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Anónimos

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(Hiperrealismo USA. Robert Neffson)  En esta encrucijada tendrías que aguzar la vista para distinguir rostros, actitudes, gestos, personas. La ciudad ofrece un perfil diáfano, en el que los edificios apabullan, en el que las ventanas semejan ojos que no ven y el suelo un enorme espejo donde no mirarse. La gente se mueve, pasea, se afana, busca y recorre al tiempo que la luz se define inmisericorde sobre ellos. No hay nadie que atienda al espectador que, como yo, quiere descifrar alguna cosa de estas vidas ajenas.  Pero todo tiene sus ventajas. Puedes cruzar de uno a otro lado sin que nadie repare en tu tristeza, en tu euforia, en tus miedos, en ese aire tosco que te gastas a veces con la vida, en tu mirada ausente, en tu cobardía sin razones. Puedes ser alguien que no posee siquiera un nombre, que no tiene una historia previa, que no se ha balanceado en el transcurso del tiempo, que no ha perdido nada. Esa eres tú si te atreves a llegar a este lugar innominado.  Los se

"Brillaba abandonado sobre el suelo"

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  Las ciudades tienen su propio código, su perspectiva, su historia. No solamente la que ocupa los siglos pasados, la que está llena de personajes, de batallas, de relatos con nombre y relatos anónimos, la que aparece en los libros o en los mapas de carretera. Las ciudades son algo más. Conservan un latido diario que algunas veces pasa desapercibido pero que, en otros momentos, se muestra esplendoroso, fortísimo, ineludible. Las músicas se suceden en un torbellino vertiginoso, al tiempo que los pasos la recorren. Los carteles luminosos, los escaparates, los vehículos, todo se mezcla en un genial batiburrillo de emociones que trazan en el suelo los números que guardan su secreto. Las ciudades son el espacio vital en el que cada uno describe una historia cierta, poderosa y cercana. Las ventanas se abren a un horizonte claro, los cielos cambian su color cada una de las horas y, sin darnos cuenta, llevan la huella de los años, la gente y la esperanza que destilan.  Título: Verso de María S

"La señora Harris en Nueva York" de Paul Gallico

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(Pintura hiperrealista de Robert Neffson, Nueva York, 1949) (Pintura hiperrealista de Richard Estes, Kewanee, Illinois, 1932) Este es un libro amable, un relato sencillo. Parte de una historia muy dura, un niño maltratado. Pero Paul Gallico pone el énfasis en lo bueno, en la gente que se ofrece generosamente para ayudar a los demás y así salva con elegancia lo sórdido. Es un punto de vista que rodea todo el libro. Lo mismo ocurría en "Flores para la señora Harris" la anterior novela de este autor que publicó también la editorial Alba en su colección Rara Avis. La idea de que todo es posible si uno pone el suficiente empeño y sobre todo, el suficiente corazón, sobrevuela ambos libros. A esto se añade la personalidad casi mágica de la señora Ada Harris , menuda, ingeniosa y atrevida, una mujer de la limpieza que vive en el East End y está dotada de una intuición única. El mayor cometido de esa cualidad es distinguir dónde está la buena gente y cómo poner

La euforia de la gente feliz

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(New York. Robert Neffson. Hiperrealismo) Siempre me he preguntado si era verdad o impostura. Si esa euforia bulliciosa de la gente en vísperas de puentes o vacaciones es cierta o si solo tienen miedo de no parecer felices. Ser infeliz es algo que nadie quiere reconocer. Salvo los nostálgicos del romanticismo más oscuro, salvo los diletantes sin remedio, algunos artistas de la soledad o ciertos sesentayochistas prepotentes. Todos los demás huimos de la infelicidad. Reconocerla nos hace más infelices.  La gente hace planes para cada día y cada hora. Ningún fin de semana con varios planes para elegir. Ningún puente sin viaje. Ningunas vacaciones sin paraísos exóticos, vacunas, maletas y hoteles con todo incluido. Los pocos que se atreven a afirmar con timidez "no tengo planes" serán mirados como seres extraños, proscritos de una vida en sociedad que te impone la diversión por decreto. Hay que divertirse como sea, emborracharse si se puede y transgredir el horario. A