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A la flor del almendro

Cada año el rito se cumple sin pereza. Aunque la climatología sea inclemente, aunque las lluvias no lleguen, incluso cuando el calor rompe el ciclo de la vida vegetal, los almendros florecen y las flores blancas incipientes se tornan rosadas, en un movimiento esplendoroso que te causa sorpresa, aunque ya lo sepas. Había almendros en el patio de aquel colegio y los niños correteaban debajo de ellos y soplaban las pequeñas ramas que caían, convirtiéndolas en extrañas cometas vivientes. Los almendros llenaban el camino que conducía a ese paraíso de la infancia que visitabas a veces, produciendo una impresión distinta al resto de los árboles que allí había. Eran almendros extraños, fuera de lugar y, por eso mismo, imposibles de dejarlos a un lado. En Japón, Keiko y Natsumi sueñan con que, florecidos, van a convertir en realidad sus sueños, los que han tejido al amparo de la lona azul del parque de los pobres en el caso de Keiko y junto a la cocina de su vieja casa de Nagasaki,

"Ya no siento el corazón"

(Circe. John William Waterhouse. 1849-1917) "En el corazón tenía/ la espina de una pasión/ logré arráncamela un día/ ya no siento el corazón" Lo escribió Antonio Machado y cuando ella lo leía, desde niña, siempre se imaginaba la escena. El rostro sombrío, callado, oscuro, del poeta, subiendo despacio una calle empinada. Solo. Totalmente solo. Los versos de Machado tenían que ver con la ausencia que causa la muerte pero ella tuvo ocasión de saber que no solamente la muerte trae la pérdida. Que, a veces, se pierde incluso lo que no se ha tenido. Ese vacío que sucede al amor, ese desamor que se convierte en un hueco que llena tu cuerpo hasta extremos que nunca hubieras creído... Así, durante mucho tiempo, una luz especial la iluminó. Era una ráfaga de alegría a veces. En otras ocasiones, un vendaval de lágrimas. También, un movimiento telúrico hacia el abismo. Hubo horas en las que fue consuelo, llama viva y despertar alado. En las noches, una sonrisa cerraba su

"Nunca fluyó en calma el curso del amor"

(Rob Efferan. Hiperrealismo)  Había cuatro mujeres y era una tarde plácida. Los sentidos alerta esperando el amor. Una pasión lejana para alguna de ellas. Una pérdida para las otras dos. El descubrir del ansia para la más afortunada. “Le quiero tanto, dice, me gusta tanto, que creo que voy a morirme cada vez que me acerco al portal de su casa, toco el timbre y aparece sonriente y me toma en sus brazos”. “Le quiero tanto, sigue, que cuando no lo veo, aunque sean diez minutos, aunque sea un solo instante, siento que todavía puedo perderlo, incluso que se va de mi lado y yo noto el vacío, aunque sea un solo instante”. “Le quiero tanto, explica, que cuando hago el amor siento que me redimo de ese pasado triste que todas conocéis, siento que soy la única, que soy la verdadera, que estamos solos en el hoy y el futuro”.  Así brillan sus ojos. Certifico. Mueve las manos como si fueran alas, como si las palomas se posaran en ella. Mueve los ojos y sonríe con una mirada cómplice que n

La invasión de los imbéciles

Yo soy una de esas personas imbéciles que hablo en las redes. Umberto Eco (1932-2016) era un hombre muy crítico con las redes sociales. Mucha gente lo es. Pero no son Umberto Eco, ni tienen el eco de Umberto Eco. De manera que esta voz ha resonado con mucha más fuerza y generado un movimiento anti-redes que está iniciándose pero que tendrá cada vez más adeptos. Es como el movimiento luddita que iba contra las máquinas. Como los libros de D. H. Lawrence , clamando por la supremacía de los instintos en un mundo mercantilizado y mecanizado.  Eco también se planteó el problema de la escuela en relación con la enseñanza del uso de Internet. Sabiendo que es un proceso imparable, se interrogó acerca de las formas y maneras en las que la institución escolar puede acometer no solamente la alfabetización digital, sino el libro de estilo de Internet, la fórmula para distinguir lo verdadero de lo falso y sobre todo, lo cualitativamente bueno y lo malo. Esa distinción requiere un aprend

"El descapotable rojo y otras historias" de Louise Erdrich

El mundo de las mujeres, las diferencias sociales y culturales entre blancos e indios, las costumbres de la tribu ojibwe de la que desciende, lo bueno y lo peor del ser humano, son los temas que desgrana en sus libros Louise Erdrich (1954. Little Falls, Minnesota, USA), de quien la editorial Siruela lleva publicados ya media docena de libros. Uno de ellos "Plaga de palomas" está reseñado en este blog. No es la única autora que convierte en literatura sus vivencias de infancia en torno a las reservas indias. También lo hace, y muy bien, Katherina Vermette, en un libro precioso titulado "En un lugar sin nombre".  Ahora se publica esta serie de relatos, vertidos al castellano desde el inglés por su traductora de siempre, Susana de la Higuera Glynne-Jones. Erdrich es una maestra del relato. Ha escrito importantes novelas y libros infantiles pero es en el texto corto donde encuentra su mayor y mejor forma de expresión. Ella misma lo reconoce cuando dice que lo

No

(Liechtenstein) Ella siempre negaba. Siempre decía "no". Podía ser el título de una canción. La mujer que siempre decía no. No te quiero. No me gustas. No me importas. No espero nada de ti. No te entiendo. No sueño contigo. No te espero cada día. No aguardo tu voz tras el teléfono. No despierto con tu nombre en mis labios. No rememoro tu risa cuando estás lejos. No te echo de menos. No te ansío. No te deseo. No imagino tu cuerpo junto al mío. No hablo sola como si me escucharas. No escribo por ti. No escribo de ti. No escribo porque existes. No eres mi inspiración. No eres toda mi vida. No te llevo siempre en lo hondo. No lloro a veces de nostalgia. No siento tu ausencia. No me gusta verte. No corro como si tuviera alas a tu encuentro. No eres el motivo por el que sonrío a solas. No te amo. 

"La costurera" de Rosalie Ham

Solo lleva un par de meses en las librerías españolas. Es la primera novela de Rosalie Ham y de ella se ha hecho una película protagonizada por Kate Winslet. El tema de la costura da mucho de sí en la literatura y en el cine. No me extraña. Representa un mundo fantástico, lleno de posibilidades, de texturas. En España tuvo muchísimo éxito el libro de María Dueñas "El tiempo entre costuras", del que se hizo una preciosa y ajustada serie del mismo nombre con el protagonismo de una intérprete ideal, Adriana Ugarte. En esta novela el trasfondo histórico tenía un peso importante, mientras que en la novela de Ham es la vida personal, los errores del pasado y el peso de la herencia familiar, lo que supone el reto que la protagonista aborda con su regreso. En el caso de "La costurera", la historia se centra en una joven que, tras pasar un tiempo en Europa, regresa al pequeño pueblo australiano en el que se crió. Dungatar es un sitio en el que todos los ecos del pasad

Dime cuánto le quieres...

Te has sentado indecisa al hueco de la tarde. Hace frío. Los visillos se mueven imperceptiblemente. De vez en cuando entra por la ventana un halo de este norte que azota la ciudad. Casi anochece. Es la hora de los miedos y del silencio extremo. Me has hablado. Me cuentas con palabras que casi desconozco lo hermoso que resulta volver a enamorarse. Me lo dices y ríes. Tienes la risa fresca de quien piensa en los besos. De quien perdió los besos y está a punto de ver cómo amanecen. Me dices que le quieres hasta el fondo. Que quieres lo que es y lo que te imaginas. Que lo encontraste sin querer buscarlo y que ahora su mirada es la balsa que recoge tu cuerpo, cansado de luchar contracorriente. Me dices que le quieres y hasta dónde, qué harías por él, cómo lo acunas sin poder evitarlo. Me dices que le quieres y te entiendo. Cómo dejar de hacerlo si yo siento lo mismo aunque me calle. 

Editores y escritores: "Genius" de Michael Grandage.

Cuando el cine y la literatura se unen para dar lugar a un producto puede pasar cualquier cosa. Y de entrada nadie diría que la figura de un editor puede hacer surgir el entusiasmo que todo protagonista debe causar en el público. Si el editor es Max Perkins y el escritor es Thomas Wolfe, la cosa puede empezar a variar. Pero, si el editor es Colin Firth y el escritor Jude Law, entonces todo se puede transformar en una verdadera alegría para el cuerpo y los sentidos.  Me confieso colinfirthiana desde que este hombre altísimo y con mirada inteligente bordó el papel de Fitzwilliam Darcy en "Orgullo y Prejuicio" versión de la BBC de 1995. Nunca ha habido ni lo habrá un actor que se convierta en un personaje austeniano más verosímil. Tanto es así que miles de admiradoras lo siguen identificando con Darcy, el hombre enamorado de Elizabeth Bennet que todas hubiéramos querido conocer. Ves a Firth y te crees que estás viendo a Darcy. Pero, aún más, lees a Austen y observas el

Nadie, al otro lado

(E. Hopper) Como si alguien hubiera levantado de improviso una tapia imposible delante de su ventana, las horas transcurrieron ese día a falta del aire fresco que mueve lentamente los visillos sin posarse. La vida cotidiana continuó sin cambios. Una cosa y la otra, engarzadas en las horas que pasan sin pararse, pero también sin la vivacidad de siempre. Las manos intentando encontrar el camino transitado de las palabras, ese espacio conocido en el que sabía moverse mejor que en cualquier otro. Pero no llegó el milagro. Letras, sílabas, consonantes y vocales parecían tener pereza para hallarse. No supo el motivo. La única realidad era que, al otro lado de la vida, allá en el horizonte, ya no había nadie. Nadie, al otro lado. 

"Cartas a Milena" de Frank Kafka

Conocer a los escritores, a los artistas en general, por su epistolario es un ejercicio fantástico. Descubres, en la vida cotidiana, en la expresión de los sentimientos, en su desempeño diario, un arsenal de cosas que el arte oculta, que la literatura enmascara. El escritor no escribe de su vida, aunque escriba su vida, aunque escribir sea la forma en la que esa vida se engarza en el mundo. Pero las cartas conservan el milagro de la autenticidad y aunque siempre se desliza la reserva cuando salimos de nosotros mismos, a modo de prevención inevitable, leer cartas es un modo de penetrar en la esencia de los otros. Produce, por eso, cierto pudor. Has cruzado una puerta que, quizá, el autor de la carta no pensaba entreabrir. Incluso en el aso de los escritores, tan prestos a asomarse a cualquier ventana.  Estas "Cartas a Milena" de Kafka que ha publicado en una nueva edición más completa y ordenada la editorial Alianza, recogen la correspondencia del escritor con una jov

Ni flores

A veces eran lirios azules de tallo largo. Otras, margaritas amarillas, casi silvestres, de un color dorado próximo al albero, duraderas, humildes. También hubo rosas de todos los tonos. Rosas rojas, rosadas, amarillas, blancas, rosas de todos los olores. En ocasiones, aparecían jacintos, tulipanes, gardenias, incluso orquídeas una vez. Una mañana trajeron un enorme cesto de flores silvestres con frutas de la estación y toda la casa se llenó de un suave batir de polen que se movía de una habitación a otra. Hubo azahares, pensamientos, campánulas.... Las fresias inundaron un año la terraza, formando una especie de cúpula improvisada y roja.  Las flores traían siempre la misma frase en la tarjeta. Invariablemente la misma frase aparecía un año y otro año. Todos los años la misma entonación, la misma idea. Y, con ella, una única palabra. "Siempre". Llegaban a horas diferentes, no era cuestión de haberlas encargado, sino de buscarlas casi en el último momento, dependiend

"El hermano del famoso Jack" de Barbara Trapido

En 1982 se publicó, por primera vez "El hermano del famoso Jack", la primera novela de Barbara Trapido. La protagonista es una chica llamada Katherine (el nombre más usual en todas las protagonistas de todos los libros y películas del mundo occidental desde el principio de los tiempos). Katherine es elegante y moderna y entra en contacto con una familia muy especial, los Goldman. Jacob Goldman es su profesor de filosofía y Jane es su esposa. Tienen dos hijos ya mayores, Jonathan y Roger y otros dos más pequeños. Además, Jane está embarazada de gemelos. Hay otro personaje más, un amigo de todos llamado John Millet, una especie de hombre para todo, introductor de amistades y cultísimo especialista.  Las referencias literarias son constantes en la novela. Eso me cautivó, después de su portada con Katherine descalzada y su curioso título. D. H. Lawrence desfila por las páginas como un hombre que no sabía escribir de sexo y "Emma" es la novela favorita de Ka

Paréntesis de nieve

En ocasiones un acontecimiento agitaba sus emociones y las convertía en un carrusel de sentimientos que no se podían detener por mucho que lo intentara. En esas horas, la actividad se paraba, salvo la de pensar la forma de parar aquello. Se paraba el disfrute, la contemplación de la naturaleza, la charla sosegada y, sobre todo, la escritura. Los objetivos se desdibujaban, el tiempo quedaba en suspenso y todo se convertía en un paréntesis de nieve a la espera de que se deshelara. Nunca esos paréntesis fueron productivos. Solamente nadas y desolación. Una absurda respuesta a un estímulo aún más absurdo. Había decidido que esa sería la última vez que ocurriera. Pero no tenía seguridad de que podría cumplir esa promesa hecha a sí misma. Nieve sobre mojado. 

Tiempo de silencios

(Retrato. Salvador Dalí) Fue una niña callada y una adolescente silenciosa. Una joven expectante. Una mujer en sueños. Un día, algunas de las cosas que había estado guardando se mostraron al exterior. Alguien las recibió y pudo conocerlas. Eso era una excepción en una vida en la que la ausencia de palabras para explicar quien era había sido la norma. Pero, como ocurre a veces, ese caudal de confidencias, de sensaciones inciertas, de hechos, de nombres y de ritos, no conmovió el corazón de nadie, no fue capaz de mostrarse en su verdadera esencia.  Así que la antigua niña que escribía la historia en su diario, la joven que coleccionó poemas, la mujer que recibió imperturbable y sin lágrimas el azote de la muerte, volvió a recoger los restos de sus pequeñas cosas y las guardó como antaño, en un lugar inaccesible para todos. El silencio volvió y ahí está, se queda. Silencio sin palabras y sin escritos. Un largo silencio para proteger lo que tanto había costado construir. Una v

"Los Sioux" de Irene Handl

Siento una extraña inquietud cuando tropiezo con un libro como este, escrito por alguien de quien nunca he oído hablar. Trae buenas referencias, eso sí, por parte de gente a la que considero pero ¿me gustará? ¿se convertirá Irene Handl en una de esas autoras que me atrapen? ¿seguirá la senda que antes atravesaron Stella Gibbons, Penelope Fitzgerald, Eudora Welty y otras autoras que conocí gracias a esta editorial? ¿se convertirá, como Edna O´Brien, en una de mis autoras de culto?  Todas estas incertidumbres me llenan en el momento en que conozco que Impedimenta ha rescatado del olvido a una autora que ha escrito, según Doris Lessing, una novela original a más no poder. Y bien escrita, dice. Rescato de la propia página web de la editorial la sinopsis de la obra. Aún no la he leído así que yo no puedo sino mostraros mi interés por hacerlo y contaros qué dicen de ella los que la conocieron en su día. Dice Impedimenta de "Los Sioux":  Los Benoir componen una aris

"Oona and Salinger" de Frédéric Beigbeder

El francés Frédéric Beigbeder, es, como tantos hombres de nuestro tiempo y de épocas anteriores, alguien que se resiste a envejecer. Fue el "enfant terrible" de las letras francesas y ahora, a los cincuenta años, se ha casado con una mujer veinticinco años menor para perpetuar así el ansia de juventud. Como sabemos, caso inútil. La juventud no vuelve por mucho que las sábanas de seda te envuelvan junto a un cuerpo joven. Pero Beigbeder no esconde su debilidad y por eso hemos de aceptarla. Son cosas de hombres, podemos afirmar y no equivocarnos.  Algo de ese deseo de permanencia en la edad más fresca de la vida se encuentra en su libro, una "faction", como él mismo la define, hechos reales contados a modo de ficción y realzados por aportaciones literarias que no se pueden probar ni para decir que son verdad ni para rechazarlos, dedicada a los amores juveniles entre una jovencita Oona O´Neill y un joven J. D. Salinger. Ambos personajes merecen ser rescatados

"La última modelo" de Franck Maubert

Son solamente 105 páginas. Un libro pequeñito, que resulta cálido y fácil de manejar. Su autor es Franck Maubert, nacido en 1955 y autor de varias novelas y libros consagrados a la pintura. Algunos de esos libros son "Le Paris de Lautrec" y "Maeght, la passion de l´art vivant". La portada interior de Acantilado, que es la editorial que ha sacado esta edición, nos avisa de que han publicado ya, en 2012, "El olor a sangre humana no se me quita de los ojos. Conversaciones con Francis Bacon". El mundo del arte visto desde dentro o, al menos, con otra mirada. Esa mirada que resulta imprescindible para no quedarse en la mera contemplación de la obra, en la biografía sucinta o en la descripción técnica de los cuadros.  Este libro acerca a los públicos la figura de la amante de un artista particularmente distinto. Alberto Giacometti, de quien me quedé suspendida cuando lo estudiaba en la Facultad. El Giacometti de las figuras alargadas, expresionistas, carg

Olvidar la palabra

(Joseph Rodeare DeCamp. Escuela de Boston. 1858-1923) Quise dejar a un lado la palabra, el eco cotidiano de sílabas y letras que siempre me acompaña aunque no sepa cómo. Quise olvidar el sonido de los versos escritos, de frases pronunciadas al teléfono. Quise olvidarte todo. Quise dejar de ser y de sentir, dejar de amarte, dejar de convertirte en un relato, dejar de ansiar que un mediodía de sol, al fondo de la calle, tu figura se alce entrevista, llena de plenitud, ya para siempre.  He querido asomarme al interior y descubrir que siento esa tibia penumbra de los años perdidos, ese rumor incesante de olas que nunca se terminan de encontrar, esa noche callada de los sueños, inundados de cuerpos que se abrazan. He querido asomarme a la distancia que existe sin que pueda evitarlo, está, se vive, es ella, pero no tengo forma de descubrir su estado, su esencia, su por qué.  Ahora sé que no puedo. Que tengo que llorarte amargamente si quiero conocer lo que es amor para luego

Soneto 29 de William Shakespeare

(La joven de la perla. Johannes Vermeer- 1665) Cuando me son adversos la Fortuna y los hombres  Lloro a solas mi triste condición de abandono Y clamo al sordo cielo mis inútiles quejas Y maldigo mi suerte viendo cuál es mi estado. Quisiera ser un hombre más rico en esperanza,  Hecho a su misma imagen, con sus mismos amigos, Y envidio el arte en unos, la competencia en otros, Y hoy apenas disfruto de lo que ayer quería; Pero mientras medito, casi ya despreciándome, Pienso en ti y mi congoja se convierte en un himno (Al igual que la alondra se aleja de la tierra Y alza su  vuelo al alba) a las puertas del cielo; Pues recordarte, amor, me aporta tal riqueza Que ni por el de un rey cambiaría mi estado.  When in disfrace with fortuna and men´s eyes, I all alone beweep my outcast state,  And trouble deaf heaven with my bootless cries And look upon myself and curse my date, Wishing me like to one more rich in hope, Featured like

Paisaje de almendros con Ronda al fondo

La primera vez que visité Ronda tenía dieciséis años y estuve allí quince días en unas colonias escolares. En el tiempo de descubrir la vida conocí el pálpito de la ciudad y la recorrí una y mil veces por caminos que no se han olvidado, a pesar del tiempo transcurrido. Desde Santa Teresa, bajando por una calle de piedra llena de casas solariegas con escudos, el camino se abría en dos direcciones: una, la derecha a la zozobra silenciosa de la Ronda antigua, con pequeñas plazas recoletas, iglesias de enormes portalones oscuros, torres calladas y rincones llenos de arriates y plantas aromáticas. La otra, a la izquierda, al bullicio comercial, a la zona turística y plena de luz de la plaza de toros, del parque y de los restaurantes de postín. Siempre supe cuál de las dos era la dirección que mis pasos iban a tomar siempre y, si me conocéis un poco, estoy segura de que también vosotros la habréis adivinado.  El tiempo no pasa en vano. Descubres un día ante el espejo que los años ha

Las palabras escritas

(John William Waterhouse. Simbolismo) La música suena en esta mañana que anuncia una calidez que ahora no queremos. Se despereza el día. Esta canción, esta voz, estos sonidos, me acompañan desde hace unos meses y me hacen llorar casi siempre. Pero las lágrimas no son lo peor. Lo peor es el silencio. Ese silencio que te impide escribir lo que sientes, que te impide hablar lo que deseas. Eso es lo que más cuesta.  Junto a la música hay una pila de libros, de esos que ordenas de vez en cuando y que no quieres que se separen de ti. En ellos, tanta poesía como es posible. Llega un momento en que es la poesía la única voz que quieres oír. Un momento en que todo es poesía, todo se escribe en versos, o con ritmo. Recitaba poesía en los años en que mi casa era un jardín, antes de que desapareciera todo atisbo de flores. Recitaba poesía en el colegio y levantaba las manos al aire, como si quiera apresar ese tiempo, el tiempo de las rosas, cuando todavía no habían perdido su olor. Qué t

"Apropiación indebida" de Lena Andersson

Lena Andersson es escritora, periodista y una analista política de primera categoría en su país, Suecia. También es una mujer. Y ha escrito un libro "sobre el amor", no un libro "de amor". La diferencia debería ser obvia. No es una novela romántica, sino una novela en la que alguien se enamora, alguien se deja querer y alguien sufre. Adivinen quién sufre, podríamos preguntar a estas alturas del post.  Ester Nilsson tiene 31 años y es una poeta y ensayista de escaso renombre, aunque dotada de una gran inteligencia y futuro. Sus puntos de vista son originales, nada gregarios y tiene una cualidad que todo el mundo reconoce: la palabra. El arte de la conversación es el que ella domina, este es su territorio, el espacio en el que se encuentra más a gusto. Es una persona analítica, que sopesa los pros y los contras con sentido crítico, una persona muy informada, muy preocupada por el mundo y su devenir. Una mujer joven, que hace deporte, corre el maratón y tie

La palabra nos hace

(Mujer escribiendo. Johannes Vermeer)  La frase no es mía, sino de Sánchez-Ferlosio. Pero podría aceptarla tal y como está. Queda dicho ya de otras maneras, con otras expresiones, incluso con historias enteras que cuentan el milagro de expresar lo que sientes, lo que ves, lo que vives, lo que sabes, lo que nunca se hará realidad o se ha perdido. De todas las herramientas que tiene el ser humano, de todo el utillaje que lo distingue de los animales, de las plantas o de los seres inanimados, es la palabra el más preciado, el que más eficaz resulta, el que requiere mayor cuidado, mejor condición. Surge en los sencillos momentos de la comunicación, cuando la vida fluye, para situar exactamente el sitio en el que estás. Surge en las tristezas, como bálsamo y como condimento imprescindible para abrir otra puerta, cerrada ya la anterior por inútil. Surge en los espasmos de la felicidad que quieres controlar a fuerza de besos. Surge en los adioses, en las explicaciones imposibles, en

"París no se acaba nunca" de Enrique Vila-Matas

Hay un cine dentro del cine y una literatura dentro de la literatura. También hay una mitología dentro de la pintura y un sinfín de artificios emocionales y plásticos para que las artes aparezcan ante nosotros desmenuzadas, convertidas en briznas que puedan olerse. Los amantes de la literatura se entienden entre sí con códigos particulares, al igual que lo hacen los amantes del cine. En una ocasión tuve una amiga con la que compartía esa cinefilia extrema que forma parte de mi naturaleza. Ella y yo generamos un modo de comunicación único, diferente y sin interferencias ajenas. Sabíamos siempre de lo que hablábamos con solo una palabra, una frase o un gesto. Las personas que existían a nuestro alrededor tenían un correlato en el cine y las frases de nuestras películas favoritas salpicaban siempre nuestras conversaciones. Dejamos de vernos y la amistad desapareció porque, contra lo que algunos opinan, si uno no se ve, no se encuentra y no se habla, los sentimientos van enmudeciendo.