(Foto: Irving Penn) Mi padre era un hombre excepcional. Supongo que la mayoría de la gente piensa lo mismo del suyo y eso está bien, pero, en este caso, es cierto, totalmente cierto. Era un hombre excepcional por muchos motivos y tenía más mérito porque las circunstancias estaban en su contra. Toda su infancia y su adolescencia echó en falta (aunque nunca lo confesó, pero era obvio) el cariño de una madre, el cuidado de alguien que le abrazara. Su casa había vivido una tragedia y esa tragedia los marcó a todos de por vida. Por eso quizá sintió tan fuerte el amor de la familia que él mismo creó y por eso sus hijos éramos sus estrellas, sus soles, sus astros, todos en una constelación única que era intocable. Por eso estiró la vida hasta sentirla al máximo y así lo muestran las fotografías de su juventud, atractivo como un actor de cine, con sus gafas de sol que nunca abandonaba, su gesto irónico y su media sonrisa casi enigmática. Hubiera sido un actor estupendo. Leía to
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