Casi una verdad
(Princesa Ira Von Furstenberg. Fotografía de Richard Avedon) Abrió el libro por la primera página y algunas palabras saltaron de inmediato, dejaron la superficie lisa color champán y se adentraron en otro universo, otro mundo paralelo del que era imposible escaparse. Una de las palabras era "exquisita" y otra "fugaz". Las dos juntas no significaban nada especial pero, una vez reunidas, no podían separarse. Más adelante encontró "cachemira" y, un poco antes, "lágrimas". En la página 55 había una frase entera: "Ella no sentía ni el deseo ni la obligación de quedarse con él". Ella y él no tenían nombre, eran seres inopinados, seres abstractos, ideas más bien, que habían empezado a bosquejarse con la lectura. Así le ocurría siempre. Le gustó "regocijo" y también "césped". Pasó de largo de "exhausto" y de "moqueta". Se detuvo en "encaje" y en "exótica". Y así las palab