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Mostrando las entradas etiquetadas como Emily Brontë

Hamlet, Heathcliff, Darcy, Max...Larry

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Lo mismo que decía Spencer Tracy (y con él, toda la profesión), Laurence Olivier es el más grande actor de la historia del teatro, o lo que es lo mismo, de la historia de la interpretación. Y está entre los cuatro o cinco mejores del cine, ese arte que él despreciaba al principio (como ocurre con todos los actores de teatro) y que luego fue un trabajo que le dio fama y dinero y que le trajo también decepciones y dudas. No era un hombre perfecto, pero era el mejor actor del mundo. Siempre me produjo melancolía su vida personal (lo que sabemos de ella, que es la punta del iceberg, como ocurre siempre) y admiración profunda su trabajo. Y su imagen es el del hombre plagado de aristas. A la vez elegante, tierno, implacable, asustado, difícil, enamorado, exquisito, templado y azaroso. Una mirada indescifrable en una presencia imposible de clasificar.  Como él, otros actores ingleses sintieron la llamada del cine, que, en los años treinta y cuarenta significaba mudarse a Estados Unid

Realidad e invención en "Cumbres Borrascosas"

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Ninguna de las producciones cinematográficas que han adaptado la novela de Emily Brontë se le ha acercado siquiera en verosimilitud y ambiente. Parece muy difícil conseguirlo, porque se trata de algo incorpóreo, que va más allá de paisajes o de personajes. Es una fuerza interior muy compleja de representar. Sin embargo, esto no quiere decir que sean malas adaptaciones. La canónica, la de 1939, dirigida por William Wyler con los incomparables Laurence Olivier y Merle Oberon como actores principales, es una estilización del argumento, un perfecto guión cinematográfico al que el uso del blanco y negro confiere carácter propio. La de 1992, con Peter Kosminsky en la dirección y unos ajustados Ralph Fiennes y Juliette Binoche en los papeles principales, tiene vocación de fidelidad a la historia y a sus paisajes. Por último, la que dirigió la especialísima directora Andrea Arnold en 2011, con Kaya Scodelario y James Howson, es un acercamiento libre e impresionista a la inmortal obra. 

Un paseo por los páramos

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Este libro de Atalanta es una joya. Se trata del estudio que Winifred Gérin hace sobre los Brontë , su mundo, su paisaje, sus referencias, con especial incidencia en Emily . Sin embargo, no es posible entenderla aislada y por eso el resto de hermanos también aparecen y de forma intensa. Por eso se analiza el mundo imaginario de "Gondal" , los paralelismos con "Cumbres Borrascosas", la vida en los páramos de Haworth y todo ese extraño, estremecedor y, en ocasiones, terrible mundo en el que desarrollaron su creación los hermanos.  Podían haber sido los protagonistas de una novela victoriana, con su misterio, sus luchas, sus conquistas, sus ocultaciones...pero fueron las mentes que idearon unas historias y unos personajes que se imbrican en el tiempo como si de realidades se tratara. Es ciertamente difícil disociar el tiempo histórico con el engranaje cultural que lo soldó y, desde luego, en ese engranaje están los Brontë por derecho propio. Elizabeth Gas

"La historia secreta de Jane Eyre" por John Pfordresher

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Para extraer de este libro todo lo que encierra no hay otra solución que haber leído antes otros textos que se vierten en él y que arrojan luz sobre lo que dice. No es un libro de iniciación sino de ilustración. Arroja luz a lo que ya sabemos o intuimos sobre la obra de Charlotte Brontë, que es lo mismo que decir, sobre ella misma, pues ambas, vida y obra, lo que denominaba la escritora como Verdad e Imaginación, se dan la mano y no se sueltan ni en el libro ni en su existencia.  Es un libro profundo, en el sentido de que está bien documentado. Pero no sesudo, ni rígido, ni convencional, ni académico. Más bien se mueve con total libertad entre los dos parámetros que ha elegido el autor: la historia que se cuenta y la persona que cuenta la historia. Jane Eyre y Charlotte Brontë , sobre todo, aunque también otras heroínas de la propia Charlotte, en otras obras que se pueden considerar menores a la luz de la fama y el éxito de "Jane Eyre" pero que, de ningún modo, de

La escritora que adoraba Emily Brontë

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Ann Radcliffe (de soltera, señorita Ann Ward) vivió en Inglaterra entre 1764 y 1823. Fue, por tanto, contemporánea de Jane Austen . Era hija de un comerciante y su matrimonio con un director de periódico la acercó al mundo de las letras. Fue su marido el que la animó a escribir y lo hizo a través de varios libros que alcanzaron enorme éxito. Tanto es así que la propia Jane Austen habló de uno de ellos en su novela satírica "La abadía de Northanger" . Allí aparecen "Los misterios de Udolfo" que Radcliffe había publicado en 1794 y que es una de las lecturas favoritas de la protagonista, Catherine Morland, una aspirante a heroína romántica que, como el sobrino de Mesonero Romanos (ese que por ser un romántico de raza frecuentaba cementerios y vestía de negro), no tenía condiciones para ello. Ni había nacido expósita, ni era maltratada por su familia, ni era horriblemente fea, ni siquiera llevaba una vida poco convencional. Todo eso justifica el humor que la esc

¿Por qué Emily Brontë dejó de escribir?

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(Casa Museo de la familia Brontë en la antigua casa parroquial de Haworth en Church Street, Yorkshire, Inglaterra. Fotografía de David Ross y Gran Bretaña Express)  El editor de Emily y Anne Brontë era un mal profesional. Desfavorables condiciones económicas, escaso cuidado de la edición, poco respeto al deseo de privacidad de sus autoras...Todas estas criticas negativas pueden hacerse a su gestión. Contrastaba mal su nefasta praxis si se le compara con los editores de Charlotte. Estos eran Smith and Elder, una editorial respetable que contrastaba con las fullerías del otro, Thomas Cautley Newby, de Cavendish Square. Con Newby publicaron las hermanas "Cumbres Borrascosas", la única novela de Emily, así como "Agnes Grey" y "La inquilina de Wildfell Hall" las dos de Anne. Por su parte, Smith and Elder publicaron las tres novelas de Charlotte, "Jane Eyre", "Shirley" y "Villette". Su relación comercial siempre fue muy b

Emily en las cumbres

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(Laurence Olivier y Merle Oberon. Cumbres Borrascosas, 1939) Leí "Cumbres Borrascosas" cuando era una adolescente. Me pareció un libro extraño, difícil y apabullante. Sus personajes me resultaron desagradables, sus pasiones incomprensibles. Con todo, era algo infinitamente más llevadero que los "libros de institutrices" de sus hermanas. Creo que he visto alguna versión cinematográfica pero el mal sabor de boca ha permanecido.  Durante muchos años dejé de lado a los Brontë. No me interesaban. Esa literatura, a un tiempo desgarrada y ortopédica, de un romanticismo fantasmagórico que parece entroncar con lo gótico, no me interesaba. Entretanto, tuve la gozosa experiencia de "conocer" a Jane Austen, luz versus sombras, si hacemos la comparación, que no se debería. Mi fe austeniana me alejó aún más de Brontë y sus excesos.  Hace algún tiempo leí un libro de Espido Freire, "Querida Jane, querida Charlotte", una especie de crónica de via

"Cumbres Borrascosas" de Emily Brontë

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Cuando era muy, muy pequeña leí este libro por primera vez. Me recuerdo sentada en mi azotea, un espacio abierto al sol, al salitre y al viento de levante. Los días de viento se convertía en un territorio inhóspito, casi tanto como esa casa en la que Cathy, la protagonista, pasaba las horas en compañía tan dispar. Pero, cuando entraba por la bahía el suave aire del sur o el viento estaba en calma, era una delicia subir allí arriba, en total soledad, con tu libro, tu larga melena recién lavada para que se secara al sol o, simplemente, con tus propios pensamientos.  Las niñas pensativas son mujeres calladas. Eso me decían. O, al menos,  mujeres que callan lo esencial. Y es cierto, lo rubrico. En todo caso, la lectura del libro me puso en situación de atisbar sentimientos que entonces, por edad, me estaban todavía vedados, pero que yo sabía que podían astillar, en cualquier momento, la plácida riada de las tardes lentas del verano, cuando la principal distracción era soñar.  Wu