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Si te hago una pregunta, se hunde el mundo

Tendré todos los besos que no diste los versos que escribieron en el aire antes que tú, sin duda,  los que te precedieron en mi alma,  un enjambre de abrazos florecidos. Tendré, seguro, el tiempo que gastaste en buscarme una ecuación de sueños al cuadrado. Tendré, lo tendré todo, pero no será ahora ni será mañana no anunciado, ni firme ni en penumbra sino más bien oscuro, temido, acuciando sonrisas. Así será, mas ni siquiera tú, ni siquiera tu rostro ni tú, ni tus manos siquiera, ni tu boca, ni tú, ni tú nada dirás, ni tú te darás cuenta y en presentido afán volcaré este silencio escrito ahora, sin más luz que la tuya. 

Inocencia enamorada

Hay editoriales de las que puedes leerlo todo. Una de ellas es Libros del Asteroide. Me fío completamente de su criterio, como si fuera una amiga que es tan buena lectora que siempre te aconseja que leas algo bueno. Algo especial. Como en las bodas: algo azul, algo viejo, algo nuevo, algo prestado. Por cierto: ¿por qué en mis bodas no hubo nada de eso? Ese "algo" es, en esta ocasión, "Un amor que destruye ciudades" la primera obra traducida al castellano de la escritora china Eileen Chang. Con esa deliciosa forma de nombrar que usan los orientales a partir de los ordinales: la primera hermana, la segunda amiga, la tercera abuela, el cuarto señor.... Eileen Chang es una más de las escritoras que llegan a mí, como si fueran palomas que vuelan solitarias y sin rumbo, para ser descubiertas y acogidas sin remedio. Voces de mujeres que escribieron, algunas silenciadas, otras olvidadas, las más, tenuemente obviadas del mundo masculino de los best. Podía contar

Leyéndote...

(Francine van Hove. París, 1942) Esplendorosa, directa al corazón, tu palabra, ella sola, tu palabra. Eco de ti, nombrado, único, sed de silencio que no es ni se convierte en nada.  Tu palabra. La amé antes de conocerte y la amo todavía,  aunque las rosas se hayan marchitado, aunque el alma me duela de repente. Tu palabra ya en ti, en cualquier cosa. Lo tibio de tu voz, vocabulario, inventos, giros, equivocaciones, tu palabra perdida me duele como el llanto.  La espero pero nunca me aparece, no llega no está, no se acerca, no emerge,  tu palabra, ni tú, ya no te espero, no la espero, no es, no existe,  ya no soy. 

Si tú estuvieras...

En esa hora calma del atardecer cuando el sol pasa de súbito del azul al rojo cuando el agua parece vibrar y convertirse en ascua es entonces cuando miro a mi alrededor y descubro las sillas vacías y el silencio. La ciudad se estremece esperando la noche esa vaga promesa de encuentros y de besos mientras el horizonte se tiñe de ojos claros de nubes convertidas en simientes apenas horadadas de tiempo sin raíces. Así tú ya no estás. No queda  nada de lo que fuiste ni palabras ni ecos ni emoticonos no hay nada y la pantalla permanece vacía sin lágrimas ni risas, en total soledad,  total desgana.  Si tú estuvieras, estallaría un enjambre de besos imposibles  contaríamos historias que nunca tendrían fin y un sueño inmaculado a veces inconstante otras veces dorado, otras de tinta azul en tantas soledades terminaríamos siendo tú y yo como otras noches como otros días ayer. 

"Las pequeñas virtudes" de Natalia Ginzburg

Hay por algún sitio de este blog noticia de otros libros de Natalia Ginzburg (1916-1991). Italiana de Palermo ha dejado una obra compuesta de relatos, novelas, teatro, biografías y ensayos. Al repasar su vida no pueden dejar de mencionarse los nombres de Leone Ginzburg, su marido, que murió a manos de los nazis en 1944 y de su gran amigo y colaborador en la editora cultural Einaudi, Cesare Pavese. Pavese era tan buen escritor como hombre atormentado, alejado siempre de la felicidad y del concepto de rutina tranquila que el hombre ansía para sobrevivir. Su desequilibrio existencial le llevó al suicidio. Por su parte, Leone, tras haber fundado Einaudi junto con Pavese y el propio Giulio Einaudi, murió atrozmente torturado.  El paisaje personal y sentimental de Natalia está poblado, pues, de dolor. Un dolor que ella conjura, o pretende hacerlo, con la escritura, con la literatura como medio de expresión y de redención. Una manera de situar a los fantasmas de su vida en un lugar

Queriendo no pensarte

(Modigliani) Hay cosas, cada día, que no pueden dejarse por más que exista el frío o que el calor apriete o que la lluvia baile y lance su sonido contra el cristal que guarda tus instantes de cielo; hay cosas que realizas automáticamente usar la nutritiva, ponerte la hidratante, el contorno de ojos, el labial, el perfume, a pesar de que el sueño te venza en ocasiones a pesar de que el tiempo te corra más aprisa... Hay cosas que sostienen tu inmenso y cotidiano temblor de cada tarde o el sol de las tormentas y buscas entre ellas un motivo aparente para que nada cambie, para que te asegure que el alba es un capítulo que se escribe sin hache y tú devuelves todo a la vida que fuiste... Entre las cosas, todas, están las que no quieres, están de las que huyes, están las que lastiman. Están tus ojos quietos, está tu boca firme, están tus manos blancas, está tu cuerpo frío,  están tus oquedades, están tus sinsabores y también tus constantes, absolutas men

La noticia ha llegado por teléfono...

El calor del mediodía se ha visto interrumpido por ese sonido hosco, que parece anunciar siempre algo inconveniente, salvo cuando, detrás del aparato, está la voz que deseas oír, esa que ya no suena nunca.  Alguien, entre sollozos, un familiar cercano, te acerca la noticia y te lo cuenta a media voz, como si nos estuviera grabando el CNI y no hubiera de dejarse constancia de nada. Es una nota íntima, familiar, un susurro, un algo que a pocos importa, salvo a los que lo conocimos y a los que, durante algunos años, compartimos con él juegos, risas y charcos tras la lluvia.  Agustín ha muerto, dicen las palabras. Agustín, tan joven y con tanta vitalidad, tan risueño, tan lleno de ese aire permanente de duda, tan supuestamente dado a la vida, Agustín, ha muerto, vuelven a repetir esta vez los ecos. Agustín, que tenía hijos y esposa y que disfrutaba del campo como del agua para beber y que era bastante arisco para los besos y algo tosco para expresar los amores y dificultoso pa

En Cuba comienza el deshielo

Si eres Presidente de los Estados Unidos de América y te conceden el Premio Nobel de la Paz a poco de comenzar tu primer mandato tienes la obligación moral de hacer algo, de dejar alguna impronta, un sello, una seña de identidad que te sitúe en la historia política de tu país, o, lo que viene a ser casi lo mismo, del mundo. Y debes hacerlo al final de tu segundo mandato, lo que evitará repercusiones negativas. Los presidentes de Estados Unidos llevan la fecha de caducidad marcada con tinta indeleble y su aventurerismo de final de etapa casa muy bien con su propio papel en el ámbito de la geopolítica. Así que  Barak Obama  ha aterrizado por cuarenta y ocho horas en La Habana, la capital de Cuba, con la doble intención de fijar su nombre en la historia y de conseguir que los empresarios estadounidenses hagan negocio. Todo, pues, encaja. El régimen cubano, que quiere legitimarse como sea, recibe con los brazos abiertos al primer presidente americano que pisa la isla desde hace 88 a

Cosas de mujeres

(Liu Yifei. Chinesse Actress)  Hay una lucha por la igualdad que está basada en medidas cosméticas, en lenguajes duplicados y en actitudes de cara a la galería. Hay otra que es más difícil de apreciar, porque se centra en esfuerzos individuales o de pequeños colectivos y consiste en no renunciar a nada por ser una mujer. Y hay una tercera, la más efectiva, que parte de un cambio estructural y legal y que se acompaña de una nueva mentalidad. Se llama “cambiar el chip”. Ver las cosas desde otra óptica, nada mediática ni novelera, sino seria, rigurosa, continuada y sensata. Discutir el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres a estas alturas de la civilización occidental (en el resto de civilizaciones el panorama pinta peor) es cosa innecesaria, baladí, fuera de tema. Todos estamos de acuerdo en que no pueden existir diferencias en razón del sexo o el género, como llamarse quiera. Otra cosa distinta es sustanciar esto en la vida real, permitir que la existencia cotidi

Prohibido leer a Jane Austen

Una de sus amigas se lo dijo en cierta ocasión. "Tienes el cuello torcido, como las Modigliani". Amiga vengativa, envidiosa, una de esas brujas que aspiran a zorras con el paso del tiempo y se titulan cum laude. Se llamaba Margarita y la odiaba. La odiaba porque ella no se daba cuenta de ese odio y sobrevolaba por él sin ensuciarse la ropa ni el gesto.  Pero aquella frase dicha con mala uva no le molestaba. Le encantaba Modigliani y sus mujeres, esas caras de lápiz ladeadas, las bocas curvas y rojas, los coloretes destacados sobre las mejillas y los ojos sin mirar a ningún sitio. A veces ella seguía su ejemplo. Se colocaba en un banco en el andén de la vieja estación del tren del pueblo y cerraba los ojos. Solamente podía oír el susurro de los pies cruzándolo y el aviso del tren, pero no percibía imágenes ni gestos.  Ella era una niña inteligente y se convirtió en una mujer inteligente. Las mujeres inteligentes son peligrosas. Crecen en un mundo que ellas creen d

Cállate....

En aquel primer colegio la profesora destilaba alegría. Parecía volar por encima de sus tacones. Era chiquitita y llevaba las uñas largas, perfectamente pintadas de rojo, muy femeninas. Cogía los lápices con gesto elegante y se movía entre las mesas observando cuadernos y libros. Canturreaba suavemente una canción y movía las caderas al compás de su paseo por el suelo de mármol del aula, a la que se abrían dos enormes ventanales.  Era la profesora ideal, la que te entiende, la que nunca te manda callar, la que te impulsa a que hagas ese papel en la función de teatro, y te dice que escribas cuentos y que se los des para leerlos, y te anima a cantar en el coro..Llegas a creerte así que tus palabras tienen un don y deseas compartirlo. Y entras en el paraíso prohibido de los pensamientos y quieres traslucirlos a ideas y a palabras, a sonidos que surquen la tarde azul y las mañanas grises.  Después de eso, abandonado ya el firme y dorado nido del primer colegio, todo el mundo

Cosas que nunca haré (contigo)

Mirarnos tiernamente en la terraza solitaria de un cafetín de Uzès. Sentir las manos sudorosas de caminar unidos por la tierra calma y severa de la Provenza francesa. Emocionarnos con la ruta de Austen, desde Steventon, a Bath y a Chawton. Contarte sus historias como si fuera yo la que las escribiera en el tiempo pasado. Amanecer en la Riviera, a la orilla del mar, y descubrir el color de la vela más alta de ese barco a lo lejos. Pasar la noche en vela, en una poussada portuguesa, adivinando el sonido de tu cuerpo al latir y al abrazarnos. Juntar nuestras cabezas una noche de cine de verano, tendidos en la arena, bajo la atenta luz de las estrellas, en La Misericordia, con el Mediterráneo de testigo. Pasear por la playa sintiendo que los pies se clavan en la arena y, en la espalda, el suave roce, la presión de tus manos, sólidas pero tiernas, pero vivas. Oír tus confidencias en una noche oscura del más feroz invierno, junto a una chimenea, en un lugar mediano del centro de las cos

Era tu risa el pájaro que alumbraba mis días...

Yo siento que tu risa es mi mayor regalo. Sonríes y me parece que vuelas a lo alto. Y que escribes mi nombre con letras invisibles. Y que guardas el sueño más hondo en tus pupilas.  Así comprendo todo, incluso lo lejano. Incluso la mentira. Incluso la distancia. Si es tu risa el espejo que escribes mientras hablas, entonces te recibo y no vuelve la pena.  Amor, estamos tristes, estamos derrotados. Nos arde el corazón de no tenernos cerca. Nos duelen las espinas de un rosal que se nutre de la sangre que vuelcan los ojos que no vemos.  Te quiero tanto, amor, que desando oquedades, que despido caminos, que derroto nocturnos amaneceres plenos del sabor de las lágrimas, que se vierten, amor, por lo que nunca fuimos. 

"La renuncia" de Edith Wharton

Edith Wharton (1862-1937) es una de mis escritoras de cabecera. Su sutileza elegante, su frialdad cósmica  y sosegada, esa mezcla de corazón y pensamiento firme, sus descripciones, su análisis irónico de las clases sociales, sus personajes plenos de fondo y forma en un duelo perfecto...todo lo que ella escribe me emociona.  "La edad de la inocencia" de 1920, ganadora del Pulitzer, es el buque-insignia que la representa. Pero escribió otras muchas cosas, entre ellas deliciosos libros de viajes. Siento especial debilidad por otros dos libros suyos: "Estío", con ese maravilloso arranque (algún día podría escribir un libro con los inicios más encantadores de la literatura que me gusta) y "La solterona", agridulce novelita que tiene tanto guardado a pesar de que sus páginas son escasas.  Aquí al lado tengo "La renuncia", una joya entre las suyas, que, en esta ocasión y en esta edición contiene un pequeño pero interesante regalo: la introduc

Abril si está contigo...

Mi corazón abrilea cada vez que me llegan tus palabras, todas ellas fértiles, aunque tristes en ocasiones. Demasiadas salen de tu penumbra, de esa zona oscura en la que habitas sin remedio. Sin embargo, cuando vuelan y se remontan en el espacio virtual en el que somos, todas ellas parecen adquirir un hálito de vida. Esa vida es la que me recibe cuando escucho en Abril que hay violetas que mueren apenas nacidas. Abril se equivoca cuando intenta convertirse en un julio deshabitado. Cuando las lluvias se esconden y no quieren ensuciar el fino estambre de un pavimento seco. 

Tú no tienes corazón

Las consultas de los psiquiatras, los psicólogos y los terapeutas están colmadas de pacientes en busca de claves para superar la crisis emocional subsiguiente a un desengaño amoroso. Son muchas las variantes que este puede presentar: abandono, infidelidad, cansancio, amor no correspondido, amantes que se cansan, amigos que quieren ser otra cosa...En este berenjenal de las emociones se encuentran, sin carnet y sin permiso, tanto las personas "normales", que tienen una forma de vivir y expresar el sufrimiento con pautas sanas, y otra curiosa gente que obedece a tipologías peculiares pero que, como no son cojos o ciegos, no los advertirnos a simple vista.  Están los narcisistas, los egocéntricos, los ególatras, los egoístas, los misóginos, están los depredadores sexuales, los minusválidos emocionales, los inmaduros, toda una fauna extremadamente volátil que se mueve a veces de una a otra consideración, mezclando varias y, en todos los casos, generando relaciones patol

"Persuasión" de Jane Austen

Persuasión, cuyo título original fue The Elliots, fue escrito entre 1816 y 1817. En marzo de este último año ya estaba listo para ser publicado. Un mes antes, en febrero, había recibido del editor Murray el importe de las ganancias de Emma, descontadas las pérdidas de Mansfield Park. Ascendían exactamente a 38 libras y 18 chelines. Eso le hizo decir a la autora: "Las mujeres solteras tienen una espantosa proclividad a ser pobres".  Persuasión es una de sus obras menos conocidas, pero contiene hallazgos admirables. En primer lugar, el propio perfil de la heroína, no una jovencita, sino una mujer hecha y derecha que, además, ha perdido el tren de la felicidad ocho años antes y lucha por volver a encontrarlo. Ann Elliot es, junto a Marianne Dashwood, la única mujer "romántica" que aparece en las novelas de Austen. Ambas aman la poesía, ambas disfrutan con la naturaleza a la que consideran el centro del mundo y las dos tienen sus miras puestas en un amor imposi

"Una cena en casa de los Timmins" de William M. Thackeray

Si la curiosidad os lleva a rebuscar por ahí en la biografía del autor de este libro coincidiréis conmigo en que fue una vida de novela. Corta pero plena de atractivos, colmada de peripecias a cual más extraña, incluso rocambolesca.  Quizá por eso su personalidad era periférica, poliédrica, divertida, exótica y ditirámbica. Un observador de las realidades desde ese punto de vista casi cómico que te hace sonreír y aun reír, pero que, al fin y al cabo, representa como en un espejo las virtudes y defectos que la humanidad arrastra desde siempre, las componendas, los achaques, las burdas patrañas, las exageraciones... ¿Quién de nosotros no se ha metido en la ingente y difícil tarea de organizar un evento en casa? Una cena, por ejemplo. Miles de detalles que se escapan, intendencia, menú, sillas para sentarse, espacios para fumar, atenciones para todos... Eso es lo que hace en este delicioso libro (hummm, delicioso, esa es la palabra, comestible, infinitamente dulce, dulce,

"El impacto de lo viejo"

Puede parecernos que los tiempos han cambiado tanto que las manifestaciones artísticas son la cruz de aquellas que pueblan la historia del arte. Puede parecernos que los temas, los modelos, las técnicas, los formatos, han modificado de tal manera su esencia que nada de lo que ahora se trabaja en los talleres de los artistas tiene parangón con el pasado. Puede parecernos, incluso, que los lenguajes son diferentes, simplemente porque podemos echar mano del iPad, del móvil o de la televisión por cable. Fuera de Silicon Valley la vida continúa poco a poco, sin ese estruendoso girar de las horas que convierte los minutos en revoluciones constatables. El Big Data, las telecomunicaciones, la web 3.0., la hiperconectividad, los paraísos virtuales, las redes sociales, todo ello es el signo de los tiempos, la muestra clara de que los siglos generan contradicciones, iconos y un muestrario imposible de evitar en el que nuestra vida se muestra hasta en su mínima esencia.  Pero, si ahondas

Tristesse

Porque sé que la tristeza mata procuro desprenderla cuando aparece y deshojar las pesadillas antes de que se cumplan y descalzarme de sueños no cumplidos. Esa tristeza es una hoja afilada una especie de laberinto inconcluso que describe esos momentos en los que nada cubre que convierte las horas en un ruido perpetuo.  En mí con la tristeza escribo cada día nada me importa si sé que es imposible ahogarla entre las lágrimas, vencerla entre los lirios y por ti solamente viviría claridades.

"La abadía de Northanger" de Jane Austen

(Catherine Morland, en la versión de "La abadía de Northanger" de 2007) La abadía de Northanger se publicó en diciembre de 1817, cinco meses después de la muerte de Jane Austen. Sin embargo había sido la primera novela totalmente terminada y lista para salir a la luz, incluso antes que Sentido y Sensibilidad y que Orgullo y Prejuicio. El desdén de los editores fue la causa de este retraso considerable. Su título original era "Catherine", que es el nombre de la protagonista, pero Cassandra Austen, la hermana de Jane, de acuerdo con su hermano Henry, decidió cambiarlo. Hizo lo mismo con el otro título que había quedado sin publicar a su muerte y que se lanzó en la misma fecha, esto es, Persuasión, que había sido denominado al principio "The Elliots". Ambos fueron publicados por el editor Murray.  El Edinburgh Magazine  criticó los libros favorablemente y estos se vendieron bien. En este tiempo, 1818, el editor Egerton había reeditado por tercera

La verdad sobre el caso Joël Dicker

Si hay algo que me gustaría hacer en la Feria del Libro de Madrid que comienza mañana, ese algo es conocer, en persona, de verdad, a Joël Dicker. Y agradecerle, de paso, que escribiera La verdad sobre el caso Harry Quebert.  No voy a contaros ahora de qué trata el libro. Seguramente lo habéis leído la mayoría. Fue uno de los libros más vendidos y leídos en 2013. No siempre coinciden ambas cuestiones. En demasiadas circunstancias los libros se venden y se compran, pero no se leen. En el caso de La verdad sobre el caso Harry Quebert apostaría que no es así, que los lectores fueron legión, todavía lo son.  No recuerdo la fecha exacta en la que lo leí, pero sí dónde estaba y qué hacía allí. El lugar, una clínica en la que mi marido estaba viviendo su última semana de vida. Yo entonces no lo sabía, él tampoco. Solamente el médico, el internista, lo tuvo claro. Sus palabras "es cuestión de tiempo", fueron misteriosas, pero ese misterio duró poco, menos de una semana. D

El talismán

Porque tú me lo diste y yo lo guardo (es un secreto a voces que te quiero) y por eso tus cosas son el modo en que te tengo cerca; que no esperaba rosas ya lo sabes ese objeto que nadie elegiría algo inservible salvo para ti el tipo de recuerdo que no se borra nunca. Un pergamino contendría palabras; un libro, quizá versos; esto de ahora no sé cómo llamarlo pero lo tengo al lado todo el tiempo continuamente así  contándome despacio que existes que tú eres, que estás, que no puedo escucharte cuando quiero ni hablarte ni escribirte ni pensarte pero eres, estás, existes. Es un objeto fácil, muy barato, muy simple,  una nimiedad, la tontería que no puede faltar en un encuentro sin pasión y sin sexo. Está conmigo y es tuyo, aún lo es,  lo contrario que tú,  que existes, que no estás, que no eres de mí,  es un secreto a voces que te quiero  es un querer baldío, que no pesa ni cuenta ni se adorna con flores.  Tampoco olvidas tú la primavera