(Fotografía de Tinashe. Dazed Magazine) Ella lo cuenta en voz muy baja. Apenas se oye lo que dice. Parece tener una sensación de inseguridad que no logra disipar su media sonrisa. Se sienta a mi lado y cruza las manos sobre las rodillas. Ese es un gesto que repite a menudo. Tiene un poco de frío. La tristeza siempre le causa frío y desasosiego. También, incomprensión. Cuando algo ocurre que hiela su corazón, responde con la duda, el frío y la extrañeza. Se asusta de que las cosas cambien de repente, sin apenas saber cómo. Hoy, luce el sol. Mañana, llueve o truena. Las tormentas le dan miedo, un pavor que no tiene razón de ser, sino que es un recuerdo de un pasado mágico, en el que el mar parecía estar lejos aunque estaba al otro lado de la calle. En el que la azotea daba paso a las historias de aventuras que el cine de verano trasladaba inmisericorde a través de la noche. En el que los amaneceres se teñían de sospecha. Qué ocurrirá en ese transparente puzzle en el que vivo, s
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