Jane Austen y la señorita Sharp
A Jane Austen no le gustaba el oficio de institutriz. Consideraba que era una auténtica desgracia tener que dedicarse a le educación de niños malcriados. Quizá, por eso mismo, la única institutriz que ella inventa con detalle es una mujer estimada y muy querida en su entorno, ademas de convertirse, al principio de la novela, en una señora casada. Me refiero, claro está, a Emma y a la señorita Taylor, cuya boda, o mejor dicho, la velada posterior al casamiento, da inicio a la historia. La señorita Taylor crió a Emma y a su hermana Isabella tras la muerte de su madre. El señor Woodhouse, al contrario de lo que solían hacer los hombres viudos en la época, no volvió a casarse y prefiero confiar en la institutriz pero seguir dedicándose él a la crianza de sus hijas. La prudencia, la mesura, los buenos consejos, la serenidad, la educación, son características que adornan a la señorita Taylor, mucho mejor educada que algunas señoras con las que alterna.
En la vida real, Jane Austen tuvo una íntima amiga institutriz. Se trata de Anne Sharp, que ejercía como tal en Godmersham, la mansión de su hermano Edward, en la que vivía con su esposa Elizabeth y sus once hijos. Cuando Jane iba de visita se encontraba con la señorita Sharp y entre ellas había desde el principio una afinidad que las convirtió en amigas. A Sharp le gustaban los libros y el teatro. Ella misma inventaba obras para representarlas con los niños de la casa. Se ha olvidado ya el papel tan importante que juega el teatro como forma de aprendizaje. Pero durante muchos años ha sido un recurso potente para las familias y para los colegios. También en el internado de Reading, donde Jane y su hermana Cassandra estuvieron algún tiempo, se representaban funciones teatrales. Y, desde luego, el teatro era una de las principales diversiones y el acto social al que Jane acudía con su hermano Henry en Londres cada vez que había ocasión.
Volvamos a la señorita Sharp, la sensible y divertida institutriz que estuvo un tiempo enseñando a los niños de Godmersham hasta que, en 1806, dejó el trabajo y se fue al norte, no para abrir su propia escuela, como ella había afirmado, sino para trabajar, de nuevo, en una casa de familia. ¿Por qué mentiría al respecto?
Mantuvo su amistad con Jane Austen hasta la muerte de esta y recibió de manos de Cassandra un pasacinta de la escritora y un mechón de su cabello como regalo. Dones sencillos pero que testimonian una amistad sincera y duradera.
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