La forma en la que llegamos a los libros y, a través de ellos, a sus autores, es verdaderamente mágica. Nunca se repiten los casos, hay carambolas de la vida, encuentros fortuitos, búsquedas recompensadas, casualidades plenas. En todo caso, hallar un libro, leerlo y que no te abandone es, sobre todo, un acto de amor. Llegué a Edna O´Brien a través de alguien que, un día, sin yo saber por qué y sin que pueda recordar quien era ese alguien, me regaló uno de sus libros, el primero de la trilogía de Kate y Baba . Llegué a Philip Roth porque alguien, de quien tengo muy claros su nombre y su eco, me regalaron uno de sus libros. Lo que entonces no sabía es que ellos, Roth y Edna , eran, no solo amigos, sino admiradores mutuos, cómplices literarios y muy parecidos en algunos aspectos. Philip Roth confesó su aprecio sobresaliente por Las chicas de campo, el libro que ella publicó en 1960 y, a su vez, Edna le dedicó su volumen de cuentos Objeto de amor, una de sus obras más conseg
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