A finales de los años ochenta del siglo pasado se produjo en toda Andalucía un movimiento a favor de que el flamenco se enseñara en las escuelas. Maestros y profesores que trabajaban en lugares distintos, sin ponerse de acuerdo, de manera espontánea, entendieron que este arte es un patrimonio que no puede ser negado a nuestros alumnos. De esta forma, se iniciaron las actividades y programas para que el flamenco llegara a los niños de los colegios e institutos andaluces. Fue, por lo tanto, un movimiento surgido desde la base y que no emanaba de ninguna instancia oficial. En la Escuela de Magisterio de Sevilla se organizó una peña flamenca compuesta por enseñantes, todos ellos impregnados de la misma inquietud y en muchísimos lugares de la comunidad autónoma se establecieron lazos con peñas y con otras instituciones para trasladar a los alumnos el cante, el baile y el toque. Por su parte, la Consejería de Educación publicó, dentro de un conjunto de talleres dedicados a la cultura an
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