(Henry Sutton Palmer. A cottage garden) Solo quien ha perdido la casa de su infancia puede entender el sentimiento de Anne Elliot al tener que dejar Kellynch Hall. Y no se trata de comodidades, de lujos o de posesiones. No. Es algo más íntimo y más duradero. Es la pérdida del tiempo vivido, de los recuerdos asociados, de las personas que han compartido esos espacios. Un sentimiento que está en relación con el que siente Jane Austen al dejar Steventon. Sin consultar con nadie, George Austen, el padre, decidió al jubilarse de su puesto como pastor (dejaría el beneficio eclesiástico a uno de sus hijos), que la familia se marcharía a vivir a Bath. En ese momento solo quedan en casa, además de los padres, las dos hijas: Cassandra y Jane. Ninguna fue consultada al respecto. Algo probablemente usual en esos años. El caso es que para Jane al menos la noticia fue demoledora. Tuvo que dejar atrás su entorno más querido y también sus muebles y enseres, que fueron vendidos, porque no era
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