Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Historias de hombres y mujeres

El vestido

Imagen
El vestido llevaba muchos días colgado en el armario. Perfectamente planchado y colocado en su sitio. Sin nada que estorbara sus volantes bajos estilo años 20. Sin que su color rosa maquillaje, suave, tierno, se viera afectado por el sol del estío que entraba por la ventana del dormitorio. Era un vestido dispuesto para ser feliz. Un vestido reidor. Un vestido que llevaba escrita la palabra "encuentro". La palabra "cita". La frase "quiero mirar tus ojos junto al río". Ella se enamoró del vestido nada más verlo. Y así lo tuvo presto para ese momento, del final del verano, allá por el mes de septiembre, en el que descubriría con él a un hombre lleno de dulzura, un hombre tierno, un hombre al fin y al cabo.  Los días pasaron y las noches. Las palabras ardieron en pavesas. El final del verano dio paso al otoño. El río desdibujó su perfil y ya no tuvo esa firmeza etérea de los amaneceres ni tampoco la fuerza rotunda de las noches. El vestido se agostó

Me pesa tanto el corazón...

Imagen
Opción 1: Amor mío. Perdóname por escribir estas palabras. No creí que fuera capaz de hacerlo. Sé que te extrañará leerlas, que no las esperas y que querrás que no hayan sido escritas. Pero me pesa tanto el corazón que tengo que aligerarlo y decirte que, a pesar de que lo he intentado, no he podido dejar de amarte nunca.  Opción 2: Querida....Lo he intentado, créeme. He buscado la forma de quererte a mi manera. Pero no existe o yo no la he hallado. Y por eso, porque no puedo responder a tu sentimiento, hoy te escribo que me marcho, que no volveré y que me pesa tanto el corazón que debo separarme de ti para siempre.  Opción 3: Escríbela tú mismo, tú misma. Es tu vida.  (Imagen de Jack Vettriano)

Nunca contigo

Imagen
Has llenado la bañera casi hasta el borde. El agua está muy caliente. Lo necesitas. Has colgado el teléfono y le has quitado el sonido. No quieres oír su voz, total va a mentirte. Has encendido un cigarrillo que no vas a fumarte. Por enésima vez has decidido dejar de fumar. Aunque dentro de poco volverás a las andadas. Has llenado una copa de cava y te has sumergido en el agua, con el pelo suelto, sin desmaquillarte, con los labios rojos y las uñas pintadas.  Estás pensando. Tu instinto te dice que te ha utilizado. Que toda esa parafernalia que a ti te ha llegado al corazón es pura dinamita, pensada únicamente para lograr un objetivo. Y el objetivo no eres tú, no es nada tuyo. Eres un instrumento nada más. No quiere poseerte. No quiere tu cuerpo, ni tu alma. No quiere tus ojos, ni tu boca. No quiere tus manos ni tu piel. No quiere nada tuyo. Eres un instrumento, como tantos otros.  Has sentido un dolor indefinido clavado justo en un costado, a un lado de la espalda. Como si

Y llegarás a casa

Imagen
Es igual, qué más da. Tómate todo el tiempo del mundo. Está ahí, lo tienes a tu lado. En torno tuyo. No hay nada que interrumpa esa secuencia de horas y de minutos en la que estarás sola. Nadie te llamará. Nadie dirá que tienes un color tan hermoso de piel que brilla cuando el sol se asoma a tu ventana. Nadie te besará la comisura de los labios y aspirará tu olor. Nadie venderá ante ti su belleza para que tú la sorbas a tragos largos. Nadie te espera. Y llegarás a casa a tiempo de todo. Lo que tienes que hacer no tiene horario. Llegarás y allí te sentarás tan sola como antes. Tan perdida que no sabrás si estás dentro o estás fuera. Porque no hay ningún sitio en el que olvides. Porque no hay ningún hueco en el que puedas esconderte, aunque quisieras. Y llegarás a casa y allí te esperarán los recuerdos de un tiempo que escribiste con letras que no existen. Y llegarás a casa y tocarás tu cuerpo sin reconocer apenas que fuiste una flor que se abrió en otras manos.  (Imagen de Jack V

No me cuentes si te vas

Imagen
Si acaso alguna noche, cuando estés lejos de mí, decides ir en busca del amor no me lo cuentes no me cuentes si te vas a la caza de algo que yo no tengo no me digas si en las noches hallaste esplendor o decepción no me expliques tus dudas ante la belleza de las mujeres o ante su estupidez no me lo cuentes.  Si acaso alguna noche, después de enviarme una sonrisa en forma de dinosaurio alado, decides salir al mundo en pos de un abrazo que no es el mío no me lo cuentes no me cuentes si la noche fue fructífera, si te decepcionó, no me digas si alguien te miró de un modo especial no me expliques tu desazón ni tu desesperanza ante la gente extraña no me lo cuentes. Deja que el silencio se aposente entre nosotros cuando no haya besos que compartir. 

Si te regalan rosas

Imagen
Si te regalan rosas que no sea por agradecimiento. Que no sea para decirte que eres buena persona, para recordarte que fuiste generosa en un momento. Si te regalan rosas, que no signifiquen que tienen pena de observar tu mirada asustada, que se compadecen de tu cuerpo desnudo de abrazos, que tienen consideración por tus amargas lágrimas. Si te regalan rosas que no sea porque hiciste algún favor, porque te asomaste el abismo solo por alguien, porque guardaste tu corazón debajo de un zapato. Si te regalan rosas, que no sea por rutina. Que no sean por un día señalado. Que no sean por costumbre. Que no sean por obligación. Si te regalan rosas que no sean para expresar que tienen miedo de perderte, que no sean para retenerte si no quieres estar, que no sean para evitar que compartas tus sueños. Si te regalan rosas, que no sean por orgullo, que no sean por desidia, que no sean por desdén, que no sean por costumbre, que no sean porque quieren engañarte con un perfume inexistente. 

Cada día

Imagen
Como si Bridget Jones cruzara una ciudad plagada de asfalto, con aguas que apenas crean surtidores, sin tiempo para la esperanza ni huella de otros hombres que antes la vivieron, la vemos caminar cada día con ese gesto único de no saber si quiere estar allí o lanzarse a una aventura incierta. Su vestido impecable, la espalda recta, el bolso al hombro como si no pesara, el sombrero que quiere cubrir parte del rostro, un rictus en la boca, un gesto de las manos.... Todo parece estar medido en ella, a modo de cuadrícula, una línea trazada a escuadra y cartabón, una estructura anclada en el espacio, una obra arquitectónica, aunque efímera. La vemos avanzar sin preguntas. Seguro que tampoco hay respuestas. Es el silencio pleno y absoluto. Una imagen que no quiere decirnos las cosas que ha guardado tan dentro desde siempre.  (Imagen de Jack Vettriano)

En el andén

Imagen
El tren se alejó sin hacer apenas ruido. Era un tren de media distancia y se detuvo poco tiempo en el andén. Hacía frío y humedad. Me quedé sentada en una especie de banco de piedra, adosada a una pared absurda y hosca. Me arrebujé en la cazadora y crucé las piernas. Mi mirada seguía el camino del tren, no podía apartar los ojos de él. Y eso que el tren no me había traído a la persona que esperaba. No me había traído a nadie. Nadie se bajó del tren, en esos escasos minutos de parada, para abrazarme y decirme, soy yo, estoy aquí, he venido, al fin. Nadie. Los minutos fueron horas, porque se hicieron inmensamente largos, escudriñando las caras de los viajeros, pocos, que se detuvieron en esa ciudad pequeña y perdida en un extremo del mapa. Una ciudad sin mar, sin río, sin puentes, una ciudad tan sola como yo misma. Nadie se bajó del tren, nadie me miró con cara sonriente. Nadie echó un brazo por encima de mis hombros. Nadie me susurró nada al oído. Nadie, nada, las únicas palabr

Dolor tan hondo

Imagen
Terminó la llamada y el teléfono siguió en su mano. Notó una sensación de humedad. Era una lágrima. Luego otra. Luego, un caudal de llanto. Sintió frío. El frío de la angustia que le subía por la garganta y le cercaba el habla. No podía pronunciar ninguna palabra. Todas las palabras volaron. Se fueron todas a un paraíso incontestado, en el que no hay renuncias ni abandonos. Un paraíso donde el amor es posible, donde el sufrimiento tiene sentido a veces.  Se levantó pesadamente. Estaba muy cansada. La charla telefónica la había dejado exhausta. Tuvo miedo. Era el final. Podía sobrellevar la duda. Podía sobrellevar la incertidumbre. Pero el adiós...no podía pensar que nunca más oiría su voz al otro lado del teléfono, que nunca más su voz la llamaría con es tono especial del recibimiento primero: Eh...cómo andas??? Siempre esas palabras, esa forma de hablar, esos silencios intermedios.  Hoy había sido distinto. Ella había tenido la culpa. Habló de más, ahora lo sabe. Podí

La mentira

Imagen
Me has descubierto. Ha sido un fallo tonto. Una cosa absurda. Cómo he podido ser tan descuidada…Cómo tan ilusa…Me has descubierto y se ha hundido el precario castillo de naipes que habíamos levantado para no desandar todo el camino. Me has descubierto y siento que soy la miserable mujer que te engaña, durante doce años nada menos. La mitad de nuestra vida juntos.  Ahora sé que es inútil explicarme. No me escuchas. No quieres saber de mí nada más que la hora en que, acabado de hacer el equipaje, voy a subir a un tren que me llevará lejos. Ni siquiera me miras. Te doy asco. Piensas en cuántas noches te mentí. En cuántas noches me inventé una excusa y en cuántas tardes estuve con él, con el otro, en cualquier sitio, en su casa, en el coche, perdida por ahí en un despeñadero de emociones. No quieres saber datos, pero tu cabeza no deja de dar vueltas y tu corazón sufre. Lo noto. No me miras. Me odias. Me desprecias.  Podría contarte si pudieras oírme, si me escucharas al menos

A veces el amor no es suficiente

Imagen
La muchacha recorría la calle de un punto a otro de una ciudad desierta. Era un verano abrasador, en la hora más tórrida del día. Su corazón saltaba. Llevaba un vestido de gasa azul celeste, suave al tacto, con un encaje muy finito en el escote, en forma de pico, pronunciado, hondo. El vestido flotaba sobre el aire caliente del mediodía y ella andaba sobre unas sandalias blancas que le hacían un poco de daño. Eran nuevas, hechas para ocasiones especiales. Llevaba un sombrero del color del vestido.  En ese momento sonreía sola. Miraba al frente, con los ojos cubiertos por las gafas de sol, oscuras, impenetrables, pero la sonrisa se traslucía de inmediato, a pesar de que era una sonrisa interior. La sonrisa de la plenitud, quizá. La sonrisa de la nostalgia anticipada. La de la sorpresa o la duda. Venía de hacer el amor con un hombre que la amaba profundamente y al que  abandonaría sin remedio unos meses después. Los separaban quince años, una esposa, dos hijos y mucha incer

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Imagen
Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Hogar mío

Imagen
Te has levantado temprano y algo cansada. La noche anterior ha sido difícil. Las despedidas siempre lo son. Un beso leve, solamente eso, suficiente para que desees más y para que obtengas menos. No hay esperanza, piensas. No hay nada.  El tren ha salido a tiempo y tú te has acomodado en él, en una esquina junto a la ventana. Te gusta ver pasar el paisaje como si corriera detrás de ti, como si te estuviera persiguiendo. Al fin, tú misma te sientes perseguida, como si no pudieras escapar de ti misma, de lo que sientes, de lo que ansías.  No hay remedio. No hay nada. Repites esta frase una y otra vez, la repites para ti misma, no quieres olvidarla. Las cosas son como son y tú eres una persona práctica, directa, que no quiere sufrir por tonterías. Pero, a veces, el dolor te traspasa, tú lo sabes, y llega en oleadas, como cuando te tuerces un tobillo y el pie se te va hinchando y, al tiempo que se hincha, recibes el dolor en todo el cuerpo y no puedes moverte sin gritar.

Confórmate con filosofar

Imagen
Recordarás la escena. En ese baile tan ansiado por todas que se celebra en Netherfield, Elizabeth Bennet y su hermana Mary están sentadas sin bailar. Para las muchachas de finales del XVIII y esos primeros años del siglo XIX el baile era el mayor motivo de diversión, el espacio en el que acontecían los principales prodigios, a saber: hallar un hombre con medios económicos suficientes como para librarlas del oprobio de depender de otro hombre, un padre o un hermano. Como dice Italo Calvino en el prólogo de un libro que he leído recientemente, y que ahora no voy a detenerme en buscar (aunque no soy Umbral, desde luego), las mujeres han estado toda la vida esperando, sufriendo y bajo el dominio de un hombre, que, al final, terminaba por engañarlas. Aunque rodeada de la fina ironía de Austen , la actitud de Elizabeth no deja de ser la misma que la de otras chicas casquivanas que florecen en el libro que recoge la escena, "Orgullo y Prejuicio" . Cuando Mary lanza un aleg

Cucarachas

Imagen
(Fotografía de Bruce Davidson) Una vez tuve una cita la mar de interesante. Tenía todos los condimentos para resultar uno de esos encuentros sobre los que una escribe en su diario, con letras cursivas y con muchas exclamaciones. Muchos oh, ah y guauuuu. Era bastante lejos pero me tomé mi tiempo y mi tren. Me puse un vestido rojo que solamente llevo en ocasiones especiales (esta lo era) e incluso unas sandalias muy altas. Tuve la tentación de guardar las sandalias en una mochila y ponérmelas al llegar, pero me pareció horroroso, porque no encajaban mi vestido elegante y mi cluch color champán con una mochila de Adidas. Así que aguanté todo el tiempo las sandalias, que eran de una de esas marcas que se anuncian en Internet con unas chicas de pies perfectos que parecen volar. Cuando te las colocas, observas que el dedo gordo empieza a quejarse y cuando te las quitas todos los dedos cantan al unísono una canción que no podrás olvidar: Ay, ay, ay, quítame esto de encima para siempre

Siempre es con otra, amor, nunca conmigo

Imagen
Esas tardes de compras por el centro, en el acicalado tiempo que prepara la dicha, recorriendo las tiendas de la mano, sonriendo quizá y deteniéndose allí, en un escaparate. Él dirá entonces, quieres esto y ella, la mujer de ese momento, contestará que sí, que le gusta, que le encanta esa joya o ese foular o ese vestido azul. Y reirán en el probador. Y se besarán en la puerta de la tienda.  Esas noches de viernes con la cena dispuesta en un buen restaurante. Un lugar de banquetas altas, de pequeños trozos de comida en platos grandes. Esas horas que anteceden la madrugada en la que él la mira y ella, la mujer de esa noche, se ríe con suficiencia. Es suyo. Y luego, en la hora de las copas, brindarán con gin tónic en copa de balón. Y se besarán a la salida de un local en el que debería haber humo, si las cosas fueran como deben.  Esos domingos al mediodía en los que el almuerzo se convierte en una fiesta. Un almuerzo preparado, presentido, agasajado, lleno de matices. Un almu

Siente la música

Imagen
Sonaba la canción. Sus notas parecían de papel. Tenían sonidos que arañaban el corazón. Decían palabras prohibidas. Frases que ella nunca podría pronunciar. Frases que se ocultaban detrás de la pantalla de las cosas cotidianas. Ella sabía que solo había una forma de explicar aquello sin sentirse descubierta. Las canciones. Por eso escogía canciones con letras de amor y envidiaba a los cantantes, porque pronunciaban "te quiero", la frase mágica, con naturalidad. Ella quería decirle cuánto lo quería, decirle cuánto lo echaba de menos, cuánta necesidad tenía de oír su voz. Quería contarle que lo quería más que a sus ojos, más que a su vida, más que al aire que respiraba. Pero no podía hacerlo. Él había decidido, por los dos, que el castigo a su amor inmenso sería la ausencia. Y así se hizo.  (Imagen de Jack Vettriano) 

El amor es un miedo que nos asalta a veces

Imagen
"Adiós. Lo siento. No puedo amarte más. Quizá nunca he podido"... El mensaje aparece precedido de ese leve sonido tan ansiado. Yo lo estaba esperando. Sabía que estaba escrito desde siempre y que sólo aguardaba el segundo exacto de cruzar, como las alas frías de una paloma, el espacio brillante de la pantalla del iPad. "Adiós" me dices. Sin compasión alguna, sin una riada de besos de cartón. Sin recordar qué fuimos aquellas horas en que elevamos sueños como si fueran cuerpos que se tocan. Amor, me has dicho adiós y estoy completamente derrotada, cerrados ya mis ojos a la luz, pájaro a la deriva el corazón que tuve entre las manos, aquellos momentos en que escribiste "cielo" y era tan sólo un maquillaje de forzadas mentiras.

La playa

Imagen
Mírame. Ha caído la noche. Antes, sin hacer ruido, el sol se ha marchado por el horizonte y, en su lugar, la luna en cuarto creciente aparece suspendida sobre la oscuridad de un cielo sin estrellas. Todas las estrellas han ocultado su brillo para que ella, la luna, sea el centro del universo. Mírame. La playa está desierta. La tibieza de la arena, blanca y tan fina que se desliza imperceptible entre los dedos, ha acogido mis pies desnudos. Se balancean en un movimiento que tiene el aire perenne de una contradanza. Parece que quieren adentrarse en el viejo secreto de una tierra llena de contradicciones. Mírame. Ahora mis ojos tiemblan. Se abaten las pestañas y vuelven la mirada hacia dentro buscando las razones. Se encoge el corazón al entender, sin tiempo para dudas, que hay cosas que, una vez perdidas, no tienen ida y vuelta. Se perecen. Óyeme. Te he dicho tantas cosas. He susurrado tu nombre en silencio. Te he guardado en el cofre de los sueños. Hay una ofrenda que no puedo entre

La pregunta

Imagen
He perdido el eco de mi nombre, mezclado entre voces ajenas, entre engañosos murmullos. El silencio cómplice que poseí tiempo atrás ha dado paso a la confusión, al griterío, a la alharaca. Quién soy. Qué estoy haciendo aquí. Qué amo. Qué preciso. Cuáles son mis sueños. He lanzado las preguntas al viento, pero el aire las ha devorado y ha devuelto tan solo interrogantes. He lanzado las preguntas al agua y el temporal las ha convertido en cenizas, en lava de volcán. Preguntas sin respuesta para un tiempo sin esperanzas. He sido lo que ahora no recuerdo. Esta noche la luna se ha adueñado de un firmamento oscuro, yermo de estrellas, escrito en tinta china. El centro de la bóveda rodea el cuarto creciente y debajo la arena, que hace horas abrasaba, se ha tornado en azúcar cálida y sin terrones. Los pies, desnudos, los pies descalzos, todo, desnuda entera yo, mi corazón desnudo. Me he mirado a mi misma a través de un espejo, Alicia sin vestidos, sin números ni reinas. He cruzado el umbra