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Anónimos

(Hiperrealismo USA. Robert Neffson)  En esta encrucijada tendrías que aguzar la vista para distinguir rostros, actitudes, gestos, personas. La ciudad ofrece un perfil diáfano, en el que los edificios apabullan, en el que las ventanas semejan ojos que no ven y el suelo un enorme espejo donde no mirarse. La gente se mueve, pasea, se afana, busca y recorre al tiempo que la luz se define inmisericorde sobre ellos. No hay nadie que atienda al espectador que, como yo, quiere descifrar alguna cosa de estas vidas ajenas.  Pero todo tiene sus ventajas. Puedes cruzar de uno a otro lado sin que nadie repare en tu tristeza, en tu euforia, en tus miedos, en ese aire tosco que te gastas a veces con la vida, en tu mirada ausente, en tu cobardía sin razones. Puedes ser alguien que no posee siquiera un nombre, que no tiene una historia previa, que no se ha balanceado en el transcurso del tiempo, que no ha perdido nada. Esa eres tú si te atreves a llegar a este lugar innominado.  Los se

Virginia se corta el pelo

  En enero de 1927 Virginia terminó "Al faro" y un mes después se cortó el pelo. Lo cuenta su sobrino Quentin Bell en la biografía que escribió de ella con el beneplácito de su viudo Leonard Woolf, veinte años después de que ella se deslizara en el río en 1941. Los bolsillos llenos de piedras, el caminar lento y el rostro cansado, así la imagino en ese corto itinerario de despedida íntima. Pero en 1927 todavía las cosas eran algo distintas, no demasiado, desde luego. Dos años después publicaría "Una habitación propia" recogiendo las conferencias que había ido dando durante el año anterior. Pienso en el efecto de esas charlas sobre las alumnas que la escuchaban en los colleges y universidades por las que ella pasaba dejando caer, como un puñado de pétalos sobre el asfalto, sus ideas acerca de la escritura y acerca de las mujeres. Leyéndola, parece que ambas son la misma cosa y que toda mujer está hecha para escribir en algún momento.  Le tengo mucho respeto a Virgini

Volver al sur

El norte es para los jóvenes. Tiene una dureza que asusta y su bondad es relativa. También lo es su situación geográfica porque hay nortes que están en el sur, aunque no en el sur del sur. El norte también puede ser una ciudad mezcla de feudalismo y simpleza, donde el arte no camina solo y precisa muletas, de la que huyen todos los poetas y los pintores, en la que solo resisten los cronistas locales y loso habituales de los bares con mostrador de madera. Una ciudad a la que Sabina nunca escribiría una canción.  (Fotos de la web Friki por viajar. Alameda Apodaca, Cádiz) 

Con ellas: Norah Jones, Lucia Berlin, Nina Leen

(Foto: Nina Leen para Life) Desayuno leyendo a Lucia Berlin. Dice su hijo Mark que fue una estupenda madre, que andaba de una cosa a otra pero que ellos, sus cuatro hijos, fueron felices. Todas las madres deseamos que nuestros hijos sientan que somos especiales, o, al menos, buenas. La bondad me preocupa mucho últimamente. La gente mala asusta, a mí me asusta. No quiero que la maldad se instale cerca de mí, ni la insidia ni la manipulación. Por eso leo a Lucia Berlin, como un seguro contra la mezquindad de los mediocres. Y la mañana se llena de música y ahí está, como otros días desde hace algunos, Norah Jones que es la única persona a la que escucho cantar porque lo demás no encaja en la vida que ahora deseo tener. Hay que escoger cierta parte de la vida, al menos la que te pertenece de forma íntima. Escucho "Sunrise" y la canturreo, a mi manera, con mi inglés poco académico, así que más bien la tarareo, como si fuera una niña en el colegio y la maestra entonara,

Soy guapa pero eso no importa

La mujer se sentía fea, muy fea. Llevaba así algunos meses, quizá años. Es fácil de entender. Las mujeres, algunas mujeres, no se ven a sí mismas como son sino que miran por los ojos de otros. Si amas a alguien, seguramente son sus ojos los que te importan. El hombre la veía fea. Siempre andaba ponderando la belleza de otras ninfas que rodeaban su espacio y ella, la mujer, sabía que nunca podría acceder a ese lugar sagrado, porque era fea.  La fealdad convirtió a la mujer en insegura. La inseguridad en dubitativa. La duda en triste. Así la mujer era fea y triste, dos de las cosas que el hombre no soportaba. Él quería alegres chicas de corazón vibrante, positividad y luz transversal. Todo lo que los programas de coaching intentan vender lo quería él para sus chicas. Pero la mujer no se acercaba ni de lejos a ese modelo. De forma que su mirada se enturbiaba cada vez que se acercaba al espejo y veía ese tono de tristeza que parecía cubrirlo todo.  Pero hay cosas que no pueden d

Sonido de hojas secas

  Eso tan sencillo de reunirse, acercarse, tomarse las manos a modo de saludo, besarse en la calle y tomar el sol que avanza sin prisa en las mañanas de otoño, es ahora mismo un lujo, una entelequia, una difícil empresa que nos maravilla si somos capaces de llevarla a cabo. No sé cuánta gente se piensa muy bien poner un pie delante de otro, descolgar el teléfono, pedir la cita en la peluquería y quedar con alguna de esas amigas cuya voz al teléfono nos alegra pero cuya visión cercana necesitamos. De modo que esta nueva epopeya de sobrevivir y de vivir al mismo tiempo, es nuestro principal objetivo. No nos damos cuenta, o sí, pero si somos capaces de conjugar la precaución con la cotidianeidad, aunque con condiciones, estaremos dando un paso de gigante. Y no es baladí, ni es poca cosa, sino muchísimo y flagrantemente necesario. Porque ya no tenemos más reservas interiores que lanzar al aire. Porque hemos leído muchísimos libros, oído muchísimas canciones, visto muchos vídeos, películas

Esa mirada...

(Stained Glass Mails. Saul Leiter) A veces, cuando el silencio es más oscuro y las gotas de lluvia se confunden con el agua salada de los ríos y las lágrimas, una mirada puede ser el salvavidas que esperas. Ella lo sabe. Lo presiente. A veces, cuando habla con él en la distancia, cuando evoca su voz o sus manos en el aire, intenta imaginar sus ojos, su expresión, el verso de su boca, la manera sutil con que la mira o debería mirarla si ello fuera posible.  En las horas más largas, cuando todo se escribe con interrogaciones, cuando nada es seguro salvo la muerte y en ella encuentra escrita la verdad más rotunda y más cierta, entonces vuelve los ojos hacia él y sueña con las tardes imprecisas en que su cuerpo tiene el olor de las rosas. En el sueño, la mira. La ve a lo lejos, la presiente, la espera, la descubre. En el sueño no existen pesadillas de monstruos que le impiden el paso a las palabras, sino un ascua de luz incandescente con toda la pasión convertida en susurro. 

Inquietamente viva

Recuerdas las horas lentas del verano y conservas en tu retina el juego de luces del sol sobre el agua. Las tardes consumidas en charlas indecisas. Los susurros a la hora de la siesta. La búsqueda del placer en tus pies desnudos, buceando entre las arenas convertidas en ritos. A veces eran conchas. Las guardabas en un cubo pequeño, azul y con un asa transparente. Eran de todas clases y colores, todas olían a mar. Las conchas se escondían en el suelo y querían escaparse de tus manos. Pero no se podía huir de la constancia de una niña que quiere llevarse el mar a casa. Su sonido, su voz, todas las cosas que, cada día, cada tarde, lo convierte en un pasajero único del tránsito de la vida.  Recuerdas las palabras que añadías a esa libreta que cada vez usabas. Libretas de colores con pastas de colores y hojas blancas. Un texto, una canción, un poema, hasta un nombre. Una vez escribiste el nombre del amor y todas las páginas saludaron con gracia ese invento. Era la primera palabra de

He abierto las ventanas y visto el otro lado

Una niña desnuda y sin abrazos. Eso eras. Venías siéndolo desde el tiempo en que los días azules suceden a la aurora. Y él lo supo y por eso calló pero, sencillamente, sintió que en el abrazo estaban las razones. Así tejió las horas en torno a una promesa que no escribió pero que se mantuvo incluso cuando el tiempo era desapacible. Las negras torrenteras de la ira, el salpicar incesante de la envidia, las huellas indelebles del pasado, el transcurrir insomne de las dudas. Él supo comprender que no era necesario convertir en palabras el hueco de los cuerpos. Y así, en un inmenso abrazo, quedó sellada la comprensión perpetua.  Te entendiste a ti misma en aquel tiempo y fue menos pesada la vieja soledad. Y el miedo pareció disiparse, aunque a veces estaba la traición y lo avivaba y todo se oscurecía sin remedio. Pero él movía de un manotazo alegre la espesura y tornaba en ligera sensación de futuro el pasar de la vida. Tu indecisa razón halló un motivo, un anclaje que debía s

Folio en blanco

Pero, seguramente, ella está también mirando ahora la Luna. En cualquier sitio sus ojos contemplan este mismo universo. Quizá eso deba hacer que me sienta menos solo, que note menos el vacío. Pero es difícil. La soledad es un algo frío y perenne que se acomoda en nosotros al menos movimiento de la vida. Esta vez, como casi todas, ha venido sin avisar, me ha cogido de sorpresa. Tendría que presentirla, saber cuándo va a aparecer para llenar mi alma de miles de cosas inútiles que no dejaran ningún hueco vacío. Pero esta vez tampoco lo he logrado.  Todas las cosas desaparecen de pronto y ella también. ¿Cómo habría podido evitar que se fuera? Quizá inventando un tipo nuevo en el calendario, pero no, no sería efectivo, tendríamos que inventar meses eternamente y el tiempo es una cosa muy frágil para asentar en él nuestra dicha.  Más seguro sería borrar el espacio. Todos integrados en el mismo punto de visión, unidos en el mismo ámbito. Así la vería siempre. Pero no estaríamos n

Como si el aire faltara

(Una mujer triste. Giorgios Lakovidis) El atardecer tiene un aire turbio y la noche no se mueve. A lo lejos se oye el ruido de un avión que cruza. Las casas parecen quietas en esta hora ya oscura de final del verano. El calor del día parece olvidarse. Septiembre es un mes de promesas. La mayoría de ellas no se verán cumplidas. También lo es de silencios. Las palabras han volado y se esconden, no están sencillamente. Ahora tienes que mirarte al espejo y observar el cerco violeta de los ojos, las manos caídas que se posan como palomas sobre las rodillas, el pelo que se escapa, que vuela. Como si el aire faltara la congoja te posee. El llanto se apodera de todas las horas y las escribe con un timbre de dolor inaudito. No quieres sentir, no quieres pensar que te equivocas, no quieres salvo que un hálito sereno se instale y te devuelva la paz. Paz que se convierta en sonrisa algún día, pero paz, paz limpia, sin mentiras ni ocultaciones. Esa paz. 

"El lunes es el nombre de la lluvia"

  Así fue. Muy temprano, casi al alba, como si fuéramos bandidos que tuvieran que buscar su recompensa, escondida en alguna lámpara maravillosa, en algún lugar lejano y desaparecido del mapa, en algún horizonte incomprensible...Muy temprano, a la hora de la gente del campo, como cuando era niño y se sentaba debajo de un olivo a esperar el vareo, a comerse una naranja y un trozo de pan, a sufrir el frío y la tormenta, a esperar que parara el susurro indiferente de la lluvia... Era muy temprano. Nos adentramos en la incipiente amanecida con toda la intención. Subimos a un tren. El tren era de color de la plata y llevaba asientos azules, de esos que ya no se estilan, de esos que solo aparecen en los trenes viejos, en las películas de trenes, en los trenes anclados en cualquier retrato en sepia. En el vagón no había nadie. Durante el viaje poca gente subió y bajó. Al fin y al cabo, era demasiado temprano, era un día demasiado invernal y era lunes. Los lunes la lluvia tiene la misión de rom

Seremos olvido

Quiero que pase el día de hoy y que con él termine este dolor que siento. Si alguien te hace daño debería desaparecer de la faz de tu tierra, caer fulminado del fondo de ti y no tener ningún hueco en tus pensamientos. Pero la vida me enseña a cada instante que eso solo es posible para algunas personas y que otras, sin quererlo, quizá porque somos más inseguras o menos racionales, sufrimos demasiado y demasiado a menudo.  Cuando caiga la noche estará a punto de empezar una historia nueva. Hay veces en que no se sabe cómo cerrar capítulos de un libro y cómo iniciar otros. Los venideros no llegan a escribirse sin hacer un balance de todo lo anterior. Tienes que reconocer que mentiste, que te engañaste a ti misma y que convertiste tu vida en una incógnita pesada. Entonces, tras ello, se abrirá ante ti una posibilidad, la de estar en paz, la de la serenidad que ansias desde hace tanto tiempo.  El engaño es el maestro del dolor. La mentira se conjura para hacerte infeliz.

Una cierta soledad

  (Edward Hopper, Gas, MOMA, 1940) Cuando decidí estudiar Arte entendí que iban a abrirse algunas puertas nunca antes transitadas. Y así fue. No hay un momento más asombroso que el del descubrimiento de la obra de arte. Observas las imágenes, el color, los movimientos, los gestos, toda esa parafernalia que rodea el cuadro, y entonces te preguntas a ti misma cómo es posible que el ser humano tenga esa capacidad increíble de trazar líneas, de dibujar formas, para conmover hasta el infinito el corazón de otros seres humanos. Eso es el arte en cierto modo, además de otras cosas que no hace falta describir. Lo primero, emoción. Y sin ese empuje inicial poco valen las artimañas técnicas.  (Edward Hopper, Cape Cod Morning, Smithsonian American Art Museum, 1950) Una de esas veces, hojeando libros en el laboratorio de arte de la universidad, encontré a Edward Hopper. Creo que no hablaban de él en clase, aunque ahora me suena raro porque sí estaban los impresionistas, los postimpresionistas, las

Contexto, con texto...

  (Robert Frank. Valencia, 1952) Los youtubers hablan mucho del "contexto". A veces contexto es para ellos todo lo que justifica la cantidad de exabruptos que suelen soltar, al menos los que se dedican al "salseo". Muchos apenas tienen formación y lo mismo sus audiencias pero todos ellos han aprendido y aplican el significado de "contexto". El contexto es lo que hace imposible charlar con una amiga si esta sufre de mal de amores inmediato. Tienes que esperar que pasen los días y el contexto cambie. Ese mismo contexto va en tu contra cuando vives en un lugar inhóspito que te ignora gentilmente. Y qué decir de los contextos inhumanos, de los contextos perseguidos, de los contextos llenos de desesperanza...Cuando Robert Frank hizo esta foto en Valencia, en el año 1952, el contexto era la miseria, las ciudades desprovistas de todo lo que hace la vida mejor y la gente que salía a trabajar en bicicleta. A la Bazán iba la gente en bicicleta, los hombres, quiero d