"El traje nuevo del emperador" de Hans Christian Andersen es uno de mis cuentos favoritos. La moraleja que encierra es genial. No tiene uno que mirar con los ojos de otros. No siempre lo que muchos ven es la realidad. No hay preguntas estúpidas. Todo eso se guarda en el relato y en su final. Y hay más cosas. El cuento es una muestra del servilismo ante los poderosos, de esa forma de agachar la cabeza ante los que consideramos más que nosotros. A veces ese servilismo ni siquiera pasa por tal y no se advierte. Porque hay personas que nos hacen sentirnos menos que ellos, o que lo intentan. La inocencia del niño que grita la verdad, el emperador va desnudo, es la culminación de una esperanza. La de conservar esa inocencia, la pureza de los años limpios, el corazón abierto a las cosas como son, no como parecen o como deben ser. Ese grito es un grito que nadie debería dejar atrás, en el desván de la memoria, en la bruma de la infancia perdida. Si Andersen escribier
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