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Mostrando las entradas etiquetadas como Mary Jane Ansell

La pasión es una pregunta sin respuesta

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(Mary Jane Ansell. Pintura realista) No hay palabras de amor. Se desparraman gestos, se desvelan noticias, se desarman impresiones equivocadas, se desmenuzan ideas, se comparten antiguos retratos y se esquivan heridas. No hay palabras de amor. No risueñas despedidas que anuncian besos en el aire. No hay ese tic-tac que se mueve en el estómago, como un pequeño ángel que nunca antes hubiera habitado en la Tierra. No, esa dulce sensación de la piel que trasmina, del aroma del hueco de las manos, del asombroso movimiento del cuello. No hay palabras de amor. La pasión es una pregunta sin respuesta. Y, día tras día, la lluvia cae inmisericorde, lava el sentimiento, despoja los sueños de esperanza y todo termina siendo una inmensa riada de soledad sin nada que decir. No hay palabras de amor. Y el amor se convierte en una melodía absurda, en una futura mentira. Debería existir una salvaguarda para que la ternura no arrase los sentidos cuando las palabras de amor son un fantasma sin cu

Corazón en cenizas convertido

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(Pintura. Mary Jane Ansell) Un día se acercará y con palabras nuevas, gesto nuevo y una nueva ilusión en su mirada, me contará el secreto que no podrá ocultar, que no querrá callarse: Me he enamorado, al fin, ya soy como querías, un hombre generoso. He conocido a alguien. Me sonreirá sin verme y moverá las manos, las alzará con un tono diferente y parecerá un actor que representa su mejor función después de mucho tiempo. Yo imaginaré en su dulce alegría a la hermosa mujer que yo nunca seré y mi alma se convertirá en cenizas poco a poco. Entonces sentiré que un puño helado me aprisiona y oleré la feroz humedad que, en mis ojos,  congelará las lágrimas. Me entenderé a mí  misma sin hablar y notaré que el miedo que anunciaba tenía razón de ser, que no existían quimeras en el sueño agitado de las noches. Ese día se nublará para siempre la luz que ahora me alumbra y rezaré oraciones perdidas y buscaré en cualquier cosa un motivo, lo que sea, algo que me levante de la ca

Lo maravilloso

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(Pintura: Mary Jane Ansell) H ay gente que trae consigo la palabra. Y otra gente que trae el vacío. Pero, en realidad, soy yo la que adjudico letras, frases y vocablos a todos vosotros, el mundo. No existe lo que veo salvo en mí, soy mi propio juez, la persona que etiqueta, que aplaude o silba esta representación, a ratos improvisada y otras veces con un guion escrito de antemano, que es la vida. E n ese concierto, cuyo director se ausenta cada vez que otro asunto le concierne, le asigné a él (siempre hay un ÉL, aunque no lo expresemos) un papel cenital. Le di el don de regalarme alegrías y de levantar mi espíritu. Le otorgué la capacidad de la tristeza y la huida. Le dibujé con los trazos más exactos, ajustados, livianos y tiernos, que mi propia imaginación oculta. A ese ÉL (como ocurre tantas veces) le concedí demasiada importancia, demasiado poder, demasiada partitura en el conjunto de mi música de fondo. Y a esa extravagante ocurrencia, dictada por no se sabe q

El relato pictórico de Mary Jane Ansell y un libro de Banville

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Las pinturas de Mary Jane Ansell (Shropshire, 1972) están pidiendo a gritos un relato. Las miras y captas solamente un instante, pero sabes que, antes de eso, han pasado cosas y que seguirán pasando hasta llegar a un desenlace desconocido. En este blog aparecen en algunas entradas precisamente así, convirtiendo en un espejo hechos que, de otra manera, no surgirían quizá o serían diferentes. En un libro de  John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) la portada es una de esas pinturas. Representa a una mujer de espaldas, con el pelo recogido en un moño, bien peinada, vestida apenas con un finísimo vestido blanco del que se aprecia solo un tirante. En torno del cuello hay unas manos, que bien podrían ser de otra persona, un hombre, o de ella misma. En todo caso, las pinturas de Mary Jane Ansell representan en muchas ocasiones a las mujeres de espalda, ofreciendo su cuello, su cabello y su silencio, al espectador.  Ansell es una pintora figurativa, cuyo estilo recoge la herencia

Derramaré mis sueños

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(Pintura: Mary Jane Ansell) Si no llega esa tarde en que la dicha traspase mis sentidos, en que arrebatada en un temblor reconocible hallaré tus respuestas, tendré que recoger los pedazos dispersos de mi vida y convertirla en eco oculto, algo que nadie reproduzca ni interprete. Si al fin encuentro que todo es un deseo sin fondo, una quimera escrita que a nada me conduce, entonces derramaré mis sueños y no estarás en ellos. Te marcharás de igual manera que llegaste. En silencio y sin que invoque para nada tu nombre. Como una presencia única, inmarchitable y fértil, pero ajena a mi voz y a mis sentidos. No buscaré otra prórroga ni intentaré engañarte ni engañarme. No lloraré cuánto de inútil es quererte. Solo tendré memoria para el tiempo en que mis ojos y tus manos estuvieron a punto de encontrarse. Nada de ti, seré. Al fin, ya nada soy.  (Título: Verso de "Si tú no estás", Rosana)

Tus lazos son mi libertad

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(Pintura. Mary Jane Ansell) Hay días azules de frialdad indiferente. Días más oscuros aún, de silencios incomprendidos. Hay días rojos flagrantemente inútiles. Y hay días dorados, con un aviso previo de felicidad compartida. En esos días, el lazo que nos une se estrecha y se convierte en una cinta perfumada, de tonalidad cambiante, pero siempre cálida. Cálida es tu voz al otro lado del teléfono y cálido tu verbo cuando escribes que mis manos son tu mejor refugio. Tú mismo expresas esa calidez a través de una sonrisa escasa pero tierna. Y un aire casi tórrido nos envuelve, como un perfume intenso y lleno de esencias florales, cuando el abrazo reina entre nosotros.  Así los días tienen tu compás. Es tu presencia la que los colorea o los oscurece. Por eso no tengo sino el reflejo de tus ojos. Por eso camino a la par que tus pasos dibujan en el pavimento ejércitos de rosas. El trasiego diario de la vida está lleno de señales luminosas, semáforos de la emoción, luces que anunc