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Mostrando las entradas etiquetadas como Música

La música que tocaba Jane Austen

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  (Pianoforte de Jane Austen en Chawton Cottage en la actualidad) La familia Austen poseía una buena colección de partituras y cuadernos de música, algunas como hojas sueltas, otras encuadernadas. Toda la colección se ha digitalizado en la Unidad de Digitalización de la Biblioteca Hartley, de la Universidad de Southampton, en los años 2013 a 2015, en un trabajo coordinado por Jeanice Brooks. En Southampton vivió Jane Austen tres años, entre 1806 y 1809, en la casa de su hermano Francis, junto a la esposa de este, su madre, Cassandra y su amiga Marta Lloyd. Ahora se pueden consultar ampliamente y así conocer los gustos musicales de la familia y de Jane Austen en concreto. La colección es variopinta y ha llegado hasta nosotros su conservación por medio de las donaciones y ventas de distintas ramas familiares. Hay que recordar que, de los ocho hermanos Austen, hubo cuatro que no tuvieron hijos por razones distintas: George, Henry, Cassandra y Jane. Los otros hermanos, James, Francis, Cha

Un pianoforte por ocho guineas

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  (Elizabeth Bennet y el coronel Fitzwillian, al piano en Rossings Park) Ocho guineas fue el precio de venta del pianoforte de Jane Austen que estaba en la rectoría de Steventon, el lugar donde había vivido desde su nacimiento, en 1775, hasta su marcha a Bath, en 1801. Sin que ella lo supiera, su padre lo vendió junto con otros muebles, libros y varias vacas, cuando se decidió a instalarse en la ciudad de Bath, en la que se había casado, tras jubilarse como pastor. Entonces cedió el cargo a su hijo mayor, James, y emprendió la última etapa de su vida en el enclave balneario.  Ni Jane ni Cassandra, las dos únicas hijas que aún vivían con el matrimonio Austen, fueron consultadas para el traslado y ni siquiera estaban allí cuando se hizo la venta de enseres y la posterior mudanza. Desde Deane, una parroquia pequeña y cercana de la que James era titular por cesión de su padre, llegó su hermano dispuesto a ocupar el puesto y la vivienda con su propia familia y sus muebles. Dado la incertid

Pasiones sin reservas

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Una vez paseaba por las Ramblas de Barcelona y un chico negro tiró de mí para llevarme no sé dónde. Reaccionó rápido uno de los primos con los que iba y todo quedó en una aventura. No tuve miedo. Quién tiene miedo a los diecisiete años...Mis primos tampoco lo tenían y la historia se convirtió en el guión de una película que rodamos, sin cámaras ni atrezzos, en esos días claros de vacaciones en los que la ciudad era toda nuestra. Lo he recordado porque hubo una canción que fue nuestra banda sonora. En algunos locales que frecuentamos sonaba una y otra vez. Y luego la oíamos en el coche y buscamos incluso su letra en inglés. La tarareábamos sin parar. Los tres logramos que la canción fuera el hit del verano.  De esa forma mágica y sorprendente en que suceden las cosas, la canción volvió a mí hace poco tiempo cuando la vi en la última película estrenada de Woody Allen. La película es "Un día de lluvia en Nueva York" y la canción es Everything Happens to Me. Oír la

Everything Happens To Me

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(Foto: Peter Lindbergh) Uno de los dos tenía los ojos verdes. Quién puede saberlo después de tanto tiempo...Y sonaba la música sin estorbar, allá, al fondo del local, con esas luces que parecen no alumbrar, que esconden más que muestran. Tan tarde, que los bebedores locales se habían marchado, tambaleándose, a cualquier otro garito de peor fama. La fama de los bares es inversamente proporcional a la bebida que venden, dijo alguien que debía ser muy enterado. Pero nosotros teníamos demasiado poco tiempo como para gastarlo en conversaciones. La música, eso sí, lo hacía por nosotros. Siempre hemos sido muy de jazz y muy de soul, aunque el sur nos haya traído otra cosa en vena. Pero quisimos nacer en el este de los Estados Unidos, y veranear en el oeste, incluso pasear por el norte en tiempo de nevadas y buscar en el sur alguna perla negra. Hans Stamer susurra, Chet Baker recita y Sinatra la eleva al aire. La misma canción puede servir para cualquier cosa que necesites, mucho más si

"A Star is Born" de Bradley Cooper

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Desde que hizo un pequeñito papel en la serie "Alias" he seguido a Bradley Cooper con esa insistencia que solo se produce cuando encuentras algo que te gusta mucho. Así que me confieso bradleriana y partidista a la hora de valorar su trabajo en el cine. Sin embargo, en esta ocasión, creo que coincido con muchísima gente que ha visto cómo   "A Star is Born", nada menos que la cuarta versión de la misma historia, es mejor que las anteriores, sobre todo porque la labor de dirección de Cooper es genial. Los cinéfilos tenemos buena memoria. Grabamos en nuestra cabeza imágenes, frases y argumentos que a los que no son amantes del cine les pueden pasar desapercibidos. Nos entendemos a base de ver una y otra vez lo que admiramos. Somos una tribu con códigos especiales. Tenemos lazos en común que saltan a la primera. Si naces en una familia de cinéfilos eso ya te imprime carácter porque tu vocabulario, tus referentes, están en la pantalla. Y te entiendes a partir

"Born to Run" Memorias. Bruce Springsteen

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Siete años ha tardado Springsteen en escribir esta Autobiografía que acaba de publicar en castellano Literatura Random House con una traducción de Ignacio Juliá. Voluminoso libro de casi seiscientas páginas que el Boss dedica a Patti, Evan, Jess y Sam y que se acompaña de fotografías de su álbum familiar.  Él mismo cuenta, en el capítulo de agradecimientos, el proceso de la escritura. Sin prisas y sin presiones. Organizada la estructura en Libro I, Libro II y Libro III, la historia comienza en su calle y su casa para terminar en los escenarios. La narración está pormenorizada, detallista, llena de notas de color, pero también es intimista, porque no solamente cuenta lo que pasa, sino cómo lo vive, cómo lo siente y plantea. Es muy curiosa la manera en la que el artista aparece como un tipo trabajador, dedicado a lo suyo con pasión y notablemente exigente y lleno de expectativas. Lejos de destacar los momentos de glamour y de gloria, se hace hincapié en lo otro, en el esfuerzo, el

Tardes de copla y trajín

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(George Owen Wynne Apperley. Pintura) Entre versos del poeta de Orihuela, letras de cantautores, cine clásico, emergía la copla. Historias desgarradas que, en su voz de caramelo, parecían más livianas, más leves y sencillas. Mujeres imposibles, romances engañosos, vida petrificada en una emoción única, sueños incumplidos, quereres, entrañas, hijos desesperados, voces junto a las cunas, hombres terribles, mentiras, la copla.  Las tardes tenían el suave movimiento de un trajín acompasado que carecía ya de la rapidez de la mañana y se tendía sobre la hora de la siesta y sobre el atardecer como si esperara el arrullo de las olas. Las voces tenían un toque de tragedia a veces. Quién no ansiaba un amor como aquellos que rondaba los oídos de las niñas. Ellas eran las espectadores indecisas de un paraíso anunciado en el que habría galantes caballeros y esperanzas correspondidas. La copla.  Así esa mujer de blanca piel, ojos oscuros y manos llenas de veladas primaveras, desgrana

Rosas y un piano

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Escuchas la música y hallas algo diferente, o quizá no, quizá es algo presentido, algo que estaba dentro de ti y no lo sabías. La música es el último escalón que puedes ascender si tu corazón se ha detenido en un momento exacto de la vida, cuando parece que todo te ha dado la espalda. La música te invade, te recuerda, te ancla en un pasado que no puedes recordar, no, ahora no, ahora es imposible. Todas las músicas que te ocupaban se han marchado. Las que oíste en cada uno de esos momentos que no puedes rememorar todavía, que esperan silenciosos a que sea el momento del recuerdo sereno, el tiempo en que las esperanzas puedan desplegarse, el segundo exacto en el que revivirás a una primavera que se escribirá de otra forma distinta.  Pero otras músicas, otros silencios, otros sonidos, van a llegarte de mil maneras. Alguien te dirá un día, ni siquiera sé cuándo ni por qué medio, que hay una canción que atraviesa su alma y la lleva a un lugar especial, en el que todas las cosas son pos

Cómo quisiera...

Es la hora indecisa de la primera madrugada. El escenario está vacío. Aparece iluminado con luces indirectas y un foco central que baña el centro. Es un pequeño bar de karaoke en ese tiempo del fin de semana en el que los amigos ya se han reencontrado, los nuevos amores se han visto y las parejas se han besado demasiadas veces. Todos allí se conocen. Todos son gente amiga. Por eso te han pedido que cantes, que subas a ese escenario en semioscuridad y les cantes una canción de esas que te gustan. Una canción de Maná, por ejemplo. Cómo quisiera, por ejemplo.  Has dicho que sí después de muchos ruegos. Quizá te gusta que te insistan o, quizá, no estés tan segura de ti como aparentas. Quizás te has fijado en algún chico y quieres impresionarle. Quizás lleves dentro de ti algo parecido a un amor sin futuro.  Y lo haces. Subes al escenario. Frente a ti la pantalla rutilante con las letras en rojo, para evitar que te equivoques como tantas otras veces. Alrededor de ti, las sonrisas,

Coplas

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Un par de veces he escrito sobre Julio Romero de Torres en la revista "Sevilla Flamenca", cien números y un adiós definitivo hace años, pero un buen caudal de textos y de imágenes para la historia del flamenco. Fue en una serie dedicada al flamenco y las artes, cuyo artículo inicial, el de cabecera, se publicó en "Litoral" la legendaria revista creada por, entre otros, Manuel Altolaguirre, uno de mis poetas. Romero de Torres carga con la cruz de ser tan conocido y de estar tan reproducido en toda clase de formatos que parece un pintor más, un imitador de sí mismo. Pero, si te adentras en su universo, descubres otras cosas. Y puedes hacerlo, está a tu alcance, porque hay mucho escrito sobre él y, además, están sus cuadros, en Córdoba sobre todo, aunque fue preciosa la exposición del Thyssen de Málaga que pudimos ver en Sevilla no hace mucho. Mujeres rubias donde todo parecía hecho para las morenas.  Pues bien, tiene Romero de Torres un cuadro que estudié en mis

Homenaje a Rancapino

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Rancapino tiene una inmensa mata de pelo gris y mantiene el aire de siempre. El aire y el compás porque, aunque su voz, siempre difícil, lucha por salir, no hay forma de que se desvíe de su cante de siempre. Veo a Rancapino y me acuerdo de Chiclana, su pueblo y el mío, aunque él es de La Banda y yo de El Lugar (y si no eres de por allí no entenderás qué significado tiene eso). Me acuerdo del Canario, del colegio Santa Ana, de la calle La Vega, de la calle Fierro (en la que nací, al lado de la plaza de España y en la esquina del Cabezo). Me acuerdo del bar Cachito, de La Barrosa, del puente sobre el río Iro, de La Predilecta... Estos días pasados le han hecho un homenaje en Sevilla, en el Teatro Lope de Vega. No es frecuente homenajear a los secundarios de oro del flamenco, gente con trayectoria y conocimientos pero que no han estado en la primerísima fila, porque, como en todo, hay cuestiones relacionadas con la suerte que no se pueden controlar. En este caso, ese homenaje ha sido c

Un soplo de alegría

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Muchas veces lo hemos comentado en este blog: cuánta poesía hay en la música. En este caso, vamos a echar andar el día de hoy, tercer día de la primavera de 2011, con la letra de una canción que Luis Eduardo Aute ha compuesto para su último disco, Intemperie. La canción se llama "Un soplo de alegría" y dice así: Quiero huir lo antes posible de la inhóspita armonía de tristezas como losas e inconfesas cobardías a la espera de esperanzas que jamás verán el día. No pretendo entrega alguna, ni siquiera compañía que me espante soledades porque no te pediría nada que yo no pudiera ofrecerte en garantía. Estaría bien aparcar alevosías para siempre, amén... Y sentir, amiga mía, que en tu abrazo aún hay tiempo para un soplo de alegría. No soporto por más tiempo la implacable hipocresía de fantasmas que trafican dádivas de ideologías con postores impostores de sus propias felonías. Como ves, no necesito ni decálogos vigías

Aute, a la intemperie

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Lo he dicho alguna vez: Aute es mi compositor, mi cantautor preferido. Lo conocí hace muchos años (es un decir: me firmó un autógrafo, que aún conservo, en Sevilla, en la Plaza de San Francisco, y me dijo una frase que no he olvidado...). Esa clase de poesía, esa clase de música, me viene ahora a la mente, porque el día está bastante gris, parece que va a llover y no estaría de más echar la tarde sentados, leyendo poemas de Emily Dickinson o escuchando a Aute: "siento que te estoy perdiendo", "no te desnudes todavía", "si te dijera, amor mío...", "sin tu latido", "ay de ti, ay de mí"... Su último disco se llama "Intemperie" y, para presentarlo, nos dice algo que puede hacernos pensar: ¿Dónde están las cosas en las que creímos? ¿Qué cosas tienen nuestros jóvenes para creer? Esa envidiable juventud que tuvimos, con tanto por asir, con tantas canciones de fondo, tantas esperanzas, tanto por hacer... Aute siente ahora que

La música de la poesía

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Hay canciones que sirven para aprender idiomas, incluido el nuestro, porque su poesía nos llega directamente a través de los sonidos. Y también hay poemas que se convierten en canciones, por obra y gracia de los músicos, que se acercan a los grandes autores de la poesía y a la poesía anónima, para que esas palabras nos lleguen a través de los sentidos. Joan Manuel Serrat dio a conocer a muchísima gente que no había leído sus libros la poesía de Antonio Machado y de Miguel Hernández. Calixto Sánchez ha convertido en cante flamenco la poesía de Alberti, de Bécquer o de los Machado, Antonio y Manuel. Estos son solamente algunos ejemplos, pero hay muchos más, de manera que es sencillo acercarse a los poetas a través de la música que su poesía lleva. De una forma o de otra, el caso es que las palabras formen parte de nuestro universo, que la poesía se convierta en algo cotidiano y no críptico o misterioso. Y, en todo caso, que ese misterio sea atractivo y que tengamos deseo

La poesía de la música

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Una ROSA es una ROSA Una de mis profesoras de Francés del Bachillerato (se llamaba Lilina, era francesa, alta, guapa y elegantísima) usaba en sus clases las canciones de Salvatore Adamo . Ya sabéis, al menos los aficionados a la música francesa, que es un cantautor italo-belga (aunque cantaba siempre en francés) de enorme éxito, que conserva todavía en esos países, aunque en España no esté de actualidad. Más bien es un clásico, como clásicos son también algunos de sus temas: Mis manos en tu cintura, Inch Allah, Cae la nieve, La noche, etc. Era un estupendo sistema para aprender el idioma utilizando algo que era de nuestro interés. Así que, como vemos, siempre ha habido y los habrá profesores innovadores, profesores que dan un paso adelante con imaginación, fantasía, ilusión. Son los profesores a los que les gusta enseñar y por ello mismo aquellos con quienes mejor se aprenden. Hay, ahora mismo, profesores, que trabajan la Lengua Castellana y las lenguas extranjeras utilizando