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Vida en familia

(Retrato de Theresa Parker) Unas pocas familias y un entorno rural es lo que se necesita para una novela. Esta máxima la aplicó fielmente Jane Austen en sus libros y luego, también, salvo excepciones exóticas, Agatha Christie , que convirtió el crimen doméstico en un hallazgo literario, quitándole  el morbo y la sangre y haciendo del asesinato un arte detallista y finísimo. Los mejores libros de Christie se desarrollan en una mansión campestre, en un pequeño pueblo o en una habitación, incluso.  Jane Austen tenía un alto sentido de la familia y de su importancia. Fue la séptima de ocho hijos, de los cuales solamente dos eran chicas, ella y su hermana Cassandra , con la que formaría un tándem que sólo se disolvió con su temprana muerte, a los cuarenta y un años, cuando estaba en plena madurez creativa. En su biografía pueden apreciarse su preocupación y su dedicación al bienestar de su familia. Seguir las apetencias de sus padres le costó diez años de silencio literar

Mujeres modernas

Si hay una heroína llena de dificultades, de problemas, de desamor y de desapego, esta es Anne Elliot , la protagonista de “Persuasión” , la novela póstuma de Jane Austen . Es la novela de las segundas oportunidades, el libro cuya trama incide en la lucha por ser feliz. Si hay, por el contrario, una heroína colmada de dones, ventura y suerte esa es Emma Woodhouse, de "Emma". La propia Jane Austen afirmó que Emma era  una chica que solo a ella iba a gustarle. En eso se equivocó porque, a poco que se bucee en el libro y en el personaje, terminas atrapada por los matices de su personalidad, esa variabilidad, esa sabiduría que, en realidad, esconde la necesidad que tenemos todos de ser queridos, aceptados, admirados. Emma Woodhouse es bella, tiene una posición económica floreciente, un padre amoroso y una institutriz, la maravillosa señorita Taylor, que está pendiente de ella. Las primeras líneas del libro lo dejan claro. En cuanto a su amiga y compañera de juegos, seguram

"La última noche" de James Salter

Salter escribe como si estuviera contándonos las historias sentado en un sofá, mientras nos servimos un café cargado y desplegamos un periódico en el que las noticias de sucesos hablan de bombardeos, de aviones que sobrevuelan países exóticos o de encuentros clandestinos en lugares inhabitables. Desenvuelve los diálogos de sus historias al tiempo que revela el argumento pero cuidando muy bien de que esté en su mano el último movimiento de ajedrez, la vuelta de tuerca que evitará el spoiler. Una trama misteriosa y, a la vez, evidente. ¿Cómo no sospechaste antes, al ver que era Susanna la elegida para compartir esa última noche con ellos, con Walter y Marit? Walter Such es un traductor que escribe con una pluma verde y eso debería bastarnos para levantar nuestras sospechas acerca de él. Marit está enferma, muy enferma, mucho, enferma de esa forma tan nítida, con esos síntomas tan claros, con esa enfermedad que nadie nombra, aunque existe, prolifera, se lleva a los mejores y n

Anne Brontë: la hermana pequeña

(Retrato de Anne Brontë) Anne Brontë no llegó a cumplir treinta años. Su corta vida, murió a los veintinueve, le dio para escribir dos grandes novelas, algunos poemas y para compartir vivencias en ese extraño grupo familiar que vemos como un todo, los Brontë, aunque tenían sus diferencias. Un grupo familiar que va desde la desgracia de la orfandad (la muerte de la madre), al ensimismamiento de algunos de sus miembros, a la soledad de otros, a la debilidad de carácter del hermano, a la prematura muerte de las hermanas mayores... Ella no es solamente la pequeña, es también la menos conocida, casi oculta tras el brillo de "Cumbres Borrascosas" , de Charlotte , o de "Jane Eyre" de Emily . Pero sus dos novelas tienen elementos que, por sí mismos, la hacen diferente, original y hasta pionera, una obra adelantada a su tiempo. Anne había nacido el 17 de enero de 1820 en Thorton. Un año y medio después murió su madre a la que apenas conoció. Cuando ella te

Austen y la vida en la campiña inglesa

(William Chadwick, impresionismo americano) Aunque suele situársela como una de las ciudades austenianas es bien cierto que a Jane Austen no le gustaba Bath. Ella había nacido en Steventon, en el condado de Hamsphire, cerca de Basingstoke. Su padre fue un sacerdote anglicano y rigió la parroquia de Steventon por espacio de cuarenta años. Cuando cumplió los setenta se retiró y decidió irse a vivir a Bath. No es este el lugar adecuado para comentar los motivos de esa decisión pero sí la influencia que tuvo en el ánimo de Jane . Literalmente se desmayó al enterarse de la noticia. Su padre solamente logró vivir cuatro años más. Los años de Bath (1801-1806) trajeron consigo una cierta sequía literaria y, probablemente, más amargura que alegría. Como dice Juani Guerra en el estudio introductorio de la edición de Cátedra de su novela "Emma" “existen las fuentes suficientes hoy como para saber que en los años que pasó allí, algo importante se rompió dentro de ella” . Y,

Carson McCullers

De vez en cuando observo que se me ha escapado alguien o algo. Un escritor, una escritora, un libro, un artículo de prensa. En ocasiones esa sensación se incrementa porque es mucho lo que has dejado pasar o en lo que no has reparado lo suficiente. Como me ocurre con Carson McCullers a quien confieso no haber leído y de la que confieso no he tenido mayor preocupación hasta que la suma de noticias, el visionado de películas o el boca a boca me ha conducido directamente a ese proceso de indagación que empieza por ver de quién hablamos y después a leer.  Ella está en la foto fumando un cigarrillo mientras bebe, supongo, un café o un té. A su lado hay un cenicero con varias colillas. Os invito a buscar imágenes suyas y a comprobar que el tabaco era su perpetua compañía. Mucha gente fuma, eso no debería constituir mayor cuestión, pero en el caso de ella sí me llama la atención porque estaba enferma de los pulmones desde muy joven, casi una niña. La enfermedad la acompañó toda su vi

Doce hombres

(Lady Elizabeth Conyngham) Se piensa con razón que los libros de Jane Austen son “femeninos”. Nunca he entendido muy bien qué significa esto. Es verdad que están escritos por una mujer, seguidos  y leídos por las mujeres y llenos de mujeres. Pero, si los hombres no los leen algo falla, y me temo que la educación sentimental de “ellos” tiene muchos huecos que rellenar si se apartan de su lectura. Quizá son los hombres los que más y mejor pueden aprovecharla.  Aunque se pone el acento en los retratos femeninos que Austen traza, menos se suele reparar en el desfile de hombres que por ellos aparece, pero a poco que te fijes puedes apreciar una galería de tipos que merece la pena descifrar. Fijémonos en sus tres obras mayores, “Sense and Sensibility”, “Pride and Prejudice” y “Emma”. Hasta doce personajes masculinos he extraído de ellos para colocarlos en este punto de mira. Doce de tres libros no es poca cosa. No quiere decir que no existan más, desde luego, pero estos doce p

Heroínas con sentido del humor

Resulta muy interesante constatar que “ Emma” la novela más perfecta de las austenianas, es también la que tiene como protagonista a la heroína menos intachable. La maestría de la obra reside en su perfecto acabado, sin fallos de argumento, con una línea de evolución clara y coherente, así como en el ambiente que describe cuidadosa y satisfactoriamente. Puede compararse a un drama de Racine, como han observado algunos críticos. Es verdad que no es obra de una sola lectura, como puede serlo “Orgullo y Prejuicio” que nos produce una instantánea felicidad, un placer inmediato. No. “Emma” necesita una lenta degustación porque, en realidad, lo que presenta, es una historia detectivesca con misterios sin resolver y personajes que simulan sentir lo que no sienten. Toda la obra expresa el arte de la simulación de una manera perfecta. La seguridad en sí misma de Emma, la protagonista, no le viene de sus aciertos, que son pocos como se sabe, sino de su origen, de su cuna y de la cariño

Lilla Cabot Perry: la mujer que observa

Algunas historias personales son tan atrayentes como las que se escriben en los libros. Tienen tanta fuerza que te preguntas acerca de ellas las cosas que, normalmente, son el telón de fondo de las vidas. Por pura casualidad te encuentras de pronto con una obra y una personalidad que tiene tanto que decir y de la que conoces tan poco... Este es el caso de una mujer, la pintora americana Lilla Cabot Perry (1848-1933) que, sin que tuviera un ambiente ni unos conocimientos indicados para ello, se convierte en una artista profesional y recorre, con su pintura, movimientos diversos, estéticas diferentes. Es una historia de aprendizaje continuo. Y un aprendizaje consciente que parte de su propia observación, de sus esfuerzos diarios. Por eso es una trayectoria que merece la pena, porque demasiadas veces nos dejamos vencer ante lo que consideramos imposible. Pero la vida de Lilla Cabot Perry nos demuestra que todo está en nosotros. Todo está en nosotros y de nosotros depende que salga

"El hombre que camina" de Franck Maubert

Alberto Giacometti (1901-1966) es un escultor suizo, hijo y sobrino de pintores, que se formó en Ginebra y en París y que, después de dedicarse un tiempo al cubismo, entró de lleno en la vanguardia surrealista. La escultura que da título a este libro, "L´Homme qui marche", un bronce de 1,83 metros de altura, se vendió en una subasta en el año 2010, en Sotheby´s por la cantidad de 74 millones de euros. Aunque nacido en Suiza, se terminó asentando en París, concretamente en  Montparnasse, y allí conoció a otros artistas como Joan Miró , y Pablo Picasso , además de escritores, entre ellos a Jean-Paul Sartre y André Breton .  Un hombre desvalido anda y anda, recorriendo una ciudad desierta o una urbe populosa en la que él es invisible. De cualquiera de las dos formas puede interpretarse esa visión fantasmal, amenazante, onírica. El hombre es el síntoma de las soledades, la visión del hombre moderno, una metáfora de la búsqueda, la expresión del mayor desistimiento. Giaco

"La vida breve de Katherine Mansfield" de Pietro Citati

Pietro Citati (Florencia, 1930) es un biografista de gran prestigio. La principal característica de sus biografías es que sitúa al personaje en el centro de una narración cuasi novelesca. Lejos de tener un sentido académico sus obras pretenden que nos identifiquemos con los biografiados y tengamos idea de su intrahistoria. Esto es posible con la galería de destinatarios de sus obras, como Goethe, Leopardi, Kafka o Tolstoi entre los escritores, a los que se une esta biografía de Katherine Mansfield , una autora muy desconocida y con una obra basada en su dominio del relato.  Katherine Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 1888- Fontainebleau, Francia, 1923), que toma el apellido de su abuela materna, es una de esas personalidades complejas, cuyo temperamento artístico le supone más sufrimiento que alegría. Su ambigüedad sexual nunca fue aceptada por su familia. La relación con su madre fue difícil porque esta siempre hubiera preferido tener un hijo varón. Los apegos familiares f