Papá
Los niños andan atareados. En todas las clases hay barullo de papeles de colores, de lápices, de rotuladores, de tijeras...Todos, incluso los que son menos mañosos, se afanan en decorar una tarjeta, hacer un recortable o un cuento. Preparan los regalos del día del padre. Los llevarán a casa y esperarán la mirada satisfecha de su papá y quizá una lágrima furtiva que a algún padre se le escape.. Esto no tiene que ver con la lista de regalos de los grandes almacenes, ni con los anuncios de la tele, sino con el invisible lazo que une a los hijos con sus padres, un lazo indestructible, aunque invisible. Estos padres de ahora no son, a simple vista, como los de antes. Tienen la enorme suerte de poder estar más tiempo con sus hijos y no los ven ya acostados, como solía pasar cuando el trabajo los ataba tristemente a ser una especie de fantasmas con escasa presencia. Pero, aún entonces, desde lejos, los padres eran el referente único al que uno volvía la vista en todas las ocasiones, la seg