Elizabeth Taylor (1912-1975) es una escritora maravillosa. Uno de esos descubrimientos míos, recientes, que han ido engarzándose de uno a otro, como si fueran las perlas de un collar antiguo. Reseñé de ella en este blog su libro "La señorita Dashwood" que me dejó impresionada y me mostró a una autora dotada de la capacidad de observación y del dominio del lenguaje que, cuando se combinan, producen obras de calidad y llenas de emoción. Como ocurre con otras colegas suyas que vivieron en época parecida (una época plagada de mujeres que escriben ) ella tuvo una aparente existencia tranquila. Institutriz, bibliotecaria y luego esposa de un hombre de negocios, nada en su existencia podría haber prefigurado su dedicación a la literatura, salvo que el talento para escribir es un don que, tarde o temprano, se revela. Doce novelas y cuatro libros de cuentos es su bagaje. También un libro para jóvenes. Esta que he leído recientemente y que gloso aquí se publicó en 1947.
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