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Mostrando las entradas etiquetadas como Virginia Woolf

Virginia, Clarissa y un árbol

En uno de los primeros pasajes de "Rebecca" (novela y película), la muchacha sin nombre llamada a ser la segunda señora De Winter, cuenta a Max algunas cosas sobre su padre. Era pintor, sin demasiada suerte ni éxito, pero de ideas fijas y bien asentadas. Siempre dibujaba árboles, mejor dicho, siempre dibujaba un mismo árbol. De día y de noche, en el crepúsculo, al amanecer, a la hora de la siesta, en el aperitivo, todo el tiempo ese árbol aparecía en sus pinceles. La muchacha tenía una clara explicación de esta contumacia pues su propio padre se lo había dejado muy claro: si encuentras algo en el mundo que sea perfecto, no merece la pena cambiarlo ni buscarse otra cosa. Más o menos.  No conocemos al árbol del padre de la chica, ni siquiera sabemos cómo era ese árbol ni qué ramas tenía, si era caduco o perenne, si tenía flores, frutas o era un simple tronco retorcido, pero la pertinacia del artista tiene mucho que ver con el embeleso que la naturaleza produce. El pin

Escribir libros, escribir de libros

(Silvia Plath en uno de sus retratos de juventud) (Primer plano de Virginia Woolf en su retrato clásico) (Una de las muchas fotografías que pueden encontrarse de Edna O`Brien) La vieja tensión entre los críticos  y los creadores. Entre los profesores y los creadores. Entre los críticos profesionales y los amateurs. Todos ellos, críticos, profesores y amateurs, intermediarios entre la obra y el lector. Entre el autor y el lector. Meros intermediarios. Intermediarios, nada más y nada menos.  ¿Es el crítico literario un escritor frustrado? Al fin y al cabo, incluso si la obra es deleznable, alguien ha logrado inventar una historia, crear unos personajes, completar una trama...La creación está en un escalón superior al que ocupa el reseñista. El escritor parte de la nada y pone sobre la mesa una cosa nueva, un producto (bueno o malo), que admite juicio, precisamente porque es original. Y también admite controversia.  Incluso las más altas cumbres admiten la

Jane Austen y Virginia Woolf

Adeline Virginia Stephen, Virginia Woolf para la literatura (Londres, 1882-1941), en su famoso ensayo "Una habitación propia" describe la escritura de Jane Austen como "una obra para personas mayores, escrita por una mujer, que escribe como una mujer y no como un hombre". Esta aseveración podría ser tomada de manera negativa, pero no es el caso. En el ensayo citado, Woolf reivindica por primera vez la necesidad de que la mujer muestre su independencia intelectual por medio de la literatura, como una forma de expresión del talento que había tenido que sufrir inconvenientes varios. Desde los casos en los que la mujer no firmaba con su hombre, hasta aquellos en los que la firma que aparecía era la del marido. La afirmación de la mujer no es tanto cosa de gritería feminista sin aquilatar, sino de ir consiguiendo subir escalones cuya dificultad es manifiesta.  Esta vindicación de la obra de Austen favoreció el que la crítica la considerara algo serio, mucho má