austenitas creemos. 

Lo que no puedo compartir de ninguna manera y es un tema importante, yo diría sustantivo, a la hora de conocer a la escritora es que "no tenía educación...fue altamente denostada por sus contemporáneos..."

Ninguna de las dos afirmaciones las admito ni creo que sean verdad. El victimismo con respecto a la consideración de las mujeres suele dar buenos resultados pero es un error porque crea zanjas mucho mayores de las reales. Ni Jane era una mujer sin educación ni sus contemporáneos fueron contra ella. En este último caso, lo más que puede decirse es que fue ignorada en relación con lo atentos que estaban los críticos con la literatura emergente que no era otra cosa que la victoriana. Pero eso no es denostar, es desconocer o pasar de largo. Y también mirar con condescendencia. Y, aunque Marcela Serrano quizá no se da cuenta de ello, ese mirar con condescendencia tiene mucho que ver con la imagen que se trasluce de la escritora durante muchísimo tiempo, seguramente porque no se detuvo casi nadie a considerar algunos aspectos de su vida que son poco resaltados. Queda más adecuado el considerarla una adorable mujercita ingenua que escribía como desahogo y entretenimiento y cuyos conocimientos no iban más allá de elaborar un exquisito pastel con jengibre. Incluso su sobrino, James Edward Austen Leigh, contribuye a esa imagen edulcorada con su libro, Recuerdos de mi tía Jane Austen. Esa es una visión doméstica que la familia quizá consideró adecuada para proteger su reputación (cosa innecesaria en la escritora) pero no corresponde a la realidad. Ni era una provinciana pacata y aburrida, ni una mujer sin conocimientos. Y bastan algunas observaciones para entenderlo. 

El entorno familiar de Austen favorecía su acceso a la cultura. Su padre tenía una excelente formación y su madre era una mujer con inquietudes, perteneciente a una familia ilustrada. En su casa había una biblioteca importante y ella tenía libre acceso a la misma. Su padre no consideró que eso no era cosa de mujeres, todo lo contrario, de modo que desde siempre fue una voraz lectora. Si no pudo leer más y ella se queja de eso, es por su problema con los ojos, esa pertinaz conjuntivitis que debía ser crónica y que la tenía semanas fastidiada. Estuvo cinco años en total en un par de colegios, lo que a nuestro juicio puede parecernos poco, pero que no lo era entonces. Aprendió, por ejemplo, francés, el idioma de todas las señoritas acomodadas. Conocía a los clásicos y a los contemporáneos. Leía a Shakespeare (lo que de por sí es todo un tratado de cualquier cosa) y a los escritores y escritoras (esto es significativo) de su tiempo. De modo que ¿falta de educación? No, Marcela, no. 

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