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Emma y los libros Austen

Las opiniones de la gente cercana a Jane Austen sobre su novela de madurez, "Emma" , fueron variopintas. Su hermano Edward, al hacer el ránking de sus preferencias, la colocó detrás de “Orgullo y Prejuicio” y “Sentido y Sensibilidad” y únicamente antes de “Mansfield Park” .  “Persuasión” aún no se había publicado, pues fue obra póstuma. Y tampoco "La abadía de Northanger" . Su hermana Cassandra había establecido ya otro orden de preferencias. Para ella el primer lugar lo ocupaba “Mansfield Park” y le gustó “Emma” más que “Orgullo y Prejuicio” .  A su sobrina Fanny no le gustó nada el libro, lo encontró insoportable, o, más bien, a la protagonista. A la madre de Jane el libro le resultó entretenido, mucho más después de la reciedumbre de “Mansfield Park” . Y también opinaron de él una amiga, la señorita Sharp, de oficio institutriz, que adoraba “Orgullo y Prejuicio” pero que consideró a “Emma” como un buen l

El estilo Austen

En la biografía que Claire Tomalin ha escrito sobre Jane Austen, editada en castellano por Circe,  hay una frase que me hace pensar:  “Las damas y caballeros de Kent, a quienes Jane se arriesgaba a inquietar con su inteligencia, pertenecían a la familia de Edward y a su círculo social”. Pasemos por alto quién era el tal Edward y fijémonos en la primera parte de la frase:  “se arriesga a inquietar con su inteligencia”.. ... Veo con claridad ese salón en la casa de Kent y veo a las damas y a los caballeros observando a Jane , su sencillo vestido, su peinado discreto, sus manos serenas y bien colocadas sobre el regazo. Y su implacable sentido del humor. Y su enorme ingenio. Y su aptitud para poner nombres a las cosas. Y sus juicios llenos de inteligencia práctica. Y su imaginación para inventar historias. Y su capacidad para observarlos a todos desde lejos. Y entonces entiendo que la naturaleza reparte dones y ni siquiera sabes por qué, en ese

Las madres en las novelas de Jane Austen

La señora Dashwood de “Sentido y Sensibilidad” es una persona de carácter débil, tranquilo y tan centrado en su hija Marianne que no se da cuenta de que otra de sus hijas, Elinor , está sufriendo intensamente debido a su amor, aparentemente no correspondido, por Edward Ferrars . Elinor se guarda para sí sus sentimientos, ella representa el “sentido” del título, pero su madre no gasta el instinto o la intuición necesaria para adivinar ese sufrimiento. Por contra, todos sus desvelos están en su segunda hija, desairada y engañada por un hombre en el que todas ellas confiaron.  Esta diferencia de trato, estos dos perfiles de mujer, no son, en realidad, exactos, ni representan con exactitud, como a veces se ha dicho, a Cassandra Austen , el sentido y a Jane Austen , la sensibilidad. Pero, si ello fuera así, ya tendríamos claro que la madre estaba más pendiente de la hija mayor, de Cassandra , que de las noveleras ideas de Jane . Así y todo, es la “madre austeniana” más norm

Emma no quiere casarse: Austen y el matrimonio de las mujeres

(Emma y Frank Churchill pasean por Highbury)  Guapa, joven, rica y sin ansias de pillar un marido . ¿Cómo es esto? A simple vista resulta raro. A vista de pájaro podemos pensar que aquí falla algo.  Será una chica de mal carácter, de esas insoportables, a la que le gusta leer libros sesudos y recluirse en su habitación para pensar en cómo marcha el mundo. Una sabelotodo. O quizá es una artista frustrada, alguien que dedica su vida al arte, a plasmar paisajes en los lienzos o a esculpir, a partir del sencillo barro, los bustos de la gente de su entorno. No sé. Puede que nos encontremos un caso patológico, alguien sin habilidades sociales, a quien no le gusta reír, alguien con mal humor congénito, una de esas personas insoportables y hurañas. Quizá es que la vida social le molesta, no le apetece bailar, la gente le produce urticaria, es una ermitaña que solo está a gusto consigo misma... Si lees “Emma”, de Jane Austen,  verás que nada de esto es cierto. Que nada d

Kipling, Austen y The Janeites

Jane Austen (Steventon, 1775- Winchester, 1817)  no solo es la primera escritora inglesa de la que se publica un volumen académico con sus obras completas, sino también la muestra más clara del fenómeno de la adoración popular, por un lado, y del criticismo entendido por otro. Desde los años cuarenta del siglo XX proliferan estudios sobre su obra, tesis doctorales, libros y referencias. Pero, además, recientemente se ha desatado el fenómeno fan que ha generado un movimiento comercial parecido al de una estrella de la música. Y, antes de eso, las películas y las series de TV han acercado su obra a un público mucho más amplio. La distinción entre público letrado y popular es patente, pero la obra de Austen soporta lecturas más o menos enjundiosas.  En 1894 publicó Rudyard Kipling (Bombay, 1865- Londres, 1936) , su famoso "El libro de la selva". En ese mismo año George Sainsbury escribió la introducción a  una nueva edición de "Orgullo y prejuicio" de Ja

Lo imposible

Hubieras querido dar un paseo. Algo tan sencillo...Un paso tras otro, a la par, sin carreras, ni agobios, ni retrasos. Hubieras querido una charla sosegada, poder destapar lo que cada uno encierra. Sin juicios apresurados, sin estereotipos. Un suave encuentro en medio de la nada. Hubieras querido una mirada honda, no el bullicio de lo superficial, lo frívolo, lo leve. Hubieras querido algo más que nada. Más que la nada en sí, algo más.  Si esperas lo imposible, o buscas lo imposible, o deseas lo imposible, o sueñas lo imposible, o ansías lo imposible, o pides lo imposible, o añoras lo imposible, o lloras lo imposible, o cantas lo imposible, nada de eso estará en tu mano y otra vez la palabra, nada, de Laforet, otra vez, esa nada, te envolverá como una túnica en días de brillante amanecer.  Eres tú la equivocada. Porque no entiendes que esa mirada es la única que le resulta humana. Porque luchas contra la pared y la pared no se dobla, ni se extiende, ni se mueve, ni se camb

"Parece que fuera es primavera" de Concita de Gregorio

Irina Lucidi existe. Y su historia fue real. Una historia aparentemente normal, como tantas otras. Estudió su carrera de Derecho , comenzó a trabajar, conoció a un hombre, se casó, tuvo dos hijas gemelas y se separó. Lo que no entra dentro de la normalidad es lo siguiente: un fin de semana que las niñas pasaron con su padre, este se suicidó arrojándose a un tren y dejó antes una nota a su exmujer en la que le decía que las niñas no habían sufrido y que nunca las volvería a ver.  Concita de Gregorio asume la voz de la madre y recorre los saltos que su vida da a partir de entonces, su lucha contra la burocracia, sus preguntas, el extraño silencio de los que tenían algo que ver con las niñas y también su renacer al lado de un español, Luis, un hombre de manos demasiado grandes, que le descubre  Granada . Mezcla de novela, de relato de sucesos, de autobiografía apócrifa y de reflexión sobre la vida y la naturaleza de las personas, el libro se lee de un tirón y te deja el agridulc

"Buenos días, guapa" de Maxie Wander

El género de la entrevista puede convertirse en un relato apasionante si sigue determinadas reglas, esto es, que el entrevistado tenga cosas que decir y que el entrevistador las escuche. Esa actitud de escucha es la que distingue este libro y la que adopta Maxie Wander (1933-1977) ante las diecinueve mujeres cuyas voces forman este libro coral. En principio, el encargo de hacerlo había recaído en su marido, Fred Wander, al que había conocido en un acto del Partido Comunista en 1952 y con el que se casó en cuanto él obtuvo el divorcio unos años más tarde.  Ella había nacido en Viena en 1933 con el nombre de Elfrieda Brunner, que cambió cuando se convirtió en escritora. Su familia era tan comunista como humilde. Sin formación, Maxie comenzó a trabajar en una fábrica pero a raíz de conocer a Fred, superviviente de los campos de concentración nazis en su condición de judío vienés, comienza otro tipo de vida, escribiendo reportajes y entrevistas, recorriendo Alemania y otr

"Flora Poste y los artistas" de Stella Gibbons

 La Editorial Impedimenta , de la que me confieso completa seguidora desde sus inicios, me proporciona algunos de los mejores momentos lectores que recuerdo. Una de las cosas que mejora hace son las portadas, los diseños de los libros, con esas contraportada que se abren y prolongan la imagen más allá del propio libro. Son fastuosas y llenas de significado. Muy originales. Y otra buena obra es la presentación en castellano de autoras, sobre todo autoras, desconocidas para nosotros y que terminan convirtiéndose en parte de nuestra biblioteca personal. Eso mismo es lo que ocurre con Stella Gibbons, uno de los b buques insignia de la editorial desde que comenzaron a sacar sus obras.  Stella Gibbons (Londres, 1902-1989) fue periodista y escritora de relatos, poesía y novelas, de las que publicó unas veinticinco. Su infancia fue peculiar con un padre que era, a la vez, un benefactor de los pobres en su condición de médico de los suburbios y, por otro lado, un misógino que trataba

"La chica de Kyushu" de Seicho Matsumoto

Kiriko Yanagida vive en la ciudad de K. en la isla de Kyushu, pero tiene que ir urgentemente a Tokyo a intentar que el famoso abogado penalista Kinzo Otsuka acepte defender en juicio a su hermano Masao.  Masao Yanagida es maestro de primaria y ha tenido un percance: perdió treinta y ocho mil yenes de la recaudación de sus alumnos para un viaje escolar y no se le ocurrió otra cosa que pedirlos en préstamo a la usurera Kiku Watanabe. Cuando ella aparece muerta en su casa, golpeada en la cara con una vara de roble, todo parece indicar que él es el culpable. Y así lo confiesa después de varios interrogatorios aunque luego, ante el juez, se desdice de esa confesión y afirma que no lo hizo y que la mujer estaba muerta cuando él llegó a su casa. El abogado Otsuka está muy ocupado ese día. No solo porque su fama le hace dirigir un bufete lleno de casos importantes sino porque su pensamiento está puesto en su amante, Michiko , bellísima mujer que regenta un restaurante de moda

"El trabajo cultural" de Luciano Bianciardi

Conocí una vez a un astuto observador de la vida, cuya privilegiada mente le permitía desdoblarse y convertirse a la vez en actor y voyeur de los acontecimientos. Ese fenómeno solo es posible si la claridad y la ironía son el componente fundamental de nuestro pensamiento. Se trata de ser objetivo sin parecer un pesimista impostado y sin echar campanas al vuelo que resulten innecesarias.  Luciano Bianciardi (1922-1971) es exactamente eso. Alguien que observa. El escritor siempre es alguien que observa pero esa observación en ocasiones se reviste de capas sucesivas que convierten la literatura en un producto que puede consumirse y no atragantarse. Bianciardi no estaba nada preocupado por el efecto de sus palabras sino más bien por hacer buen uso de su espíritu independiente, anclado en la perpetua discusión consigo mismo y ajeno a los dogmas y a las aseveraciones.  En este segundo libro que la editorial errata naturae publica de quien fue, además de escritor, bibliotecari