Ritos
Los ritos son esas pulsiones emocionales que nos llevan a la nostalgia. Aún así los necesitamos. Ordenan el calendario, clarifican las secuencias de los días y las noches, establecen la prioridad de nuestros afectos y, sobre todo, abren las ventanas de la memoria. Si a principios de diciembre colocas en tu casa esa sinfonía de luces, de ramas y de todos esos pequeños habitantes de la caja de navidad, entonces estás conjurando a quienes antes que tú hicieron esa misma operación y te enseñaron a hacerla. Los ritos de la navidad son, quizá, los que más recuerdos producen. Los días previos, los dulces que tu madre hacía, las compras que a tu padre le gustaba encargar, productos que solo se veían en esas fechas señaladas y la casa convertida en otra cosa. La caja de navidad que se abre y de ahí salen cosas año tras año y esa fisonomía dura un tiempo tan largo que da tiempo a que llegue el otro año, el año nuevo. Cosas nuevas y cosas viejas, la lámpara de Aladino, la necesidad de sacudirse