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Emma no quiere casarse: Austen y el matrimonio de las mujeres

(Emma y Frank Churchill pasean por Highbury)  Guapa, joven, rica y sin ansias de pillar un marido . ¿Cómo es esto? A simple vista resulta raro. A vista de pájaro podemos pensar que aquí falla algo.  Será una chica de mal carácter, de esas insoportables, a la que le gusta leer libros sesudos y recluirse en su habitación para pensar en cómo marcha el mundo. Una sabelotodo. O quizá es una artista frustrada, alguien que dedica su vida al arte, a plasmar paisajes en los lienzos o a esculpir, a partir del sencillo barro, los bustos de la gente de su entorno. No sé. Puede que nos encontremos un caso patológico, alguien sin habilidades sociales, a quien no le gusta reír, alguien con mal humor congénito, una de esas personas insoportables y hurañas. Quizá es que la vida social le molesta, no le apetece bailar, la gente le produce urticaria, es una ermitaña que solo está a gusto consigo misma... Si lees “Emma”, de Jane Austen,  verás que nada de esto es cierto. Que nada d

Kipling, Austen y The Janeites

Jane Austen (Steventon, 1775- Winchester, 1817)  no solo es la primera escritora inglesa de la que se publica un volumen académico con sus obras completas, sino también la muestra más clara del fenómeno de la adoración popular, por un lado, y del criticismo entendido por otro. Desde los años cuarenta del siglo XX proliferan estudios sobre su obra, tesis doctorales, libros y referencias. Pero, además, recientemente se ha desatado el fenómeno fan que ha generado un movimiento comercial parecido al de una estrella de la música. Y, antes de eso, las películas y las series de TV han acercado su obra a un público mucho más amplio. La distinción entre público letrado y popular es patente, pero la obra de Austen soporta lecturas más o menos enjundiosas.  En 1894 publicó Rudyard Kipling (Bombay, 1865- Londres, 1936) , su famoso "El libro de la selva". En ese mismo año George Sainsbury escribió la introducción a  una nueva edición de "Orgullo y prejuicio" de Ja

Lo imposible

Hubieras querido dar un paseo. Algo tan sencillo...Un paso tras otro, a la par, sin carreras, ni agobios, ni retrasos. Hubieras querido una charla sosegada, poder destapar lo que cada uno encierra. Sin juicios apresurados, sin estereotipos. Un suave encuentro en medio de la nada. Hubieras querido una mirada honda, no el bullicio de lo superficial, lo frívolo, lo leve. Hubieras querido algo más que nada. Más que la nada en sí, algo más.  Si esperas lo imposible, o buscas lo imposible, o deseas lo imposible, o sueñas lo imposible, o ansías lo imposible, o pides lo imposible, o añoras lo imposible, o lloras lo imposible, o cantas lo imposible, nada de eso estará en tu mano y otra vez la palabra, nada, de Laforet, otra vez, esa nada, te envolverá como una túnica en días de brillante amanecer.  Eres tú la equivocada. Porque no entiendes que esa mirada es la única que le resulta humana. Porque luchas contra la pared y la pared no se dobla, ni se extiende, ni se mueve, ni se camb

"Parece que fuera es primavera" de Concita de Gregorio

Irina Lucidi existe. Y su historia fue real. Una historia aparentemente normal, como tantas otras. Estudió su carrera de Derecho , comenzó a trabajar, conoció a un hombre, se casó, tuvo dos hijas gemelas y se separó. Lo que no entra dentro de la normalidad es lo siguiente: un fin de semana que las niñas pasaron con su padre, este se suicidó arrojándose a un tren y dejó antes una nota a su exmujer en la que le decía que las niñas no habían sufrido y que nunca las volvería a ver.  Concita de Gregorio asume la voz de la madre y recorre los saltos que su vida da a partir de entonces, su lucha contra la burocracia, sus preguntas, el extraño silencio de los que tenían algo que ver con las niñas y también su renacer al lado de un español, Luis, un hombre de manos demasiado grandes, que le descubre  Granada . Mezcla de novela, de relato de sucesos, de autobiografía apócrifa y de reflexión sobre la vida y la naturaleza de las personas, el libro se lee de un tirón y te deja el agridulc

"Buenos días, guapa" de Maxie Wander

El género de la entrevista puede convertirse en un relato apasionante si sigue determinadas reglas, esto es, que el entrevistado tenga cosas que decir y que el entrevistador las escuche. Esa actitud de escucha es la que distingue este libro y la que adopta Maxie Wander (1933-1977) ante las diecinueve mujeres cuyas voces forman este libro coral. En principio, el encargo de hacerlo había recaído en su marido, Fred Wander, al que había conocido en un acto del Partido Comunista en 1952 y con el que se casó en cuanto él obtuvo el divorcio unos años más tarde.  Ella había nacido en Viena en 1933 con el nombre de Elfrieda Brunner, que cambió cuando se convirtió en escritora. Su familia era tan comunista como humilde. Sin formación, Maxie comenzó a trabajar en una fábrica pero a raíz de conocer a Fred, superviviente de los campos de concentración nazis en su condición de judío vienés, comienza otro tipo de vida, escribiendo reportajes y entrevistas, recorriendo Alemania y otr

"Flora Poste y los artistas" de Stella Gibbons

 La Editorial Impedimenta , de la que me confieso completa seguidora desde sus inicios, me proporciona algunos de los mejores momentos lectores que recuerdo. Una de las cosas que mejora hace son las portadas, los diseños de los libros, con esas contraportada que se abren y prolongan la imagen más allá del propio libro. Son fastuosas y llenas de significado. Muy originales. Y otra buena obra es la presentación en castellano de autoras, sobre todo autoras, desconocidas para nosotros y que terminan convirtiéndose en parte de nuestra biblioteca personal. Eso mismo es lo que ocurre con Stella Gibbons, uno de los b buques insignia de la editorial desde que comenzaron a sacar sus obras.  Stella Gibbons (Londres, 1902-1989) fue periodista y escritora de relatos, poesía y novelas, de las que publicó unas veinticinco. Su infancia fue peculiar con un padre que era, a la vez, un benefactor de los pobres en su condición de médico de los suburbios y, por otro lado, un misógino que trataba

"La chica de Kyushu" de Seicho Matsumoto

Kiriko Yanagida vive en la ciudad de K. en la isla de Kyushu, pero tiene que ir urgentemente a Tokyo a intentar que el famoso abogado penalista Kinzo Otsuka acepte defender en juicio a su hermano Masao.  Masao Yanagida es maestro de primaria y ha tenido un percance: perdió treinta y ocho mil yenes de la recaudación de sus alumnos para un viaje escolar y no se le ocurrió otra cosa que pedirlos en préstamo a la usurera Kiku Watanabe. Cuando ella aparece muerta en su casa, golpeada en la cara con una vara de roble, todo parece indicar que él es el culpable. Y así lo confiesa después de varios interrogatorios aunque luego, ante el juez, se desdice de esa confesión y afirma que no lo hizo y que la mujer estaba muerta cuando él llegó a su casa. El abogado Otsuka está muy ocupado ese día. No solo porque su fama le hace dirigir un bufete lleno de casos importantes sino porque su pensamiento está puesto en su amante, Michiko , bellísima mujer que regenta un restaurante de moda

"El trabajo cultural" de Luciano Bianciardi

Conocí una vez a un astuto observador de la vida, cuya privilegiada mente le permitía desdoblarse y convertirse a la vez en actor y voyeur de los acontecimientos. Ese fenómeno solo es posible si la claridad y la ironía son el componente fundamental de nuestro pensamiento. Se trata de ser objetivo sin parecer un pesimista impostado y sin echar campanas al vuelo que resulten innecesarias.  Luciano Bianciardi (1922-1971) es exactamente eso. Alguien que observa. El escritor siempre es alguien que observa pero esa observación en ocasiones se reviste de capas sucesivas que convierten la literatura en un producto que puede consumirse y no atragantarse. Bianciardi no estaba nada preocupado por el efecto de sus palabras sino más bien por hacer buen uso de su espíritu independiente, anclado en la perpetua discusión consigo mismo y ajeno a los dogmas y a las aseveraciones.  En este segundo libro que la editorial errata naturae publica de quien fue, además de escritor, bibliotecari

Libros, autores... y el traje nuevo del emperador

"El traje nuevo del emperador" de Hans Christian Andersen es uno de mis cuentos favoritos. La moraleja que encierra es genial. No tiene uno que mirar con los ojos de otros. No siempre lo que muchos ven es la realidad. No hay preguntas estúpidas. Todo eso se guarda en el relato y en su final. Y hay más cosas. El cuento es una muestra del servilismo ante los poderosos, de esa forma de agachar la cabeza ante los que consideramos más que nosotros. A veces ese servilismo ni siquiera pasa por tal y no se advierte. Porque hay personas que nos hacen sentirnos menos que ellos, o que lo intentan.  La inocencia del niño que grita la verdad, el emperador va desnudo, es la culminación de una esperanza. La de conservar esa inocencia, la pureza de los años limpios, el corazón abierto a las cosas como son, no como parecen o como deben ser. Ese grito es un grito que nadie debería dejar atrás, en el desván de la memoria, en la bruma de la infancia perdida.  Si Andersen escribier

Impaciente alegría

Se diría que es la juventud el momento caótico de la risa, el tiempo de los ojos entrecerrados a la espera del estallido. Pero entonces el hombre está perfectamente ocupado en sufrirse a sí mismo, en detestar a sus padres y en poner de manifiesto lo malo que le adorna. Así que los niños y los adolescentes viven en perpetua mutación de posturas, hoy me aguanto, hoy no me soporto, mañana quiero que desaparezcas de mi vista. Se habla entonces de la muerte como si fuera un agradable estado desde el que uno contempla la vida de los otros, incluso con un deje fantasmal pero positivo, lindo y revestido de un perfumen ensordecedor muy lejano del llanto. No dura demasiado el olor de la rosa porque, superados los quince, el tiempo se acelera y se va acercando inexorable al momento de la juventud inconclusa, al sitio en el que no sabes situarte porque lo que debía haber llegado no llegó y lo que viene, no se le espera.  Se pasa uno la vida esperando que algo ocurra. El advenimiento de

"Lo que dijo Harriet" de Beryl Bainbridge

La chica y Harriet rozan la línea del juego peligroso en ese verano de los trece y catorce años en los que sus padres están alerta porque ellas pasan demasiado tiempo lejos de casa, haciendo no se sabe qué. Escriben en una especie de diario lo que hacen pero no la sencilla vida cotidiana y las cosas de adolescentes sino lo prohibido, lo que nunca nadie podría leer.  Harriet tiene catorce años pero la suficiente fuerza como para detener la ira de su padre y convertir toda la historia en una tragedia sin control. Cosas de niñas que terminan siendo desgraciadas incursiones en el terreno de la maldad más ridícula.  No es amor lo que se descubre ese verano , no es la plenitud de los ojos en los ojos ni el roce de las manos. Es más bien el hastío, las relaciones matrimoniales que cansan, las mujeres que estorban, los hombres viejos de mirada lasciva, las niñas que obedecen, las niñas que dictan... Los niños son crueles y no lanzan sobre los demás esa compasión que podría ha

"Todo lo que hay" de James Salter

Antonio Muñoz Molina no había leído a James Salter . En los días siguientes a su muerte, en 2015, se empapó de su obra y escribió que  libros como estos son los que uno da a conocer de inmediato a la persona querida urgiéndole a su lectura. Lo comparto.  Conocí a James Salter hace algunos años, a través de una persona, ese boca a boca literario que es el más útil y perfecto. El contagio de la escritura, de los buenos libros. Me enamoré de su forma de escribir. Esplendorosa forma de hilar las palabras, de recrear los espacios mentales, de contar la vida. Cuando lo leí, creí entrever una dimensión nueva en la escritura, un camino sin recorrer. El libro fue "Todo lo que hay".   Es decir, comencé por el final, por su última obra, la que se escribió desde la total experiencia y con el anuncio cierto de su final. Confieso que su lectura me perturbó. Temas que se tratan desde un punto de vista diferente, o, quizá y sobre todo, propio. No hay reiteraciones ni hay lugares c

"Flores para la señora Harris" de Paul Gallico

Si eres una señora de la limpieza inglesa y dedicas tres años de tu vida a ahorrar libra a libra para comprarte un vestido en  Chez Dior. ..es que tu mente es extraordinaria y tu personalidad única. Eso es lo que hace la señora Harris, viuda y en la sesentena. Las señoras de la limpieza inglesas son diferentes a todas las del orbe, son una especie de raza aparte, pero no esperaba tanta convicción, tanto deseo concentrado y tanta ilusión en un objetivo. Si fuera una ejecutiva de ventas, sería la ejecutiva del año.  Se trata de eso, sin duda, de querer algo con todas tus fuerzas. Así lo siente la señora Harris desde el día en que ve en el armario de una de sus clientas, la señora Dant, dos vestidos de la casa Dior que la dejan absolutamente prendada. Puede una enamorarse de un hombre ( debe  una enamorarse de un hombre) y también de un objeto, por ejemplo, por qué no, de un vestido. Así que Harris (llamémosla así, apeando el tratamiento) se dedica a juntar una libra tras ot

Lorca, residente

(De izquierda a derecha Pepín Bello, Lorca, Juan Centeno y Louis Eaton-Daniel en la Residencia. Fotografía de 1924. Archivo de la R. E.) Aunque ahora nos parezca un sueño los primeros treinta y tantos años del siglo XX fueron un parnaso de sabiduría, inteligencia y arte, a pesar de que el país era casi analfabeto y que la universidad era un reducto para determinada clase social. Pero la cantidad y calidad de los artistas que ejercieron su talento en esos años ha hecho que se denomine Edad de Plata y casi de oro podríamos decir sin exagerar. Uno de esos artistas, el paradigma en muchos sentidos, es Federico García Lorca , a quien la definición de artista cuadra más que la de poeta o la de escritor, por cuanto era dramaturgo, arreglista y compositor de canciones, pintor, pianista y, por supuesto, poeta sensible y elevado.  Hablar de la vida de Lorca en Granada es hacerlo de su casa familiar, la Huerta de San Vicente , donde pasaba los veranos y hacía vida de charla y vis