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"La modista de Dover Street" de Mary Chamberlain

Los libros con modistas son encantadores. Hay algunos de ellos circulando por ahí que son prueba de lo que digo. En general, el mundo de la costura es sugestivo, lleno de posibilidades, no solo literarias sino humanas. Quizá sean lo mismo en el fondo. Hace poco hablaba de "La modista" de Rosalie Ham, convertida también en una película de éxito y de aceptable factura protagonizada por la siempre interesante Kate Winslett. Antes de eso, el enorme suceso que supuso "El tiempo entre costuras" de María Dueñas, puso de actualidad, al menos en España, las tramas narrativas en torno a los talleres de costura, bien es verdad que con un trasfondo histórico importante. Recordadme, hablando de esto, que un día reflexione sobre lo que gusta en nuestro país la novela histórica o construidas al menos sobre un telón histórico importante. Para Rosalie Ham su modista tenía que cumplir una misión y resarcirse del pasado. Para María Dueñas, Sira Quiroga o su alter ego Agoriuq Aris

"El cine según Hitchcock" de François Truffaut

El cine por dentro, el cine desde dentro. Descorrer la cortinilla negra que oculta el rodaje, los trucos del montaje, la selección de los actores y las historias, todo aquello que existe en la fábrica de las ilusiones y que no ves a simple vista. Los magos del cine se guardan en la chistera muchas palomas y muchos conejos, no todos ellos blancos, como los que tomaban el té con la reina de Alicia. Un director de cine francés entrevista a un director de cine inglés que hace de americano, que convierte al cine americano de suspense en "el cine".  Este libro forma parte de la edición conmemorativa de los cincuenta años de Alianza Editorial, efemérides que todos los lectores deberíamos celebrar ampliamente. Los libros de Alianza nos han parecido sólidos, bien dispuestos, magníficamente traducidos en su mayoría y diversos, con esa diversidad que va de un extremo a otro del universo literario.  Las cosas de Hitchcock, que aquí aparecen reflejadas a modo de conversación fl

En otro orden de rosas...

(Emile Vernon. Pintura) El olor de las rosas te salpica. Ha llegado de nuevo, de improviso, de fiesta, desde lejos, a través del milagro de la técnica. Las rosas han convertido en un invernadero todo el lugar que habitas. Allí, sobre las aguas transparentes de un jarrón francés y de cristal, se posan quietas, sin llamar la atención pero lanzando rayos con su tono rosado y sus hojas tan verdes. Las rosas hoy se llenan de sentido, anuncian la efemérides, saludan el momento en que viste la luz, en que un hombre y una mujer callados, a la espera de verte, se miraron por fin con la mirada cómplice de quien sabe que existes y que eres. El calor de sus besos se mezcla con las rosas todavía. Existen porque sientes. 

Pero no serás tú

(Mujer. Diego Rivera)  Habrá un amanecer de sábanas revueltas, de olor a café fuerte en la cocina. Un aire clandestino cruzará el cuarto y sabremos que el amor ha regresado. Se asomará desnudo a la ventana y en su espalda escribiré la historia de un tiempo inesperado que se ha clavado a fuego entre mis ojos. Y no habrá más miradas oscuras, sino ese batallón de claridades que precede a la lucha de los cuerpos y que la continúa sin tregua. Estaremos seguros de las cosas, tanto como en el mundo esto es posible. Y aunque el miedo a la muerte seguirá estando al lado, parecerá más tenue, más ligero, más perdido en el tiempo, menos vivo.  Pero no serás tú....

"La presa" de Iréne Némirovsky

Me reconozco lectora de Némirovsky desde que leí, hace ya algún tiempo, ese librito tan lleno de resabios autobiográficos y adolescentes: "El baile". Después leí "David Golder" y "Suite Francesa", los tres libros iniciales de la bibliografía de la autora. De los tres, sigue siendo "El baile" el que plasma mejor esa sensación de inevitabilidad que la define. Es como si la tormenta estuviera a punto de descargar a pesar de que amanece un día radiante. Como si hubiera una amenaza latente, algo por venir que fuera oscuro y dramático.  Después de estos libros la editorial Salamandra ha hecho una enorme difusión de todos los demás que van apareciendo y llenando la estantería Némirovsky . Entre ellos, "El ardor de la sangre" y "El malentendido" ocupan para mí un lugar de honor. Seguramente porque expresan esa sensación trágica de que algo está a punto de pasar y porque no se hace ilusiones acerca de la naturaleza hu

Ella se ha equivocado

(The good live. Mike Savad. Fotografía) Una vez ella tuvo la certeza de que había hablado de más. Tenía uno de esos momentos de tristeza incierta que cuesta trabajo definir y cometió el error de comentarlo. Deberías saber que es el silencio lo que importa en esos casos- le dije cuando tuve ocasión. Pero ella no había aprendido aún que callarse es un valor porque el consuelo no llega de quien quieres, sino de quien puede o sabe.  En el fondo- advertí- no existe sino el lento transcurrir de las horas, el paso cotidiano de los días, como forma de encontrar un pequeño descanso, una tregua, a la vida agitada, a estos tiempos convulsos en los que todo se va en encontrar porqués que nunca existen. Pero ella se empeñaba en creer que las palabras tejen un paraguas de bondad en torno a las cosas. Así, las usa demasiado y en demasiadas ocasiones, yerra.  Contemplando la vida paso a paso está cuando percibe que el transcurrir del tiempo tiene que ver con la suma de un instante de

Un secreto

(Fotografía de Jesús Vela Ortega. Lisboa)  Aunque no te lo he dicho, he atravesado mares para volver a verte. He recorrido espacios que antes desconocía. He grabado mi tenso caminar en muchas olas. Y, en todos los puertos, al abrigo de tantas sensaciones, he podido escribir la frase exacta, la que explica las cosas que no cuento, la que dice por ti lo que no he dicho. Te quiero, es la verdad que está grabada a fuego en mis amaneceres, cuando la luna apenas se ha escondido y yo quiero encontrarte pese a todo. La bruma de la tarde recrudece el deseo y al llegar en la noche la oscuridad perenne yo presiento que, al fin, sobre todas las cosas, este tiempo de ahora tendrá final un día.  Dorado corazón inmerso en hojas de firmes primaveras presentidas. 

Si hablamos de Shakespeare...

(Fotograma de la película "Shakespeare in love", John Madden, 1998) Lo he contado alguna vez. Era tan pequeña cuando oí hablar de Shakespeare, que, cuando algo después leí el primer libro suyo, la primera de las obras de teatro que conocí directamente de las que escribió, pensé que había dos personas distintas. Uno era Chespir y el otro era Sakesper. Qué delicioso error...Me resulta una confusión encantadora, derivada de que no sabía inglés y de que aún no había cumplido diez años. Una niña de piernas largas y risa pronta que se sentaba en el suelo de la azotea, orientada al levante, para recibir el oceánico regalo de la brisa de las tardes de verano, enmedio de libros y de cuadernos por escribir... No podría explicar por qué, desde entonces, me resulta mucho más familiar la peripecia del Bardo, sus textos, sus personajes, que el eminentemente hispano de Cervantes y su hijo, El Quijote. O quizá sí, quizá haya una explicación que debiera convencernos. La forma en la

Esos días azules...

(Fotografía de Jesús Vela Ortega) Lo recuerdas ¿verdad? Podía ser una tarde de caluroso agosto o una mañana de septiembre, cuando aún las obligaciones escolares estaban a una distancia prudente. Incluso un atardecer del indeciso junio, cambiante y duradero a partes iguales. Momentos que hoy reescribes con el fuego de la distancia, con el ardor del tiempo transcurrido, con la seguridad de que estuviste a punto de perderlo todo pero que, en el último instante, algo rescató tu memoria, seguramente porque no podía ocultarse en ella tanta dicha.  Así, los pies descalzos encontraban la dureza del agua, la firme convicción de la piedra, el desahogo de las voces que se elevaban a un aire incombustible. En la lejanía, engañosamente perdidas en una bruma que ahora no comprendes, estaban los sonidos de la vida diaria, el eco de los sueños, el resplandor de lo que poseías en esos años. Todo era bello con esa belleza ingenua de la primera juventud, de la adolescencia presentida. Todo s

Cervantes, contemporáneo

La conmemoración del 400 aniversario de la muerte de Cervantes puede que haya concitado el interés de los expertos, el público concienciado o los productores culturales, pero es bien cierto que, salvo excepciones, no cala en el público joven ni en la población escolar. El motivo por el cual este país desdeña a sus hijos de una forma tan abrupta, es un secreto que no conozco.  Pero la realidad es esa: en cualquier otro país del mundo ser la patria de Cervantes constituiría un motivo de orgullo y todos los formatos estarían a disposición de la efemérides. Véase lo que ocurre, por ejemplo, en el Reino Unido, con mi querida Jane Austen. Libros, películas, cómics, nuevas adaptaciones, series de TV, merchandising en el que hay postales, cuadros, camisetas, joyas, ceniceros, jarras de desayuno….toda una enorme parafernalia puesta al servicio de la divulgación de su figura y su obra. Nada de esto ocurre con nuestro Cervantes, que parece al común un personaje anacrónico, al que se co

La voz al otro lado

(Erwin Blumenfeld. Fotografía. 1944) Lo sabe. Ella lo sabe. Claro que lo sabe. Cómo no saberlo...Y a veces lo comprende. Pero a veces únicamente. Las más, odia lo que sabe, lo que ve, lo que presiente. Pero es la vida, piensa. Y la vida se escribe de tantas formas...Y así no queda otra que seguir, paso a paso, aunque la suerte, la lotería, puede que no te toque nunca o que lo haga una vez y luego se convierta en maldita ruleta que señala su objetivo y te marca.  Sabe que no existe territorio en el que se anclen sus sentimientos sin parecer desnudos. Que hay horas en las que todo se escribe con un nombre impostado, falso y sin conexión con la vida. Sabe que las noches huecas tienen su contrapunto en el eco salado de las lágrimas. Que él se muere por otras soledades y que las vive sin anunciarse, pero con la determinación del que busca en el desierto. Sabe que nunca se escribirán amaneceres, que nunca habrá un silencio en el que suene el click clack de los besos. Ella lo sab

Ellas, las otras

(Spring fashion. 1953. Erwin Blumenfeld. For Vogue)  Las cuatro mujeres tenían vidas parecidas. Pero ellas eran distintas. Ahí estaba lo esencial, lo que las hacía diferentes. Esa forma de ser, más allá de las cronologías o de sus gustos cotidianos. La mayor estaba hecha al trabajo duro. Su infancia fue terrible y ella la había soportado con un gesto elegante, sin apenas darle importancia. En su vida de casada hubo desgracias que asimiló como quien tiene un pequeño tropezón al andar con unos zapatos de tacón alto. Y así, todo se le iba en gozar de la vida, en vivir aunque no hubiera ganas, aunque no hubiera tiempo, aunque nada hubiera.  Otra de esas mujeres vivía en una mentira. Fingía. Era una persona y se mostraba como otra. Ese fingimiento tenía un claro objetivo. Llamar la atención. Ella quería ser la persona mimada a la que todos cuidaran y a la que todos hicieran el mayor caso. Seguramente aquello le vino de su infancia, de su juventud, junto a una madre omnipresent

Pronunciaré tu nombre

(Fotografía de Eduardo Blanco Amor: Playa de Capri) En ese viaje imaginado que nunca tendrá lugar visitaremos la isla de Capri. Nos acogerá con la gentileza acuática de los lugares de moda y anidará en nuestro corazón un sentimiento nuevo. Seremos entonces nosotros mismos sin este peso de ahora, sin esta ocultación de lo que somos. La playa será el recóndito escenario de los besos, besos que no hemos escrito todavía, besos que no pueden retrasarse porque la vida avanza.  Habrá esperanza entonces de que todo esto no sea una mera representación de teatro, consideraremos que tenemos una oportunidad de vivir lo que antes han sido solo palabras y una sonrisa tenue inundará la cama con vistas al mar que acogerá ese momento eterno del cuerpo a cuerpo sin tapujos. Ay, qué será entonces de los miedos...qué color tendrá nuestra mirada...cómo esconderemos el pasado para que no nos estorbe... Pronunciaré tu nombre sin olvidar ni una sola de sus letras, tu nombre completo, el nombre

Por una rosa

Es de esas rosas que crecen sin permiso, que viven sin agua, a veces sin luz y hasta sin sol. Es una rosa que nace sin remedio, que no puede apagarse aunque no tenga nadie que le insufle la vida. Es una rosa evidente, una rosa impermeable, una rosa única. Es una rosa de afectos, una rosa de desamparo, una rosa de dicha. Es una rosa de pasión. Es la rosa que llevo desde que eres en mi vida. Tan espontánea como tú y con el mismo sentido. Es mi rosa. Por ti nació y así vive. 

Diez libros para el Día del Libro

("Mujer leyendo en un interior". Ricardo López Cabrera, 1898) Si existe una festividad verdaderamente alegre esa es el Día del Libro. El 23 de Abril. El momento, la excusa perfecta para entrar en el parnaso y buscarte un libro y lanzarte a leerlo con ganas. El tiempo de hacer regalos y de hacer llegar a alguien tu sentimiento por medio de un texto que te encanta. O de recibir la sorpresa en forma de un libro que es de tu agrado y la persona que te lo regala va y lo sabe.  Por si no sabéis qué libro compraros o regalar o regalaros, he aquí diez de ellos que he leído últimamente y que me han gustado mucho. Ocho escritos por mujeres y otros dos por hombres. Casualidad. O no.  Y los escribo sin orden, ni concierto, ni jerarquía, así, sin más.... "Flores para la señora Harris" de Paul Gallico. Editorial Alba "Y eso fue lo que pasó" de Natalia Ginzburg. Acantilado "París era ayer. 1925-1939" de Janet Flanner. Editorial Alba. 

"Nora Webster" de Colm Tóibín

Tres años de la vida de Nora Webster, desde que se queda viuda de Maurice, hasta que decide desalojar los armarios con su ropa y romper los recuerdos escritos que de él tenía, son el espacio de tiempo en el que transcurre este libro. El tiempo acota el contenido y las emociones. Nora tiene cuatro hijos, debe trabajar y seguir viviendo mientras elabora su duelo y recorre ese oscuro camino que va de la vida en compañía a la vida en soledad. Un aprendizaje que solamente se culmina cuando la aceptación de lo ocurrido es plena, cuando el horizonte del futuro pesa más que el dolor del pasado. O que la felicidad compartida, aún mucho peor de sobrellevar.  Tóibín entreteje otros contenidos en la historia. La vida laboral de Nora, los acontecimientos históricos que acontecen en su Irlanda, las relaciones con sus hijos o vecinos, redes de amistades que aparecen y se van, amalgamas de pensamientos que se cruzan firmemente en ella y en su determinación de sobrevivir a la catástrofe sentimen

"Léxico familiar" de Natalia Ginzburg

Natalia Ginzburg (Palermo, Italia, 1916-Roma, 1991) es una de esas escritoras cuya vida bien podría dar lugar a varias novelas. Su nombre de soltera era Natalia Levi y pertenecía a una familia culta y de izquierdas. Su vocación literaria fue temprana y desde los dieciocho años publicaba relatos en revistas. Se casó con el director de la Editorial Eunadi, Leone Ginzburg, y ese matrimonio la puso en contacto con el mundo literario de una manera plena. En 1943, Leone fue detenido y asesinado en el marco de la lucha antifascista y ella se dedicó desde entonces a trabajar en la editorial. Desde Roma, donde fijó su residencia después de esto, formó parte del Parlamento como miembro del PCI y siguió escribiendo hasta su muerte.  El número de novelas y relatos que ha publicado es muy importante. Este "Léxico familiar" a modo de memorias familiares, salió a la luz en 1963 y ha venido siendo reeditada desde entonces en varios idiomas y por diversas editoriales. Un tapiz sentim

"El equilibrista" de Andrés Neuman

El caso es que no recuerdo la fecha pero conocí a Andrés Neuman en una Feria del Libro de Sevilla, allá en esa carpa que habilitan en la Plaza Nueva donde los autores se sientan en una pequeña tarima y los lectores en sillas de madera forradas de blanco, como si asistieran a una boda en una hacienda de Utrera o Carmona.  La tarde de primavera era cálida y Neuman nos contaba, con su acento peculiar y una media sonrisa que siempre gasta, a saber por qué extraño motivo, las peripecias de los viajes que le condujeron a escribir algunos de sus libros. Los aeropuertos y las estaciones de tren, esos sitios de tránsito en los que puede uno hallar fuente de inspiración o de desesperanza, fueron el poso en el que buceó para plasmar sus vivencias y sus pensamientos en el papel.  Neuman es polifacético y tiene una obra miscelánea, muy variada y a veces efímera, porque anda por la red, a través de su propio blog, que cuida y mima. Pero deja en el papel huella precisa para que los lectore

Con la lluvia de abril

(Ilustración: André Kohn) La ciudad se estremece bajo una lluvia suave que cubre por unas horas su perfil cálido de sol inclemente. Toda ella se viste con esa cortina acuosa y líquida que motea las gafas y convierte en duro diamante el roce de las manos en las mejillas. Hay quien no ha reparado en que el cielo está gris y se mueve sin paraguas con la actitud de incomprensión que esta lluvia de primavera ofrece. En la iglesia los asistentes a la misa no saben que, al volver a la vida exterior, el manto oscuro que ha cubierto el cielo se desgrana ya en suaves copos líquidos que mojan sin molestar apenas.  Ella recorre los puentes, que tantas otras veces ha pisado, bajo el techo breve de un paraguas de corazones rosas y se pregunta como hace siempre por ese milagro de una ciudad que ofrece mil caras y otras mil oculta. El río es una larga lámina que recibe la lluvia con indiferencia y en él los remeros se mueven rítmicamente sin pausa y con desdén. Sin preguntas. En sus

La chica de ayer

Sonaba “La chica de ayer” y ella caminaba como si volara, de puntillas por el asfalto tórrido de un verano que se escribía, por vez primera, junto a un río y no en la salada claridad de su mar de siempre. Sonaba la música y ella soñaba, mientras recorría graciosamente el barrio que había elegido para vivir y que se abría como una promesa de amanecer, de esas que nunca pasan desapercibidas. Era tan joven y tenía tantas ansias, tantos sueños por escribir y tantos caminos por andar….En esas, alguien apareció inopinadamente. En ese encuentro hubo risas y mosquitos que dejaban en las piernas desnudas las señales inequívocas de sus molestas intenciones. Pero nada de eso podía borrar la emoción de los primeros momentos, de esos instantes en los que todo parecía nuevo. Y lo era, en verdad. Así hubo tiempo de conocerse, de escribirse mutuamente en el manual de las primaveras y de las estaciones que iban sucediéndose sin que nada enturbiara la felicidad de esas horas. Hasta que la vida, que

Un coche para dos

El primo Jaime era el más guapo de la familia. Era oficialmente guapo. Aún lo es, aunque los años han pasado. Conserva un precioso cabello abundante y  áspero y moteado de gris. Unos ojos soñadores color verde-mar y unas manos cuidadas y llenas de ligereza. Es un hombre atractivo y entonces era un joven comestible. Como es diez años mayor que yo siempre me consideró una niña y nunca me prestó la menor atención. Pero un día la cosa cambió. Yo estaba recién divorciada de mi primer marido, aún no había cumplido los treinta y me encontraba en un momento envidiable. Libre de las ataduras de un matrimonio que se había revelado bastante absurdo disfrutaba de la sensación de no tener que darle cuentas a nadie de mi vida. Así fue como el primo Jaime me vio en un acontecimiento familiar: atractiva, feliz y dueña de una sonrisa arrebatadora. Creo que se enamoró al instante,  cuando me vio llegar con un vestido negro sin mangas y unos pendientes largos de cristal que hacían zigzag y que brilla

"Tú no eres como otras madres" de Angelika Schrobsdorff

La unión de dos editoriales independientes o "pequeñas" ha dado lugar a la publicación en castellano de este libro, "Tú no eres como otras madres" de Angelika Schrobsdorff . Voluminoso, 587 páginas y con una portada preciosa que me llamó desde el primer momento y una maquetación atractiva a cargo de María O´Shea . Un libro es un objeto tanto como un contenido. Al menos para mí. Por eso, los libros "bonitos", me atraen y suelo lanzarme hacia ellos. Diseño y título complementan el interior. Rara vez me falla la intuición en eso.  Periférica y Errata Naturae han abierto la puerta de las colaboraciones y así podemos disfrutar de esta historia en la que la autora dejó mucho de su vida. Afortunadamente viva, nació en 1927, esta autobiografía ayuda a comprender las cosas que la rodearon y la forma en que todo ello revirtió en sus libros, que han servido de soporte fundamental a la narrativa alemana de los últimos tiempos.  El libro narra la histori

Flores solas

 (Fotografía de Tinashe. Dazed Magazine) Ella lo cuenta en voz muy baja. Apenas se oye lo que dice. Parece tener una sensación de inseguridad que no logra disipar su media sonrisa. Se sienta a mi lado y cruza las manos sobre las rodillas. Ese es un gesto que repite a menudo. Tiene un poco de frío. La tristeza siempre le causa frío y desasosiego. También, incomprensión. Cuando algo ocurre que hiela su corazón, responde con la duda, el frío y la extrañeza. Se asusta de que las cosas cambien de repente, sin apenas saber cómo. Hoy, luce el sol. Mañana, llueve o truena. Las tormentas le dan miedo, un pavor que no tiene razón de ser, sino que es un recuerdo de un pasado mágico, en el que el mar parecía estar lejos aunque estaba al otro lado de la calle. En el que la azotea daba paso a las historias de aventuras que el cine de verano trasladaba inmisericorde a través de la noche. En el que los amaneceres se teñían de sospecha. Qué ocurrirá en ese transparente puzzle en el que vivo, s

Los secundarios Austen

Entre la galería de personas que aparecen en las novelas de Jane Austen hay un muestrario tan potente de caracteres que podríamos escribir un ensayo al respecto. Pero como los ensayos solo los leen los hombres y los hombres no leen a Austen haríamos un mal negocio. Así que podemos pasar directamente a poner el foco en algunas de ellas para descubrir, con total regocijo, la deliciosa ironía con la que hace esos retratos.  Pongamos el caso de las madres. He aquí dos de ellas: la señora Dashwood de “Sense and Sensibility” y la señora Bennet de “Pride and Prejudice”. Dos modelos de madre, claramente separados en intenciones, forma de ser, conducta e, incluso, manera de relacionarse con sus hijas. Solamente coinciden en que las dos son madres de hijas solamente. No tienen hijos varones y, fijaros, esa cuestión es fundamental en el desarrollo de la novela. Porque, al no tener varones, al finca de sus respectivos esposos está vinculada a la rama masculina de la familia, es decir, q

Jane Austen: una isla literaria

("Retrato de una dama" de Henri François Mulard. 1810) Las damas de la época georgiana , tal la de este retrato, vestían de muselina , con talle imperio , llevaban zapatos o botines bajos y se adornaban con guantes, chales y pañuelos al cuello. El pañuelo solía ser de encaje o también de muselina de un tono parecido al vestido. Este era de colores claros, sobre todo para asistir a los bailes, que se iluminaban con velas y que, si la mujer vestía de oscuro, la convertía en invisible. Su peinado era un r ecogido con bucles delanteros y el maquillaje ofrecía una tez muy blanca con los labios rojos marcado s, en forma de corazón. Herencia clara de la moda francesa , así era la moda en los libros de Jane Austen , cuya vida coincide con este período de la historia inglesa, intermedio entre el romanticismo y la época victoriana.  Sin reparar demasiado en fechas y estilos hay un gran número de lectores que identifican a Austen con una escritora romántica. Pero esto co

Flaubert se pasa tres pueblos

El estreno el próximo 20 de mayo de una versión cinematográfica (otra más) de "Madame Bovary" me hace escribir de este libro y de Flaubert. Las tres supuestamente grandes novelas "femeninas" de la historia de la literatura, Bovary, Karenina y La Regenta, están escritas por hombres. Aunque no debería extrañarnos. Todo lo que ha pasado a los anales está escrito por hombres. Los hombres escriben y luego ellos mismos hacen las listas. Y hablan de nosotras, las mujeres, como si tal cosa. Cual si ellos mismos tuvieran un corazón femenino. Pero no. Esto genera algunas dificultades que no deberíamos soslayar.  A mí el misticismo de Ana Ozores, mezclado indebidamente con su deseo carnal, me produce cierta hartura. Y la ansiedad de Anna Karenina, su falta de sentido común a la hora de estructurar su vida, me cansa mucho. En el caso de Bovary, me resulta lejana, abstracta, escasamente humana, escasamente femenina. No puedo evitarlo, aunque esto suponga una herejía lit

Darcy escribe una carta

En "Orgullo y Prejuicio" hay un momento en el que la historia de amor entre Darcy y Elizabeth está totalmente en peligro. Parece que no habrá solución al desencuentro. Cuando él le declara su amor, ella lo rechaza. Es verdad que Darcy utiliza palabras inadecuadas, pues le expresa abiertamente que ella no es su ideal de mujer, que ni por cuna ni por familia resulta lógico que un hombre como él se enamore de ella. Pero termina reconociendo que es más fuerte que su voluntad. La ama a su pesar. No es extraño. En el amor hay muchas ocasiones en las que uno quiere al otro sin motivos y sin poderlo evitar. No se elige a quien se ama. Aunque sí es uno libre de cultivar ese amor o de intentar apagarlo. Y puesto que el amor es una llama que se debilita si no se alimenta, el mismo deseo de olvido es ya una forma de renuncia y una posibilidad de distancia.  Pero ni Darcy cierra el capítulo ante su negativa, ni ella tampoco. ¿Por qué? ¿En qué se aprecia? Pues en la reacción

La luz que tú desprendes

A menudo se reconoce que los escritores dirigen sus libros a alguien. Se dice que se escribe para alguien. Menos usual es pensar que se hace "por" alguien. Que existe un estímulo fuera de ti, que te hace desempolvar palabras, estirar conceptos, anclarte en el lenguaje. Ella sabía, porque lo había comprobado con exactitud, que escribía por él.  El silencio había sido su santo y seña durante muchos años. Estaban las ideas, sí, también las palabras, pero no cuajaban, no cristalizaban, se quedaban en un limbo impredecible, en un lugar anodino y sin relevancia. Esos tiempos fueron duros. Guardaba en su interior tal cantidad de pensamientos, de argumentos, de idas y venidas, de frases, que no sabía donde ponerlas. Porque ni siquiera un enorme almacén, un armario, puede contener esa explosión que es la expresión del lenguaje en movimiento.  Así que tuvo ocasión de entender que el silencio no había logrado acallarla, ni tampoco llevarla a ese espacio de tranquilidad y de s