(Laurence Olivier y Marilyn Monroe en un fotograma de "El príncipe y la corista") Esa mala prensa de las rubias, hermosas, diáfanas, entregadas y dispuestas a todo con tal de conseguir gotas de felicidad, habría que desterrarla. El cine nos da sobradas muestras de que no siempre un aspecto voluptuoso significa poca cabeza o malas artes. Algunas de esas verdades se presentan envueltas en obras maestras que tienen una moraleja común: no te fíes del aspecto de una mujer porque puede esconder una científica nuclear a menos que te distraigas. De la misma manera que no existe la ecuación fea-inteligente, tampoco es verdad la que afirma que ser rubia es ser tonta. Aunque los caballeros las prefieran rubias y se casen con las morenas como bien sabía Anita Loos . (En el set de rodaje de "La ventana indiscreta", la cámara recoge un momento de descanso en el que aparecen los protagonistas, James Stewart y Grace Kelly, junto con el director, Alfred Hitchcock)
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