Nada es lo que parece. Si eres uno de esos lectores curiosos que sucumben a la tentación de darse una vueltecita por las últimas páginas antes de terminar...no lo hagas. Te perderías lo mejor. Las vueltas de tuerca de Henry James son pecata minuta comparada con estas. Y, además, intenta leer este libro en un mal momento. Un día terrible en el trabajo, o un día terrible porque no tienes trabajo. O cuando tu pareja te ignore. Incluso en las crisis existenciales de esas que vienen con la primavera. Cuando te duela la espalda. Un día de furia. Justo antes de hacer la declaración de la renta. Un día en el que necesites una ducha de risas, nada de sonrisas insinuantes, sino risas en toda su plenitud, carcajadas, risotadas, dolor de estómago de reírte. Este libro es un antídoto contra el mal rollo y precisa, por ello, leerlo en su orden, sin saltarse páginas y sin avanzar resultados. Porque nada es lo que parece, ya lo he dicho. Y porque todas y cada una de sus palabras han de
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