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Mostrando las entradas etiquetadas como Cine

Hamlet, Heathcliff, Darcy, Max...Larry

Lo mismo que decía Spencer Tracy (y con él, toda la profesión), Laurence Olivier es el más grande actor de la historia del teatro, o lo que es lo mismo, de la historia de la interpretación. Y está entre los cuatro o cinco mejores del cine, ese arte que él despreciaba al principio (como ocurre con todos los actores de teatro) y que luego fue un trabajo que le dio fama y dinero y que le trajo también decepciones y dudas. No era un hombre perfecto, pero era el mejor actor del mundo. Siempre me produjo melancolía su vida personal (lo que sabemos de ella, que es la punta del iceberg, como ocurre siempre) y admiración profunda su trabajo. Y su imagen es el del hombre plagado de aristas. A la vez elegante, tierno, implacable, asustado, difícil, enamorado, exquisito, templado y azaroso. Una mirada indescifrable en una presencia imposible de clasificar.  Como él, otros actores ingleses sintieron la llamada del cine, que, en los años treinta y cuarenta significaba mudarse a Estados Unid

La otra Rebeca

Ella era una cinéfila militante. Había nacido en el año cuarenta y eso debió imprimirle carácter. Era la época de las grandes divas y este tema no podía pasar desapercibido para una muchacha que vivía pared con pared con un cine-teatro que ofrecía sueños por poco dinero. Tenía una imaginación a prueba de post-guerra y soñaba con el último actor al que veía en la pantalla grande. Más que soñar, se inventaba una historia completa, al modo clásico, con planteamiento, nudo y desenlace. El desenlace era feliz, salvo en algunos casos en los que se imponía la nostalgia del alejamiento. Concesiones al neorrealismo. Los héroes del cine eran hombres de verdad y no como los que se encontraba en el paseo, por la Alameda, o en las orillas del río. Por cierto, que el río le dio disgustos a menudo, hasta que lo canalizaron y lo convirtieron en un río de mentira, un río sin corriente de agua, una especie de bañera flotante. Un asco.  Las salas de cine tenían un misterio especial pero tambié

En Grecia el mar cambia de color

  Céline (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke) hablan de sus cosas. Y el fondo es agua y piedra, los dos elementos que definen las islas griegas, que hablan de Grecia a los que buscan en las guías de viaje una forma nueva de encontrarse. Cuando estudiábamos el mundo clásico todavía no sabíamos que habría veranos al calor de ese mundo que parece no haberse hundido nunca. Son las ruinas más fotogénicas del universo y el lugar en el que una puede resarcirse de los sonidos molestos de la civilización, aunque aquello es lo más civilizado del mundo. Grecia es el pasado y el futuro, mucho menos el presente, porque el presente pasa rápido si te sientas en cualquier pequeño restaurante, que una familia al completo lleva con total devoción.  Monemvasía se cuelga del mar y de la piedra, sus calles son piedra y suena a piedra siempre. Arachova presume de frescos bizantinos y lo hace con razón, porque Bizancio es una piedra (siempre la piedra) angular de los restos artísticos que convierten todo est

Leslie Manville es la señora Harris y va a París

  En esta historia hay tres personajes principales: Paul Gallico, Ada Harris y Leslie Manville. Veamos.  Paul Gallico es el autor de dos libros protagonizados por Ada Harris: Flores para la señora Harris y La señora Harris en Nueva York. La protagonista es la misma pero los libros son muy distintos. En Flores para la señora Harris tenemos que Ada sueña con poseer un vestido de Dior y lo intenta de todas las formas posibles. Hablando de Ada tenemos que mencionar ya a Leslie Manville, que aparece en la foto de arriba y que es la actriz que la interpreta en la película El viaje a París de la señora Harris.  ¿Todo claro? Hablemos primero del autor, de Paul Gallico, porque su biografía es muy interesante:  De ascendencia italiana y austriaca, Paul Gallico nació en Nueva York en 1897. Se licenció por la Universidad de Columbia y empezó a trabajar como periodista deportivo para The New York Daily News. A finales de la década de 1930, decidió abandonar el periodismo deportivo y empezó a escrib

Dirección oeste

  (Los siete magníficos, John Sturges, 1960) (Solo ante el peligro, Fred Zinnemann, 1952) (Duelo de titanes, John Sturges, 1956) (Grupo salvaje, 1969, Sam Peckinpah) (El hombre de Laramie, 1955, Anthony Mann) (El hombre de las pistolas de oro, 1959,  Edward Dmytryk) (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962, John Ford) (El tren de las 3.10, 1957, Delmer Daves) Cuando yo era pequeña creía que las películas del Oeste eran esas que se veían en el cine de verano para alegría de los chiquillos, que gritaban cuando venían los buenos, cuando el hombre solitario se salía con la suya y cuando, a veces, la chica y el protagonista acababan juntos. Si te has criado en una familia cinéfila sabes lo que eso significa. Casi todas las noches habrá programa. ¿Qué veremos esta noche? Las revistas de cine estarán en la salita. Conocerás a los actores y actrices, te enterarás de los últimos estrenos. Y alguien, tu madre por ejemplo, dará lecciones de sabiduría cinematográfica al hablarte de los tiempos

El discurso de Aragorn, los Oscar's y las ilusiones rotas

  De modo que me había negado a ver la trilogía "El señor de los anillos" por eso de que las películas fantásticas y las que presentan a gente muy sucia y muy rara no me gustan. Pero en El cine pensado, un canal de youtube dedicado a historias cinematográficas muy especiales, había visto algunas escenas, una de ellas apasionante porque Viggo Mortensen, el rey Aragorn, lanza una arenga a los ejércitos para que vayan a la lucha. Y es un discurso extraordinario, en el que se apela a la voluntad de aquella gente dispersa para vivir juntos y, antes de eso, batallar con el mismo objetivo. Me gusta mucho Viggo Mortensen como actor y es un tipo guapísimo, súper atractivo siempre y con un carisma especial. He visto muchas películas suyas y tiene ese "algo" que distingue a los actores tocados con la magia que traspasa la pantalla. Pero cuando es Aragorn la épica lo convierte en un personaje lleno de una fuerza diferente. He visto la tercera parte de la trilogía y me he conven

Cuando las rubias adoran a Jefferson

Los Oscar's de 1951 fueron un verdadero lío. Excepcionalmente una misma película ofrecía cinco nominaciones interpretativas: cuatro de actrices y una de actor. Las actrices se quedaron sin premio. En el apartado de actrices de reparto ganó Josephine Hull por "El invisible Harvey" (película y actriz que ha pasado sin pena ni gloria), dejando sin premio a Celeste Holm y Thelma Ritter de "Eva al desnudo" (un peliculón donde los haya, inmortal como las obras maestras). Pero, además, el Oscar a la mejor actriz se lo llevó una joven y casi novata en el cine Judy Holliday por "Nacida ayer", de modo que la enorme Bette Davis se fue con las manos vacías, lo mismo que la mosquita muerta Eva Harrington, o, lo que es lo mismo, Anne Baxter , las dos de "Eva al desnudo". La película solo tuvo un premio a la mejor interpretación y fue al secundario (es un decir porque está inconmensurable) George Sanders que hacía de Addison DeWitt, un crítico teatral

"Cuatro bodas y un funeral" (1994), Mike Nevell

Hay películas que no pasan de moda, que se convierten en clásicos que siempre te apetece ver. Como esta, que da de sí mucho más de lo que una se imagina, porque tiene de todo: ritos, besos, vestidos, flores, amoríos, desamor, abandonos, búsquedas, fiestas, música, amigos, familia, sombreros y lluvia. El protagonista de la historia es Charles, un soltero a quien no hay forma de pillar y que conoce en una boda, la primera de las cuatro, a una chica americana, llamada Carrie. Bueno, Charles es un inglés típico, elegante, atractivo, despistado y que sabe vestir el chaqué. Las bodas inglesas, con sus chaqués y sombreros, son maravillosas, mientras que las americanas, con el esmoquin, dan horror y las novias parecen siempre merengues con flores en la cabeza. Esta primera boda es súper inglesa, en una iglesia encantadora y con unos invitados ad hoc. La cosa va de paisajes campestres y por eso pasan la noche o bien en un castillo o en El pato mareado, un hotel de la zona. Gran nombre, desde lu