Ir al contenido principal

Entradas

Dialogando con "Ocnos"

  (Calle Velázquez, San Fernando) "Ocnos" es ese libro al que puedes volver de cuando en cuando con la seguridad de que vas a hallar algo nuevo, algo distinto, algo estimulante, algo capaz de hacerte recordar o imaginar. El recuerdo y la imaginación se mezclan, son cosas que se unen sin tú saberlo, porque estallan de manera automática. El automatismo del recuerdo, cuando se aviva, trae la nostalgia y la melancolía, esos recuerdos ya dolorosos por perdidos. Y el de la imaginación, trae la verdad, la creación, la alegría de inventar y de mostrar a los ojos de otros lo que somos. Eso produce "Ocnos" cada vez que lo leo, o, simplemente, cada vez que abro sus páginas al azar. Y no es Sevilla la ciudad que se me aparece, sino mi propia ciudad allá en el sur del sur, la ciudad de los barcos y los astilleros, de la humedad y el salitre, la ciudad de mar y militares, la ciudad de salinas y careneros.  El azar de hoy me ha traído este "El vicio", que podía titularse

Shakespeare tras el balcón

  Hasta Shakespeare diría que es una pérdida de tiempo empeñarse en convertir la paja en oro, el barro en plata, la basura en sueños. Mira lo que te digo:  El silencio es el mejor heraldo de la alegría. Poca sería mi felicidad si pudiera decir cuánto es. (W. Shakespeare) Jane Austen había leído a Shakespeare. Uno de sus personajes, el señor Knightley, a la hora de declararse a su querida Emma, utiliza palabras parecidas y exactamente el mismo sentido: Si te amara menos, quizá podría explicarme más. El valor del silencio ante la plenitud de los sentimientos. Sin embargo, el enamorado no quiere permanecer callado. Es más, el único consuelo de los que aman es decirlo. Pregonarlo a los cuatro vientos, incluso. Cuando estás enamorada es como si hubiera una urgencia en declarar tu estado, en afirmar, por si no se nota, que no eres la misma, que ha llegado algo diferente a tu vida. O no ha llegado, pero lo intuyes. En una escena de "Shakespeare in love" la reina escucha atentamente

El año en que fui Tamara

  (Chipiona, Cádiz. Foto J.A.S.S.) Estas cosas no suceden de pronto. Se anuncian. Otra cosa es que quieras verlas. Puede que mires hacia otro lado y que te convenzas a ti misma de que no sucede nada, porque no quieres ser egoísta, ni pesada, ni opresiva. Prefieres pensar que ese concepto tan bonito que es la libertad entre los que se aman se comprende igual en todos los casos. Pero no.  El año en que fui Tamara Falcó yo tenía veintitrés años y llevaba tres con un novio fantástico. El mejor novio que una puede tener. No solo era guapo e inteligente, sino amable, cariñoso, listo, trabajador y generoso. Nos enamoramos a primera vista en el cumpleaños de una amiga. Hubo un pequeño escollo al principio porque él tenía novia y necesito varios viajes al pueblo y varias conversaciones para que aquello acabara. No pensé en ningún momento en que pudiera estar dándome coba. Estaba segura de que todo era transparente. Una vez libre de compromiso pudimos vivir la vida los dos y vive Dios que lo hic

Un paseo por los páramos

Este libro de Atalanta es una joya. Se trata del estudio que Winifred Gérin hace sobre los Brontë , su mundo, su paisaje, sus referencias, con especial incidencia en Emily . Sin embargo, no es posible entenderla aislada y por eso el resto de hermanos también aparecen y de forma intensa. Por eso se analiza el mundo imaginario de "Gondal" , los paralelismos con "Cumbres Borrascosas", la vida en los páramos de Haworth y todo ese extraño, estremecedor y, en ocasiones, terrible mundo en el que desarrollaron su creación los hermanos.  Podían haber sido los protagonistas de una novela victoriana, con su misterio, sus luchas, sus conquistas, sus ocultaciones...pero fueron las mentes que idearon unas historias y unos personajes que se imbrican en el tiempo como si de realidades se tratara. Es ciertamente difícil disociar el tiempo histórico con el engranaje cultural que lo soldó y, desde luego, en ese engranaje están los Brontë por derecho propio. Elizabeth Gas

El otoño es un batido de frambuesa

Patti Hansen   Palm Beach, FL, American Vogue, 1975 Foto de Arthur Elgort Nada es para siempre. Tampoco el verano. Te quejas continuamente del calor y te prometes a ti misma que, cuando lleguen los fríos, vas a colocarte una bufanda azul de pura lana y no protestarás al salir a la calle. Ese terreno inhóspito donde todo sucede, donde todo se halla en constante cambio, no te recibirá de sorpresa porque, antes que eso, los cristales de la ventana habrán anunciado el feliz cambio. Se va el verano hasta el año que viene y llega el otoño, la estación de la verdadera poesía, la que augura el reencuentro con los amores, con la gente que en un interludio húmedo y caluroso ha desaparecido momentáneamente de tu vida. Cuando el otoño representa algo nuevo, el otoño renace en un poema. Cuando indica que las cosas encajan y que tu vida cotidiana estará regida ahora por el horario, el otoño vuelve a convertir

Ocultación

(Erwin Blumenfeld. Fotografía.) En ese mundo de mujeres, las había afortunadas. Gente sencilla pero que parecía estar tocada por la varita mágica de la suerte. Gente apacible, respetada, que convivía con tranquilidad y que no se despertaba de noche en medio del susto y la desesperación. Pero también existía lo otro. Lo otro se ocultaba, nadie podía saberlo. Las primeras interesadas en ocultarlo fueron ellas, las mujeres que tenían una trastienda emocional llena de objetos viejos y punzantes. Esas mujeres agachaban los ojos cuando iban por la calle. Les parecía que ellas mismas eran las culpables de lo que les pasaba. No tenían capacidad para entender que nadie merecía aquello. No. Ellas sentían que la vida era un castigo y que ese castigo tenía que tener una motivación. Nadie podía sufrir así sin causa alguna.  Se equivocaban. Equivocaban sus silencios, que atravesaban las frágiles paredes de las casas y atronaban las calles. Equivocaban sus confidencias, hechas siempre al

Quien no tiene padrinos...

  (Foto Vivian Maier) La sabia madre de una querida amiga tenía este refrán entre los suyos: "Quién no tiene padrinos, no se bautiza". Como todas las madres, grandes verdades estaban siempre en sus frontispicios y sabían manejarlas con la suprema elegancia de quienes no se quejan sino que muestran una evidencia.  Cuando eres una niña de barrio todo te cuesta más. Todo se consigue a base de esfuerzo, de trabajo, de voluntad, de estudio y de lucha. Tu familia, en el mejor de los casos, empuja a tu lado, pero el resto del mundo es una abrupta montaña que no se va a dejar conquistar así como así. Si no eres la hija de..., o la nieta de..., o la esposa de...no lo vas a tener nada fácil. Las niñas de barrio, por muy inteligentes que seamos, y a veces lo somos, hay techos que no vas a alcanzar.  Se habla mucho de ese "techo de cristal" que impide a las mujeres lograr las más altas cotas de poder o de influencia. Pero yo hablo de un techo mucho más evidente y oculto a la ve

Ford, Glenn Ford

Que Glenn Ford no ganara nunca un Oscar es una señal evidente de lo que son los premios. Dependen de tantas cosas y de tantas circunstancias que son fiables a medias. Hay por lo menos tres películas por las que Ford merecía un Oscar (y no cuento entre ellas a Gilda ): Los sobornados , de Fritz Lang , en 1953; Deseos humanos , del mismo director y un año después; Chantaje contra una mujer , de Blake Edwards , 1962. Las tres se pueden encuadrar en lo que llamamos "cine negro" y lo mismo le ocurre a Gilda . En realidad, en esta famosísima película, el papel de Ford es mucho más interesante que el de ella, pero la fama tiene esas cosas. Los sobornados , es una de las mejores películas negras que se han rodado nunca. Su violencia expresada y elíptica la convierte en un film oscuro, en una muestra de la maldad humana y de cómo las personas llegan a ser capaces de lo peor. Por su parte, en Deseos humanos (donde vuelve a encontrarse con la gran Gloria Grahame , quizá su pareja ci

"De vuelta a casa" de María Sanz

"Nada como este sueño de tristeza para alojarse en todos los adioses..." Los libros de poesía son tan acogedores...Notas en ellos, desde el principio, que el autor respira, se mueve, siente, que las palabras no están vacías ni pretenden ser escaparates. Los libros de poesía se abren como flores, se esparce su perfume por allá donde alguien los lee, y florecen, siempre florecen.  ¿Quién no sueña con volver a casa? ¿Qué casa es esta de la que habla la poeta María Sanz ? Cuarenta poemas en la pauta de la emoción, del verso clásico que trasmina una voz que hace del silencio el motivo mayor para saltar al aire. La casa es el trasunto de la propia vida, es el ámbito que contiene todo aquello que ofrece algún significado. La casa es el envoltorio pero también registra los sonidos, los suspiros, los llantos, los pequeños crujidos del cuerpo y de las cosas. En cuarenta poemas se condensan los momentos vividos y se anhelan los que podrán venir y los que nunca volverán porque la vida pa

"Todo lo que perdí: por lo que muero"

(Douglas Aagard) Otro tiempo vendrá Otro tiempo vendrá distinto a éste. Y alguien dirá: «Hablaste mal. Debiste haber contado otras historias: violines estirándose indolentes en una noche densa de perfumes, bellas palabras calificativas para expresar amor ilimitado, amor al fin sobre las cosas todas». Pero hoy, cuando es la luz del alba como la espuma sucia de un día anticipadamente inútil, estoy aquí, insomne, fatigado, velando mis armas derrotadas, y canto todo lo que perdí: por lo que muero. (Ángel González) Así que pase el tiempo, la vida, todo, en honda soledad, en verso eterno. Así, lo que perdí, contigo, lo que fuiste, cuando el adiós sustituyó a la vida, en silencios que claman, viejas huellas, dándolo todo, tú, en la tierra, amor desamparado, nada queda. 

De par en par, abierta la ventana...

(Marc Chagall) Un manojo de nubes engañosas y el aire que se coló sin verme. Eso fue lo que puso en vigilia tantas horas sin saber que era fácil desprenderse de todo. El verde de las hojas flameaba en una tarde de esperanzas llena. En el zócalo gris de la ventana había una mariposa irreverente, cuyas alas se abrieron al compás de los ecos. Esa casa de chimenea apagada, de tejado en pizarra convertido, de pared blanca, de festones azules, azul, azul, azul y prusia, esa casa te ansía y no lo sabe. Así que el árbol se esparza sin miedo, en silencio de luz, de madrugada, así la tarde llene su silencio de una voz que yo espero, de una voz que no existe, que tiñe madrugadas sin sonidos. 

Aquel chico francés...

  Aquel chico francés tenía un gran parecido con Vigo Mortensen. Llevaba el pelo largo y los ojos azules (o eran grises o verdes, todo dependía). Rompí todas sus fotos en ese momento de ofuscación que sigue al enamoramiento más feroz y por eso hoy reconstruyo su imagen a través de la de otro. Recursos de la memoria y del paso del tiempo. He roto tantas fotos que tendría que convertir la pasarela roja en el trasunto de la calle Real. Aquel chico francés era fotógrafo y andaba todo el día con la cámara al hombro. Se paraba en los sitios más inverosímiles y hasta peligrosos y luego echaba las horas revelándolas en un estudio que había instalado en su apartamento de Nîmes. El apartamento era pequeño pero brillaba a todas horas, porque le daba un sol naciente espléndido y la terraza despedía un olor inusitado a albahaca. Conocía todos los lugares, porque su cámara los captaba antes casi de que la gente los descubriera. Castillos, palacios, puentes, ríos y calles. Edificios, tiendas, bares,

"Extranjeros, bienvenidos" de Barbara Pym

  Barbara Pym es una mujer excelente y una escritora excelente. Nació en 1913 y murió en 1980. Aunque publicó varias novelas en vida, lo cierto es que dejó una maleta con inéditos que van saliendo poco a poco. Algunas editoriales, entre ellas Gatopardo Ediciones , están realizando una encomiable labor de recuperación al respecto. Así ha publicado los tres libros que he leído de ella: Mujeres excelentes, Algo menos que ángeles y Amor no correspondido. Este último es mi favorito y publicación original tuvo lugar en 1961.     En "Un poco menos que ángeles"  se cuenta la historia de Catherine Oliphant, escritora, cuyo noviazgo con un atractivo antropólogo llamado Tom Mallow entra en fase pantanosa cuando él conoce a una joven estudiante, Deirdre Swan. Para que haya cuarteto se añade al grupo otro antropólogo, un tipo de carácter bastante raro, Alaric Lydgate. No solo hablamos de enredos amorosos sino de esas argucias, artimañas y envidias que se mueven en el mundo de la

"Un poco menos que ángeles" de Barbara Pym

Este es el tercer libro que publica Gatopardo Ediciones de la autora inglesa Barbara Pym (1913-1980). Los anteriores son "Mujeres excelentes" en 2016 y "Amor no correspondido" en 2017. Confieso mi predilección por "Amor no correspondido", aunque "Mujeres excelentes" me descubrió una forma de mirar muy especial y este de ahora tiene novedades interesantes, silencios y palabras que hacen reflexionar.  Me gusta Barbara Pym por su inteligencia. La inteligencia en un escritor tiene mucho que ver con esa manera distinta de ver los hechos, de analizarlos y, sobre todo, de interpretarlos. En ella hay una mezcla de dulzura y desafío. Hay una foto que se repite cada vez que se buscan datos sobre ella en la que aparece sonriendo a medias con un gato en los brazos. No me gustan los gatos, ni los perros, ni los animales en general, pero ella tiene una actitud complaciente que la convierte casi en la vecina de al lado. Inspira confianza. Esa sens

"Amor no correspondido" de Barbara Pym

   E ntiendo a Dulcie Mainwaring aunque no sé si al final, cuando ya no la veamos, (porque el desenlace queda abierto) cometerá el "error" de casarse con alguien inapropiado. Entiendo su papel de espectadora de la vida, eso que no podemos evitar aunque nos gustaría. Quién no querría ser protagonista...Y su sensatez mezclada con el atrevimiento de querer saber. Y, por supuesto, su dedicación a la lectura, algo que los hombres "no comprenden ni les gusta".     E n su entorno pasan "cosas" y ella habla de "cosas". Esto le encantaría a Margaret Dashwood , o, al menos, eso decía en aquella escena de "Sentido y Sensibilidad" . No habla de este libro la novela pero sí de "Mansfield Park" , porque Aylwin Forbes da a su corazón un giro sentimental que compara con el del protagonista de Jane Austen : "Edmund se había desenamorado de Mary Crawford y había empezado a sentir afecto por Fanny" . Así es Aylwin (muy guapo, rub