Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Cameos

"¿Jubilación viene de júbilo?" por Ángel Vela

 (Foto: Nick Knight)  El  Cameo  de Ángel Vela Nieto. Una reflexión muy personal sobre uno de los momentos vitales que más sentimientos generan.  "Cuando llega la jubilación laboral lo único claro es que uno (hablo como varón) ya tiene una edad que no es para tirar cohetes; vamos, que no se parece a la de la mili o la de juntar para el ajuar, por ejemplo. El discurrir de los años no beneficia a nada ni a nadie, todo envejece y se deteriora con el tiempo como es de perogrullo. Se dan casos, y no son pocos, en los que abandonar eso que llaman “el castigo bíblico” lleva a trastornos psíquicos, a no amoldarse a la nueva situación vital.  Para eso se tiene que dar la circunstancia de que la ocupación, a la que se ha dedicado la vida, haya sido elegida, vocacional, el trabajo como placer. En principio todos los nuevos jubilados aplauden su libertad de compromiso y sienten como un rejuvenecimiento de la sangre, y algunos hasta creen en verdad que regresan a la juventud. Sintiéndolo mucho

"Hedor literario" por Antonio Rincón

("Beata Beatrix" de D. G. Rossetti. Pintura Prerrafaelita. Inglaterra) El  Cameo  de Antonio Rincón Muñiz. Un posicionamiento a medio camino entre la ironía y la evidencia, ante algunas corrientes  literarias.                                           " Existe, cierto es, una literatura basura, como hay una comida basura, una televisión basura e incluso unas personalidades basura. Y, por supuesto, un arte basura. A esa conclusión llegué sin esfuerzo cuando leí aquella noticia que contenía tintes escatológicos propensos a la arcada, intelectual y física, en el lector medianamente sensible: «El artista italiano Fulano de Tal —no es necesario reflejar su nombre para no hacer más publicidad de alguien que la busca hasta esos extremos— vende sus excrementos envasados en latitas de azófar a un precio inmoderadamente abusivo…». Eso decía la nota tipográfica del periódico. Me tapé la nariz y dejé de leer. Supongo que conociendo la estulticia humana —ahora más desarrollada que