(Robert Capa, conocido fotoperiodista a quien se considera un maestro de la fotografía de guerra, también hizo fotos en color, como esta que aparece aquí a Capucine) Entre aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas está la música. Cada hora del día tiene su música, cada año su canción, cada década su estilo. En la casa, abierta al mar, a los vientos, al levante, al poniente, al sur, al verdín, al atlántico, a las azoteas, a la calle, sonaba la música muy a menudo porque todos allí ponían los pies igual que Scarlett O'Hara lo hacía en la fiesta de recaudación de fondos por debajo de la mesa. Las tardes de los sábados había baile en el patio y allí acudían los muchachos de la calle y las chicas, para danzar los pasos ensayados durante toda la semana. En una esquina estaba el tocadiscos y en la otra, una mesa rectangular con coca-cola, bocadillos y patatas fritas. Ese era todo el menú. Suficiente. Luego estaba la música para escuchar, la que recorría los rincones mient
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