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Mostrando las entradas etiquetadas como Libros

"La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows

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Desconocía hasta ahora que las islas del Canal , que forman los archipiélagos de Guernsey y Jersey, habían sido los únicos territorios británicos ocupados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Esta es una de las cosas que se escapan en los libros de historia. Tampoco sabía que en Guernsey escribió Victor Hugo "Los miserables" . Y, por supuesto, no sabía nada de Mary Ann Shaffer . Es lo que ocurre con los libros. Abres uno y no te imaginas cuántas cosas se van a remover. Ahora mismo no logro recordar cómo he llegado hasta el libro. Creo que sería en una de esas incursiones que hago por las editoriales, mejor dicho, por sus páginas webs. Me decía mi hijo hace un rato que antes se hablaba de "ratón de biblioteca" para designar a alguien que anda perdido en la lectura y encontrando los libros más curiosos en los estantes, pero que ahora habría que usar el título, más actual, de "ratón de internet". Mouse de Internet , para ser más exactos. Él y yo so

Una granja en el condado de Clare

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  En 1975 Edna O'Brien vuelve a Clare, su condado natal, en la tierra irlandesa donde nació y donde vivió hasta que se fue a vivir a Londres. La mayoría de los irlandeses hacen ese camino y, la mayoría también, quieren desandarlo y no pueden. Cuando Edna llegó a Clare ya no existía su granja, Drosboro, donde se había criado, y las cosas tenían otra fisonomía y otro destino. Así se cierra un círculo que pudo haber sido de otro modo.  En sus memorias, que ella tituló "Chica de campo" , la presencia de la naturaleza es una constante. A pesar de que en los años cincuenta, se marchó a Dublín y, después de casarse, a Londres, lleva el campo con ella. Los acantilados, los ríos y arroyos, las granjas, las labores campesinas, las manos manchadas de cuidar a los animales, la leche tibia, el suelo de piedra, las paredes hoscas, todo eso es lo que ha vivido y lo que ha retenido en su bagaje principal, el de las emociones primeras.  Salvo el último de sus libros "La chica"

"Amy e Isabelle" de Elizabeth Strout

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Elizabeth Strout es la autora de Me llamo Lucy Barton que aparece reseñado en otro lugar de este blog. Nació en Maine, en 1956, pero vive en Nueva York desde hace años. Esta es su primera novela. Hay que recelar de las "primeras novelas" que salen a la luz ante el éxito de las segundas o terceras. Pero, en este caso, no hay motivo. Amy e Isabelle es aún mejor que Me llamo Lucy Barton. Especialista en relatos y cuentos que publica en revistas y que la han llevado a ganar el Premio Pulitzer (Olive Kitteridge), su personalidad a la hora de escribir hace el efecto de una llama que atrajera a las mariposas. Es, sencillamente, única.  En Amy e Isabelle se cuenta la historia de una madre y una hija, pero también la de toda una comunidad. Los personajes que transitan por el libro no son felices y ninguno hallará más que una especie de rutina confortable a lo largo de su vida. No hay falsas esperanzas, no hay optimismo. Tampoco desesperación, sino el transcurso ritual d

"A Virginia le gustaba Vita" de Pilar Bellver

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Vita Sackville-West y Virginia Woolf son dos mujeres interesantes e influyentes que aquí se encuentran porque la autora del libro recrea a su modo y con su estilo una historia de amor que fue real. Lo que comenzó siendo un relato con el mismo título, incluido en la antología Ábreme con cuidado (Dos Bigotes, 2015), se ha convertido en esta novela, publicada por la misma editorial y cuya cuarta edición vio la luz en junio de 2017. El trasfondo de la acción ya lo conocemos. El apasionante periodo de entreguerras, la novedad que supuso para la adormecida élite cultural inglesa la aparición del grupo de Bloomsbury y ese ir y venir de personajes que se escribían cartas, se enamoraban, se odiaban y vivían.  El libro tiene una curiosa estructura. Cuatro cartas de desigual longitud cada una de las cuales forma un capítulo: La tela azul, El cuadro, La virgen, La anunciación. Después, un apéndice titulado La tela azul del cuadro de la Virgen de la Anunciación, que no forma parte de la no

"Kew Gardens y otros cuentos" de Virginia Woolf

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Qué libro tan bonito...Tres cuentos de Virginia Woolf, bien traducidos por Magdalena Palmer y delicadamente ilustrados por Elena Ferrándiz. Sólo hay que ver la portada para darse cuenta de que Nórdica Libros ha hecho una edición cuidadosa de estos tres relatos que tienen el aire inconfundible de su autora: esa mezcla de misterio, fantasmagoría, sueño, imaginación y detallismo cotidiano.  El primer cuento es "Kew Gardens", una historia de sensaciones, imágenes y observaciones sensibles tomadas del Jardín Botánico de Londres. El segundo es "Una casa encantada", lleno de fantasmas. El último "La marca en la pared", que le sirve para volver a sus recuerdos personales.  Virginia Woolf (Londres, 1882- Lewes, Sussex, 1941), es una escritora especial, atrayente, singular. Su pertenencia al Grupo de Bloomsbury le ha dado un perfil de diletancia que quizá haya excedido lo que, en realidad, era. Una persona atormentada por dudas y por situaciones que que

"La señora Dalloway" de Virginia Woolf

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Clarissa Dalloway ofrece esta noche del mes de junio una fiesta. Por eso, su primera decisión, tiene que ver con el exorno del salón. "La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores" . "Era mediados de junio...la guerra había acabado". Se refiere a la primera guerra mundial.  Desde que comienza el día hasta la noche, Clarissa Dalloway , hará algunas cosas que le permitirán, mientras tanto, pensar y utilizar lo que ella posee en mayor medida, la intuición. Desengañada de Richard , su marido, con el que se unió precisamente porque no lo quería demasiado. Decepcionada de Peter Walsh, su gran amor, que se está con otra mujer, mucho más fría, indiferente y extraña que ella. Cansada de ser "invisible". Así camina por el parque de St. James. "Porque aunque ella y Peter pudieran pasar separados cientos de años y ella nunca le hubiera escrito una carta  las suyas fueran tan secas, de pronto, en cualquier momento, se le ocurría pensar

"Diarios" de Iñaki Uriarte

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Una de esas extrañas perlas que se encuentran a veces en las redes sociales, en forma de amigo, me puso en el camino de Iñaki Uriarte y sus Diarios. La forma en la que una descubre los libros es harto compleja. Tienen tantas maneras de aparecerse que podría escribirse un opúsculo sobre eso, un texto breve y entrañable en la que se contara de qué manera llega a tu vida un libro o un autor. Es casi tan emocionante que relatar el encuentro con esa persona especial a la que quieres sin remedio. A la causa entera de tu perdición.  Pero, sigamos. Mi amigo me contó sus impresiones y yo compré los libros, los leí y los coloqué en esa zona cercana en la que están los textos a los que de vez en cuando acudes. Son libros nunca terminados, referencias, motivos.  Ahora, repasando Internet, he visto que ha salido el tercer volumen y yo me he quedado atrás a la hora de comprarlo, seguramente porque mi amigo, el recomendador, se ha enamorado y no frecuenta nuestra salita de estar del Twitte

D. H. Lawrence y Nina Leen: Lo efímero y lo perdurable.

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Úrsula y Gudrun son hermanas e infelices. Ninguna de las dos ha alcanzado en la vida aquello que desea. Han nacido en una familia de mineros, pobre y sin cultura, pero eso es algo que a las dos las atormenta. Son diferentes en su interior, se sienten diferentes. Odian lo negro de las minas, el hedor de la tierra cuando cae la noche y los pozos se despueblan, el aire cansado de las mujeres de los mineros, la suciedad, el polvo. Observan con admiración a los otros, los ricos, los que lo poseen casi todo, los que se rodean de un ambiente de música, de luces, de belleza. Ellas son muchachas pobres en un universo que las atrapa. Hubieran querido ir a la universidad y moverse de un lado a otro con indiferencia, como si nada fuera necesario, amar sin compromiso y conocer a la gente que disfruta de todo lo que ellas no tienen. Pero nadie elige dónde nace y elige a sus padres o a su familia. Eso las llena de un sentimiento de injusticia que ocultan al exterior pero que existe.  Úrs

Stevenson da en la tecla

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  Dos elementos bien distintos me han lanzado a la escritura de estas palabras. Los dos tienen un fuerte componente indagatorio. Pretenden averiguar o adivinar, no sé cuál de estas palabras encaja mejor, el motivo por el cual algunas personas se convierten en lectores de calidad y cómo se llega a ello. Es decir ¿cómo se logra adquirir el hábito lector y perseverar en él? Puede parecer una pregunta sencilla y quizá lo sea, pero la respuesta no lo es tanto. Todo lo contrario. Y la prueba es lo que voy a relatar a continuación.  Fue leyendo los “Ensayos sobre el arte de escribir” de Robert Louis Stevenson (1850-1894)  como surgió con nitidez la cuestión. Y ello es así porque Stevenson, después de hablar de los escritores, pasa a referirse a los lectores y a lo que él llama “el don de la lectura”. Lo hace respondiendo a la pregunta  “los libros que me han influido” que es algo que todo el mundo relata en algún momento de su travesía personal. Ahí aparecen Shakespeare, Montaigne, el Nuevo

"La flor" de Mary Karr

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  Este es un libro que necesita su tiempo. No es de esos fulminantes que tienes que leerlos en una tarde y que te despiertan para acabar su lectura. Requiere madurar lo que se cuenta y darle un poco la vuelta, mirarte al espejo. Vas avanzando y observas que, aunque las circunstancias son distintas, tú también tuviste doce y trece años, y luego dieciséis, y te subiste al coche de aquellos dos amigos que te llevaban de paseo por la ciudad y una noche te escapaste en moto para ver a Serrat en una playa y te largaste de camping con otro muchacho que también iba en moto y así muchas otras cosas. Te das cuenta de que Mary Karr podría haber situado su historia en otro sur o en otro norte. Porque lo que importa es lo de dentro. Le quitas la cáscara y ahí está la mirada del padre preguntándose por qué te vas. Y ves a tu madre, agobiada sin duda por la carga de la familia, que te dice que hagas lo que quieras, que es tu vida y que debes vivirla. No como yo, añade. Las madres siempre tienen un di

"Las dos señoras Grenville" de Dominick Dunne

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Dominick Dunne (1925-2009) fue católico, de origen irlandés, cineasta y escritor. Y, además, comentarista de sociedad en Vanity Fair, publicación con la que mantuvo una larga relación salpicada de escándalos. En todo caso, Dunne conocía muy bien el modo de vida americano y sus dos polos de atracción: Nueva York y Los Ángeles.  Esa dedicación al cotilleo puede tener que ver con el gusto por los detalles que desliza en su estilo literario. Descripciones que te trasladan al lugar de los hechos, podíamos decir, de los que no solo observamos su aspecto, sino también su olor y su sabor. Miradas de interior. Pequeñas cuestiones cotidianas que pasarían desapercibidas a un observador menos atento.  Esta novela, publicada en 1985, con sesenta años cumplidos, fue su primer éxito como escritor. En ella se narra cómo Billy Grenville (William Grenville Junior) conoce a una corista, llamada Ann Arden (antes Urse Mertens) y se enamora perdidamente de ella. La madre de Billy, Alice Grenville,

"El tren de las 4.50" de Agatha Christie

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La mansión de los Crackenthorpe tiene problemas domésticos. ¿Y quién no? diría mucha gente. Es un caserón grande y viejo en el que vive el anciano Luther Crackenthorpe con algunos de sus hijos. Otros, van y vienen, quejándose continuamente de que su padre tiene el dinero bien atado y de que, hasta que no se muera, no va a soltar las cuerdas de la bolsa.  En otro lugar de la geografía inglesa, Londres, la señora Elspeth McGillicuddy ha terminado sus compras de navidad. Cuidando mucho los gastos ha logrado adquirir un detalle para cada uno de sus sobrinos. En la estación de Paddington toma un tren en primera clase, el de las 4.50, con paradas en varios pueblos de la campiña inglesa, uno de ellos cercano a Saint Mary Mead , donde vive su amiga de toda la vida, la señorita Jane Marple .  Una circunstancia excepcional, que recuerda a los testigos oculares del asesinato que se juzga en "Doce hombres sin piedad" (esto es, ver un crimen a través de las ventanillas de u

"Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policíaca"

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Con un criterio estricto la época victoriana ocupa los años del reinado de Victoria I , que subió al trono con 18 años en 1837 y murió en 1901, después de reinar durante más de 63 años. Sin embargo, algunos historiadores sitúan el comienzo de este importante período histórico unos años antes, al principio de los años 30 del siglo XIX, por la serie de cambios que ya se iban anunciando.  Victoria I llegó al reinado de carambola y nunca el azar fue más fructífero. Tuvieron que morir varios tíos, su padre y su abuelo, el rey Jorge III , para que ella se coronara como monarca del Reino Unido y, en 1877, emperatriz de la India. Su madre era una princesa alemana de la casa Sajonia y su matrimonio con un primo de la misma dinastía dio lugar al comienzo de los Sajonia en el trono británico, ya que ella fue la última Hannover en reinar. Tuvo 9 hijos y 42 nietos, la mayoría de los cuales emparentaron con casas reinantes europeas, haciendo una política de alianzas que perdura aún en mucho

"En Grand Central Station me senté y lloré" de Elizabeth Smart

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¿Es posible enamorarse de alguien a quien no se ha visto nunca¿ ¿De alguien con quien nunca se ha hablado? ¿De alguien que no te ha dedicado ni una mirada? ¿Es posible enamorarse de alguien al leer un poema? ¿Es posible seguir amando a alguien a pesar de que sabes que no eres la única? A todas estas preguntas Elizabeth Smart  (Otawa, 1913- Londres, 1986), contestaría "sí". Es posible, diría. Es, no solo posible, sino cierto. Y por eso escribe este libro. Por eso este libro tiene sentido. Por eso y porque ella era una escritora, aunque no lo sabía, no solo una mujer enamorada. Las mujeres enamoradas lloran en cualquier lugar del tiempo y de las ciudades. Las escritoras, trasladan las lágrimas al papel y, al hacerlo, esas lágrimas ya no son suyas, pertenecen al lector que encontrará en ellas, seguro, algo de su propio dolor o de su propia dicha. Es así como la literatura se convierte en un espejo en el que mirarse y mostrarnos.  Su vida y el libro son la misma cos