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Mostrando las entradas etiquetadas como Federico García Lorca

La historia de Paquita de Urquía

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  (Flappers. años 20. Autor anónimo) De vez en cuando indago en Internet sobre Baeza y sus cosas. Es una costumbre que me queda de los buenos ratos que he pasado allí, de la ley que le tengo a la ciudad y a su paisaje. En algún lugar privilegiado de la memoria está ese curso de poesía en el que conocí a tanta buena gente y del que aprendí muchas cosas, no todas académicas, claro está. En el calor asfixiante de aquellos días de agosto está el incendio que nos perseguía al subir a Beas de Segura. Las monjas de clausura cantaban las letrillas que compuso San Juan de la Cruz. Los almuerzos y las cenas nos reunían en el mismo angosto local a estudiantes y profesores, en torno siempre a la poesía, que era el tema del curso. En un cuchitril al lado del instituto donde enseñó Machado y donde se desarrollaba el curso, los cafés del descanso se convertían en un gozoso momento de intercambio: Luis García Montero estaba allí hablándonos de Alberti y por ahí está esa foto en el que mi amiga Patri y

El hombre que quería ser cantaor

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Desde hace mucho tiempo me vengo encontrando con Ignacio Sánchez Mejías. Acercarse al flamenco sin llegar a su figura es difícil, por no decir imposible. Porque es una de esas personalidades que están a la vera del arte, en ese territorio que ocupan los que han sentido el flamenco hasta el fondo, los que son hondos sin que podamos atribuirle ocupación flamenca alguna. El flamenco concita rechazos y unanimidades. El rechazo suele producirse entre aquellos que no lo conocen, que se dejan llevar por ideas preconcebidas o que no han profundizado en su esencia. Es imposible acceder a ella y no amar este arte. Entre las unanimidades un gran número de personas destacadas en campos diversos que llegan al flamenco arribando desde puertos difíciles y se quedan ahí, anclados, ya para siempre, en sus orillas.  No sé por qué llegó a mis manos una edición de los Artículos periodísticos de Ignacio Sánchez Mejías, buceando en alguna librería, seguramente con ocasión de uno de mis paseos lite

Lorca, residente

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(De izquierda a derecha Pepín Bello, Lorca, Juan Centeno y Louis Eaton-Daniel en la Residencia. Fotografía de 1924. Archivo de la R. E.) Aunque ahora nos parezca un sueño los primeros treinta y tantos años del siglo XX fueron un parnaso de sabiduría, inteligencia y arte, a pesar de que el país era casi analfabeto y que la universidad era un reducto para determinada clase social. Pero la cantidad y calidad de los artistas que ejercieron su talento en esos años ha hecho que se denomine Edad de Plata y casi de oro podríamos decir sin exagerar. Uno de esos artistas, el paradigma en muchos sentidos, es Federico García Lorca , a quien la definición de artista cuadra más que la de poeta o la de escritor, por cuanto era dramaturgo, arreglista y compositor de canciones, pintor, pianista y, por supuesto, poeta sensible y elevado.  Hablar de la vida de Lorca en Granada es hacerlo de su casa familiar, la Huerta de San Vicente , donde pasaba los veranos y hacía vida de charla y vis

Los libros que vienen

Entre los augurios del nuevo año siempre aparecen noticias sobre las publicaciones que verán la luz, la mayoría de ellas, si no todas, obras de escritores reconocidos que, por eso mismo, anuncian sus novedades y se presentan como reclamos editoriales. He repasado ya algunas de esas listas y señalado los libros que me pueden interesar aunque, a tenor de lo que ha ocurrido con mis lecturas en 2014, bien podría ser que las cosas fueran por otros derroteros.  Sí, porque en 2014 el libro que más me ha impresionado, el que me ha permitido descubrir a una excepcional escritora, ha llegado a mí por casualidad y debido a mi olfato lector, el que hace que, buscando entre las estanterías de una librería o entre un escaparate virtual, sea capaz de distinguir algo que me va a gustar. Esta escritora es Edna O´Brien y el libro se llama "Las chicas de campo", publicado por ErrataNaturae. Extraordinaria descripción de unos personajes, de una historia, que, en su cotidianeidad tiene la ma

De nuevo, Sánchez Mejías, Ignacio

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Desde hace mucho tiempo me vengo encontrando con Ignacio Sánchez Mejías. No sé por qué llegó a mis manos una edición de sus “Artículos periodísticos”. Un fragmento de ellos lo incluí en mi libro sobre Manolo Caracol, porque hablaba de Joselito el Gallo, pariente, como sabemos, del cantaor. Me resultaba muy intrigante su figura, sus múltiples facetas, su poliédrica personalidad, tan difícil, imposible, de encasillar, tan independiente, tan rara (en el sentido de poco corriente) en la España que le tocó vivir. Cuando estuve trabajando sobre el libro que he citado y también al investigar y escribir sobre el flamenco y las artes plásticas (sobre todo, en su relación con las vanguardias históricas), volvía a aparecer la figura de Ignacio, siempre en un telón de fondo complejo y difícil de definir. Su relación con La Argentinita, la excelente artista del baile y del cante que ha dejado para la historia del flamenco algunos hitos indudables; su parentesco con los Gallos (de la casa de l

Poemas de Lorca (I)

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TRES RETRATOS CON SOMBRA DEBUSSY Mi sombra va silenciosa por el agua de la acecia. Por mi sombra están las ranas privadas de las estrellas. La sombra manda a mi cuerpo reflejos de cosas quietas. Mi sombra va como inmenso cínife color violeta. Cien grillos quieren dorar la luz de la cañavera. Una luz nace en mi pecho, reflejado, de la acequia. Federico García Lorca