Todos los años, cuando llegan los días previos a la Navidad, insistimos en lo importante que resulta incluir libros en nuestras compras de regalos. En realidad, un libro resulta mucho más barato que cualquier objeto electrónico o de vestir, con la ventaja de que te acompaña toda la vida. Los libros no caducan, no se estropean sus mecanismos, no se quedan antiguos, no te quedan pequeños por problemas de talla. Un libro es una inversión a largo plazo. Te proporciona momentos de alegría y distracción, lo que no es poco. Si, además, es de esos libros que te gusta conservar contigo siempre, puedes releerlo. El placer de la relectura, con esa anticipación gozosa de lo que vendrá, es agradabilísimo. Si no lo relees, siempre puedes guardarlo en tu biblioteca, incluso regalarlo a alguien, prestarlo, donarlo, revenderlo, por qué no... La relectura, ahora que hablamos de eso, es una actividad curiosa. Hay libros que relees enteros y por su orden, esperando llegar al final ansiado,
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