Aprendí a leer leyendo el periódico. No porque fuera una inmigrante, como esa señora Smith de "El cuarto poder", sino por la sencilla repetición de un rito: todos los días mi padre llegaba a casa con el periódico. Todos los viernes traía también un semanario local. Y todos los sábados, además, las revistas que a mi madre le gustaban, muchos tebeos para nosotros y los libros y suplementos que el periódico solía acompañar a su edición de los fines de semana. El momento de su llegada era glorioso. Nos abalanzábamos sobre él y repartíamos las hojas del periódico, haciendo apresurados turnos. Cuando pude conseguirlo, pasar las páginas del periódico la primera, sin que nadie tuviera ese privilegio antes que yo, me parecía la gloria. Todo esto quiere decir que nos hemos criado en la creencia de la que la prensa era confiable, que tenía la voz que nosotros no podíamos alzar y que nos representaba de algún modo. Al crecer, los debates y discusiones en torno a las noti
¡Cumplimos 15 años! 2009-2024